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En los últimos tiempos la mediación ha permitido llenar aulas, revistas y libros. Su actualidad y su realidad han ido creciendo exponencialmente. Nuestro país ha sido receptivo, como todos los demás países de la UE, en la trasposición de la Directiva 2008/52/UE. Ese marco legal nacional europeo, sintetizado en este trabajo, ha propiciado una verdadera revolución en diversos profesionales que, probablemente por la situación de crisis económica, han percibido la mediación como vía profesional. De ahí la profusa capacitación de este último lustro. Este trabajo, obviando focalizarse en qué es la mediación y qué deben hacer quienes quieren ejercer la función mediadora, expone una visión que, a medio y largo plazo, podría perturbar y frustrar las bondades de la mediación ―que las tiene―. La mediación es hoy pieza del modelo de justicia del siglo XXI, convertida en un medio tuitivo que se ofrece al ciudadano y como tal puede incardinarse en lo que se viene denominando el Access to Justice. Ahora bien, el peligro del reduccionismo de la mediación por una visión economicista existe, tanto para los mediadores como para el Estado. Lo preocupante es esta visión del Estado ante la mediación, favoreciendo una reducción o minimización de los presupuestos para Justicia. La Justicia es un valor público y como tal debe continuar. La mediación es pieza de ese nuevo modelo de Justicia, pero no un ingrediente de reducción de lo público. En ese reduccionismo radica el peligro y posible frustración de la mediación.
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