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Cantillo Lucuara, Mayron Estefan
Teruel Pozas, Miguel (dir.); Monrós Gaspar, Laura (dir.) Departament de Filologia Anglesa i Alemanya |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2019 | |
Esta tesis constituye una aportación original al reciente pero fecundo campo de estudios
consagrados a la obra de Michael Field (pseudónimo de Katharine Bradley y su sobrina
Edith Cooper). Nuestro principal objetivo consiste en ofrecer el primer estudio
pormenorizado del poemario sáfico Long Ago (1889), analizando cada una de sus piezas
líricas y trascendiendo el modelo crítico que desde un inicio ha estudiado a las Fields de
manera exclusiva y acaso contumaz a la luz, cegadora en muchos sentidos, de su
compleja identidad de género y del reflejo de esta misma en su poesía y dramaturgia.
Nuestro método de análisis, basado en las interpretaciones de críticos como Christine
White o Ed Madden, toma como punto de partida el texto poético en sí mismo y se
detiene en la prominente figura mítica de Tiresias para transformarla en todo un
instrumento conceptual o precepto teórico capaz ...
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Esta tesis constituye una aportación original al reciente pero fecundo campo de estudios
consagrados a la obra de Michael Field (pseudónimo de Katharine Bradley y su sobrina
Edith Cooper). Nuestro principal objetivo consiste en ofrecer el primer estudio
pormenorizado del poemario sáfico Long Ago (1889), analizando cada una de sus piezas
líricas y trascendiendo el modelo crítico que desde un inicio ha estudiado a las Fields de
manera exclusiva y acaso contumaz a la luz, cegadora en muchos sentidos, de su
compleja identidad de género y del reflejo de esta misma en su poesía y dramaturgia.
Nuestro método de análisis, basado en las interpretaciones de críticos como Christine
White o Ed Madden, toma como punto de partida el texto poético en sí mismo y se
detiene en la prominente figura mítica de Tiresias para transformarla en todo un
instrumento conceptual o precepto teórico capaz de iluminar hermenéuticamente nuestra
propia lectura de Long Ago. En su condición fértil de mito clásico, Tiresias representa
mucho más que un mero desvarío de la imaginación de los antiguos helenos o una mera
fantasía sin ningún valor epistemológico añadido. En realidad, el mito del adivino tebano puede entenderse como un modo de filosofía velada o, en términos más
heideggerianos, como un claro (Lichtung) o un espacio de apertura para la verdad sobre
la condición humana. En otras palabras, Tiresias alberga el potencial de aportar todo un
contenido epistemológicamente valioso, un significado existencial importante y hasta
un paradigma conceptual emanado de sus atributos filosóficos.
Hasta ahora la mayoría de estudiosos han abordado el mito de Tiresias de dos maneras:
bien como una presencia textualmente explícita en las diferentes tradiciones culturales
euro o bien como un dispositivo conceptual que se erige en una especie de marco
interpretativo para arrojar luz sobre un determinado hecho literario. En ambos casos,
Tiresias queda reducido a su caracterización ovidiana como metáfora simplificada del
binarismo sexual, la ambigüedad de género o el anti-dualismo sexológico. En nuestro
estudio, abordamos la figura del adivino tanto por su presencia textual en Long Ago
como por su capacidad de constituirse en todo un principio hermenéutico capaz de
permitirnos leer e interpretar el volumen sáfico en su integridad. No obstante, a
diferencia del resto de trabajos en torno a Tiresias, el nuestro se aparta de su retrato
ovidiano y se centra primordialmente en sus atributos metafísicos y ontológicos tal y
como se presentan subyacentes en la Odisea. En la epopeya homérica, el profeta tebano
deviene una figura escatológica especial que redefine la mortalidad como una
experiencia paradójica de vida continua, como temporalidad ilimitada o como memoria
perpetua. Tiresias se convierte en una transgresión radical de las fronteras ontológicas
que separan la vida de la muerte o la finitud de la existencia. Su ontología representa
una ruptura de los dualismos tradicionales y una apertura a paradojas extremas.
