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La globalización ha supuesto una transformación en el ámbito económico, generando un cambio de calidad y de cantidad en el tráfico económico, pero también en la posible conflictividad que puede provocarse. Esta situación ha incidido en el crecimiento de arbitrajes, apareciendo e impulsándose arbitrajes sectoriales, con protagonistas nuevos, con participación incluso del Estado en algunos arbitrajes. Todo ello ha favorecido cambios en las legislaciones nacionales arbitrales, en los reglamentos de las instituciones arbitrales, y en el modus operandi de operadores sociales, económicos y jurídicos. Eficiencia y celeridad se presentan como dos valores que inspiran estos cambios, surgiendo procedimientos abreviados que se tornan preferentes sobre el ordinario arbitral y adquiriendo un protagonismo los árbitros de urgencia. Ahora bien, los cambios continúan, crecen y vienen inspirados por la aparición de la inteligencia artificial, que está transformando no solo la visión del mundo y su gestión, sino también la resolución de conflictos. Un camino hacia la robotización arbitral parece haberse iniciado y se muestra imparable.
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