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Por tantas veces reiterada, la cuestión del origen del Colegio de Notarios de Valencia ha trascendido la dimensión de tópico historiográfico para convertirse en un motivo tradicional que debe necesariamente comparecer en cualquier texto que toque la historia del colectivo. No seré yo quien ignore a estas alturas una costumbre tan entrañable, aunque mi particular análisis se aparte un tanto del empeño erudito por «descubrir» la fecha de la fundación, e insista en las circunstancias sociales y políticas que rodearon el evento. Ya expuse en su día qué argumentos historiográficos habían entrado en juego a la hora de abordar el problema, a qué compromisos atendían tales argumentos y qué limitaciones los lastraban; de manera que no insistiré aquí en un «estado de la cuestión» que sigue estando, a mi modo de ver, en el mismo punto que hace una década. Tampoco voy a atribuir demasiada originalidad, por comparación con mis propios planteamientos de entonces, a la explicación que sugiero en esta sede (mis compromisos, y sin duda mis limitaciones, siguen siendo los mismos); pero han transcurrido ¿insisto en ello¿ diez años, y dado que los organizadores de estas Jornadas han decidido retomar un tema, el de la organización corporativa, que fue importante en aquel Primer Congrés d'Història del Notariat Català de1993, creo llegado el momento de poner al día y contrastar algunas de las propuestas allí expresadas.
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