El Tiresias metafísico que hace las veces de marco crítico de nuestra tesis es
precisamente metafísico en dos sentidos. Nos basamos en su versión homérica con el fin
de elaborar una meta-lectura o una post-lectura que trascienda la narrativa crítica que ha
limitado la figura de Tiresias y su capital importancia en Long Ago a un relato casi
exclusivamente centrado en lo físico, lo erótico o lo sexual. En nuestra lectura, no
refutamos este válido relato crítico, sino que más bien nos lo apropiamos y lo
integramos dentro de un esquema interpretativo englobador que apunta hacia una
metafísica de la vida y la muerte implícita en todo el volumen sáfico. De este modo se
da el segundo aspecto, ya más técnico, de nuestro Tiresias metafísico, que pasa a
encarnar un espacio fértil para la especulación ontológica en torno a la dicotomía
artificiosa entre la vida y la muerte, a las fronteras frágiles entre el ser y el no-ser y al continuum poroso entre los vivos y los muertos. En este sentido, estimamos que Tiresias
propicia un diálogo directo con Martin Heidegger, uno de los ontólogos más
renombrados de la historia del pensamiento occidental. Sus originales propuestas
conceptuales sobre el ser-en-el-mundo o el ser-para-la-muerte nos permiten dilucidar
cómo Tiresias, en tanto que verdad mítica y existencial, representa una ontología
transgresora que anula la dualidad meramente empírica entre el ser y el no-ser,
favoreciendo así una visión más unitaria de la vida humana entendida como un magno
fenómeno siempre poroso y abierto a la presencia misma de la muerte. Desde esta
perspectiva, argüimos que, como texto tiresiano, Long Ago plantea tácitamente un
lirización de dichos conceptos heideggerianos y desarrolla su propia narrativa
ontológica en torno a la co-presencia entre la vida y la muerte.
La presencia metodológica de Heidegger como refuerzo al paradigma tiresiano
propuesto en este estudio es adecuada y productiva no sólo porque conceptualiza
perfectamente el hecho de que el profeta tebano transgrede y redefine los confines
ontológicos entre el ser-en-el-mundo y el ser-para-la-muerte, sino también porque el
pensamiento anti-cartesiano de Heidegger se alinea de manera sorprendente con el
proyecto estético que las Fields emprenden en Long Ago. Bradley y Cooper, de hecho,
cultivaron ampliamente su interés por la filosofía y mostraron una especial predilección
por la tradición germánica (fundamentalmente por Hegel y Nietzsche). Sin embargo, en
nuestra tesis, defendemos que ni el ideal hegeliano de totalidad absoluta (o de cierre de
todo binarismo) ni el prototipo nietzscheano de una subjetividad prácticamente
todopoderosa casan del todo con la ontología de apertura radical y de vulnerabilidad
heroica que las Fields formulan en Long Ago. En este poemario, Bradley y Cooper
parecen anticipar de algún modo sorpresivo la línea de pensamiento que Heidegger
inaugura formalmente en su magno Ser y tiempo (1927), y lo hacen retratando una
nueva Safo heroica pero vulnerable y fragmentada en medio de un agón trágico en que
la vida y la muerte no se representan necesariamente como constructos antitéticos, sino
más bien como fenómenos dialógicos o incluso correlatos abiertos.
