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Los accidentes cerebrovasculares (ACV) constituyen la tercera causa de muerte en los países industrializados, tras la cardiopatía isquémica y el cáncer. Se trata pues de un importante problema de Salud pública, no sólo por su elevada incidencia, sino también por el alto costo que genera la rehabilitación física y psicológica de estos pacientes. El Odontoestomatólogo, como profesional de la salud, debe implicarse ante esta situación y contribuir, dentro de sus posibilidades, a la detección precoz de los pacientes con riesgo de sufrir un ACV. Desde la década de los ochenta, distintos autores han descrito la posibilidad de detectar las placas de ateroma calcificadas localizadas en la bifurcación de la arteria carótida a través de la ortopantomografía (OPG). De este modo, las posibilidades del Odontoestomatólogo en este campo han sido ampliadas. Esta nueva aplicación de la OPG, sin embargo, debe superar ciertos obstáculos antes de poder afianzarse como una nueva medida de cribaje de pacientes con riesgo de sufrir un ACV. Entre éstos estaría, por una parte, la valoración del auténtico significado clínico, a nivel pronóstico, de la calcificación de las placas de ateroma al igual que su utilidad como factor predictor de aparición de cuadros de ACV y por otra, el realizar un correcto diagnóstico diferencial con otras estructuras calcificadas que pueden aparecer en la ortopantomografía.
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