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La imaginación como campo de batalla. La metáfora alude con precisión a uno de los conflictos centrales de la creatividad contemporánea: la disputa colectiva por abrir o cerrar los límites de lo pensable, lo narrable y, en definitiva, lo imaginable. Sobre esa batalla, y sobre el campo en el que tiene lugar, versa este trabajo. ¿De qué modo las producciones culturales intervienen en la
imaginación social y en nuestra capacidad para imaginar nuestras propias vidas?, ¿mediante qué recursos y claves los textos culturales contemporáneos dirigen o reconducen nuestra imaginación a una determinada lógica?, ¿de qué forma algunas prácticas culturales se escapan a lo que podríamos llamar la “imaginación dominante” y consiguen abrir el campo de lo imaginable, lo
narrable y lo pensable?
Esas son las preguntas fundamentales que trataremos de abordar en este artículo para articular una reflexión crítica sobre la relación entre cultura e imaginación política. En primer lugar, y a modo de introducción, se plantearán algunas cuestiones generales del modo en que podemos usar el concepto deimaginación, y específicamente el de imaginación política, para comprender un aspecto esencial de las luchas culturales contemporáneas. En segundo lugar, se abordará el modo en que nuestra imaginación política ha sido normalizada y disciplinada a partir, entre otros elementos, de la producción cultural: ¿cómo se articula la imaginación política dominante y de qué forma la cultura la vehicula y contribuye a naturalizarla? En tercer lugar, se describirán algunas prácticas
culturales, con especial atención a las literarias, en las que emergen imaginaciones políticas disidentes o espacios deliberativos para que la ciudadanía, desde lógicas no previstas por el contrato cultural hegemónico, imagine de modos novedosos sus propias condiciones de existencia y los rumbos que esta podría llegar a tomar.
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