En el primer capítulo de nuestra tesis, demuestro que las Fields tenían una conciencia
plena y aguda de su propio ser-en-el-mundo. Para ambas, la vida discurría
prácticamente como un fenómeno estético o una obra de arte en sí misma. A su modo de
verlo, el mundo importaba esencialmente por su potencial inherente de belleza. Sus
hogares, vestidos y libros debían cautivar siempre los sentidos y cumplir con el máximo ideal de perfección estética. El único credo político que promovían las Fields, una
especie de esteticismo misionero, profesaba brindar a las clases trabajadoras la
oportunidad edificante de apreciar y disfrutar de la belleza en entornos educativos y
espacios urbanos renovados. Además, el esteticismo de Bradley and Cooper implicaba
no solo una creencia en la belleza universal, sino también una proclividad especial hacia
una vida intelectual y experiencial verdaderamente intensa. Las Fields se empeñaron
siempre en inventarse a sí mismas mediante cada obra que escribían y, particularmente,
mediante una gran narrativa autobiográfica. Este continuo proceso de auto-creación
significaba rebautizarse con nombres distintos, jugar con sus identidades autorales,
perseverar en sus carreras como dramaturgas pese a múltiples fracasos, reivindicar para
sí mismas el noble título de poetas en contra de todo prejuicio sexista, viajar
constantemente por Londres y Europa como auténticas cosmopolitas, incursionar en el
campo tradicionalmente masculino de la filología clásica y proteger con celo su propia
libertad creativa. Tal era su sentido idiosincrático de libertad y creatividad que las Fields
gustaban incluso de vivirse como ménades báquicas, sacerdotisas de Dionisos o devotas
de Safo. Este paganismo férvido más adelante vendría seguido de una convencida
conversión al catolicismo romano tras un proceso existencial que revela cómo Bradley y
Cooper llevaron unas vidas intensas no sólo como intelectuales, escritoras y viajeras,
sino también como mujeres espiritualmente inquietas.
Más significativo por lo se refiere al esteticismo que definía el ser-en-el-mundo de las
Fields es el hecho de que este no sólo entrañaba una afirmación plena de la vida, el
placer y la belleza, sino también una actitud valiente y hasta creativa frente a la tragedia
y la mortalidad. Bradley tuvo que sobrellevar las muertes de su madre, su primer amor
(Alfred Gérente), su hermana, su amigo Browning, su cuñado y hasta la de su amada
sobrina Edith, quien compartió con ella muchas de estas pérdidas. Juntas, las Fields
afrontaron estas experiencias trágicas no con impotencia o parálisis, sino con suma
creatividad poética. Ante la muerte, ambas recurrían a la literatura, se refugiaban en los
clásicos y componían obras propias. La tragedia se convertía, de esta forma, en una
oportunidad para la invención artística. A su vez, el arte les servía de vehículo
precisamente para comprender y arrostrar la pérdida y el duelo. De alguna extraña
manera paradójica, la muerte conllevaba para las Fields posibilidades nuevas de
creación literaria (nuevas vidas textuales, nuevas piezas dramáticas y nuevos versos
líricos). En efecto, Long Ago, el primer poemario que compusieron bajo el pseudónimo de Michael Field, ejemplifica justamente cómo ciertos fragmentos arcaicos y palabras
poéticas prácticamente moribundas pueden renacer de tan fructífera manera hasta
transformarse en creaciones líricas completamente modernas.
Tal transformación o renacimiento, definitorio del modo en que funciona Long Ago,
constituye el foco primordial que indagamos y teorizamos sistemáticamente en nuestro
segundo capítulo. En él abordamos tres cuestiones interrelacionas, a saber: (1) cómo el
pasado sáfico se revive y se vuelve relevante para el lector moderno, (2) cómo la firma
de Michael Field quebranta la noción tradicional de autoría y (3) cómo las palabras
agónicas de Safo se someten a proceso de transformación radical y recreación
plenamente original. Desde la cubierta hasta la última nota paratextual, Long Ago se
articula como un diálogo constante con el pasado, que deviene paradójicamente vivo y
presente de distintas maneras. Las Fields no parecen entender el pasado en consonancia
con el credo victoriano del historicismo científico cuyas premisas coinciden con la idea
heideggeriana de Vergangenheit y, por ende, con una concepción del pasado como una
serie fija, óntica y ya muerta de sucesos. Por el contrario, en su poemario sáfico,
Bradley y Cooper plantean una epistemología del tiempo que se aleja del sentir
victoriano y se acerca más bien a la visión modernista del pasado como Gewesenheit,
esto es, como una dimensión dinámica y extática que reviste absoluta relevancia para el
tiempo presente, tanto es así que los límites ontológicos entre pasado y presente quedan
ya difuminados o prácticamente borrados. Es en este sentido especial de anterioridad
que Long Ago transforma la arcaica textualidad de Safo en un objeto reinventado de
extrañamiento, asombro y dislocación temporal. A nuestro juicio, lo que opera de modo
tácito en este proceso de dislocación de una temporalidad a otra es una doble lógica de
revivalismo que consiste, por un lado, en rescatar el pasado casi perdido de Safo y, por
otro, en reconstruirlo con vistas a conferirle una vida nueva o un nuevo futuro literario
no tanto como hecho histórico, sino más bien como un suceso mítico abierto y
disponible para renaceres perpetuos.
El renacer que protagoniza Safo en Long Ago implica su propia presencia como la voz
textual de un griego antiguo sublime, irreductible y profundamente enigmático. Safo
participa directamente en una compleja estructura de autoría textual en que muere la
figura tradicional del genio creador solitario y masculino a favor de un modelo de
creación colaborativa, explícitamente polifónica y hasta sexualmente ambigua (con dos
autoras que escriben bajo el pseudónimo de un hombre que, a su vez, escribe como Safo). Las Fields construyen un Mitsein plural de invención poética donde el acto de
escritura equivale automáticamente a co-escribir, colaborar, negociar, citar y hasta
confrontar. En Long Ago, el mito del autor individual se invalida y cede su lugar a un
coro de polifonía literaria y académica formado por las propias autoras, Safo, Robert
Browning, Theodor Bergk, Henry Wharton o J. A. Symonds, por mencionar tan solo
algunas de las voces que hicieron parte, de manera más o menos activa, del proceso de
composición de Long Ago.
Implícita en el tratamiento que las Fields dan al pasado y al hecho autoral yace una
conexión simbólica con la dialéctica ontológica entre la vida y la muerte. Como ya
hemos explicado, el pasado deja de ser una forma de temporalidad estática o muerta
para convertirse en una fuerza extática que dinamiza, enriquece y ennoblece el presente
mediante el poder transhistórico del mito y la poesía. Con respecto al fenómeno autoral,
Long Ago se origina precisamente en la muerte del genio clásico solitario y en el
consecuente alumbramiento de una compleja estructura de autoría con las Fields, Safo y
otras voces distintas funcionando como colaboradores íntimos en el acto poético.
Siguiendo con este mismo simbolismo entre la vida y la muerte, nuestro tercer punto de
indagación refleja cómo Long Ago elabora una ontología propia de la escritura según la
cual la creación literaria entraña un esfuerzo por revivir palabras moribundas, superar su
muerte y transfundirlas con un soplo fresco de vida nueva. En otras palabras, para las
Fields, la literatura parece encarnar siempre una oportunidad para contribuir a la vida
continuada de los muertos revisitando obras del pasado y garantizado su posteridad. En
este sentido, Safo es tal vez la voz más fecunda y auspiciosa de todos los poetas
muertos. Su corpus/cadáver de poesía fragmentaria propicia todo tipo de reescrituras y
renaceres audaces. Su precariedad biográfica abre un espacio vasto para toda suerte de
mitificaciones y reconstrucciones libres. Incluso lo que queda de sus versos, a menudo
tan solo un grafema o dos, permite a cualquier poeta reinventar un posible mensaje
original de una manera que solo puede ser un intento modesto y nunca una
aproximación certera a la otredad insondable que encarna Safo. Conscientes de esto, las
Fields parecen haber descubierto en la poetisa de Lesbos una porosidad extrema a
nuevos post-significados, una invitación a traducciones radicalmente libres o incluso un
modo de contravenir la dicotomía clásica originalidad e imitación mediante una
escritura óntica, es decir, una forma de escritura auténtica que crea vidas literarias plenamente originales a partir de un encuentro directo con un legado antiguo que, a su
vez, se enriquece con nuevas posibilidades de futuridad (de renaceres prospectivos).
La muerte del individuo como sujeto cartesiano aislado no sólo se da en el espacio
autoral de Long Ago: conforme detallamos en el capítulo tercero, dicha muerte
simbólica se manifiesta también temáticamente en la comunidad sólida de jóvenes
báquicas que nos presentan las Fields en el primer poema de su volumen. En él se
quiebra por completo la noción tradicional de atomismo subjetivo y se reemplaza por un
modo de ser-en-el-mundo compacto y hasta erótico compartido colectivamente por Safo
y su séquito de mujeres. La dicotomía entre el yo y el otro se disuelve, dando origen a
una forma íntima de Mitsein que traspasa los límites de la epistemología y hace de la
relación sujeto/objeto una estructura mucho más afectiva, orgánica y simbiótica (más
allá del ámbito limitado del conocimiento puramente cognitivo o mental). El Mitsein
sáfico se caracteriza esencialmente por un sentido intenso del afecto comunitario, un
hedonismo estético preponderante, una creatividad ubérrima y una defensa omnímoda
de la libertad. Esta intensa filosofía de vida emana de una teoría de lo femenino
subyacente en las páginas de Long Ago. En su poema tiresiano, las Fields
reconceptualizan lo femenino como el principio máximo del vitalismo, como la plenitud
misma del ser o como la expresión más álgida de una libertad extática. Por el contrario,
en esta subversión de la ontología de las categorías de género, lo masculino pasa a
equipararse con la violencia, la destrucción e inclusive la muerte. Las Fields van más
allá todavía: al tiempo que redefinen el homoerotismo como la forma de deseo más
natural, libre y creativa, presentan la heterosexualidad, el matrimonio y la maternidad
como fenómenos trágicos y amenazantes que pueden destruir la comunidad utópica de
Safo. No obstante, parece que es precisamente ante estos fenómenos que las jóvenes
sáficas experimentan lo femenino con absoluta autenticidad como si su éxtasis
dionisíaco solo fuera posible gracias a la proximidad de sus muertes como mujeres
libres en las manos de sus potenciales maridos. Long Ago plantea, en este sentido, una
idea clara aunque paradójica: en su expresión más intensa y genuina, la vida justamente
se enfrenta a la antítesis directa de la muerte, factual o simbólica.
En nuestro capítulo cuarto, ponemos el foco de atención en otra modalidad de cómo la
porosidad ontológica entre la vida y la muerte prevalece en todo Long Ago. En esta
ocasión, nos centramos concretamente en una narrativa extensa y coherente de lo que
podríamos denominar hetero-mortalidad, un término nuestro que simplemente pretende conceptualizar la idea de que el deseo heterosexual, lejos de ser productivo, procreativo
y fecundo, se convierte en una fuente de violencia, opresión y muerte. De hecho, la Safo
de Michael Field encarna esta trágica vivencia erótica en su famoso pero fallido
romance ovidiano con el pescador Faón, cuya única actitud hacia la poetisa es la más
dolorosa indiferencia. Es este deseo fatídico lo que sume a Safo en un difícil agón entre
la vida y la muerte, quebrantando la integridad de su Mitsein con sus seguidoras,
anulando por completo toda su independencia ontológica, asemejándola a un jacinto
pisoteado o a una Ofelia agonizante, e incluso transformando su cuerpo en una suerte de
fantasma que canta y baila su propio réquiem. De esta forma, Long Ago puede leerse
sistemáticamente como una narración lírico-dramática del ser-para-la-muerte de la
nueva Safo o, mejor aún, como una tanatografía de cómo la poetisa griega vive y
escribe su propia muerte por desamor. Sin embargo, en la narrativa sáfica de heteromortalidad no sólo tienen cabida la pérdida, la agonía y la desesperanza. En su
encuentro progresivo con la muerte, Safo llegar a erigirse en una heroína que se afronta
a la facticidad de su deseo infructuoso con un sentir ético genuino de resiliencia,
persistencia y esperanza. Pese al desprecio de su amado, nuestra heroína se aferra con
optimismo a sus sueños, mentiras, fantasías, vocativos ilusorios y súplicas paganas con
el propósito de sobreponerse al sentimiento opresivo del amor-como-pérdida y de
asumir su mortalidad penosa con dignidad, autenticidad y hasta creatividad lírica.
Bradley y Cooper amplían el relato dramático del sáfico ser-para-la-muerte mediante
una sugerente narrativa mitopoética que rearticula el hetero-erotismo trágico de Safo en
un diálogo analógico con diferentes figuras clásicas, tales como Procne, Filomela,
Estérope o Afrodita. Estas analogías, como demostramos en el capítulo quinto, cumplen
la función de ratificar cómo el deseo sáfico se ve trágicamente determinado por un
sentido permanente de carencia, conflicto, derrota y pérdida. Cierto que Safo a menudo
espera, persevera y suplica por un desenlace favorable a sus aspiraciones románticas,
mas este optimismo no conlleva que pierda de vista el hecho de que su deseo
permanecerá muy seguramente insatisfecho y su vida se truncará tan pronto como se
desvanezca su última esperanza erótica. En este sentido, su amor por Faón engloba las
acepciones contradictorias de la pasión, entendida como deseo fervoroso y a la vez
como martirio. En otras palabras, su concepción y vivencia del amor, explícitamente
expuestas en un ciclo de poemas dedicados a la figura divina de Eros, entraña una
trágica paradoja: el amor transforma el ser-en-el-mundo de Safo en una experiencia elevada de belleza, delicadeza y hasta placer sacralizado, pero al mismo tiempo la aboca
a un estado ansioso de ser-para-la-muerte ante la ausencia de su amado.
Inevitablemente, Safo acaba invocando al dios del viento del norte y a las mismísimas
Parcas para que la auxilien. El tipo de auxilio que busca es, sin embargo, destructivo e
irreversible: frente a su desamor, la poetisa solo desea quietud, parálisis, esterilidad
afectiva y muerte. En su deprecación a Boiras y las Parcas, Safo ya ha perdido toda
esperanza y todo apego a la vida. Ésta parece fundirse en su otro negativo como si
pasara a definirse por su no-ser más que por su ser factual. En su mitografía del deseo,
Safo acata su finitud ineluctable como el único resultado posible y deseable ante su
amor trágico.
Sin embargo, en la narrativa de hetero-erotismo trágico, Safo no sólo hace las veces de
amante desdeñada pero optimista: según argumentamos en nuestro sexto capítulo, Long
Ago también la retrata como una auténtica femme fatale deseosa de aprisionar, devorar,
domeñar y hasta emascular a su amado. En unos cuantos poemas, Safo ocupa una
afianzada posición de poder, articula un lenguaje extremo de subyugación erótica y
emplaza su ideal amoroso dentro de una economía del deseo basada en la agresión, la
competencia, la conquista estratégica y la posesión absoluta. Safo se transforma en una
amenaza sublime contra la virilidad y libertad de Faón, una depredara voraz, una abeja
penetrante y una suerte de vampiresa estetizada que se desvive por alimentarse de su
amado. A esta Safo implacable Long Ago le atribuye una mitología de la castración
equiparándola con diversas figuras femeninas tales como Lilit, Medea, Dafne, Selena o
Perséfone, todas ellas representadas como poderosas féminas que utilizan y abusan de
los hombres para su macabro contento. En consecuencia, Faón queda reducido a una
posición de extremada vulnerabilidad bajo el régimen totalitario del deseo sáfico. El
bello pescador pasa a ser un mero objeto pasivo, un prisionero onírico, un amado
feminizado y una presa amenazada ya de muerte. Su masculinidad se ve seriamente
afectada e inclusive castrada en la imaginación fogosa y mortífera de Safo. De hecho, su
presencia dentro de la economía sáfica de la posesión amorosa es posible sólo si muere
en su condición de hombre. Su muerte simbólica no es más que otro elemento
consecutivo de la narrativa de hetero-mortalidad que tejen las Fields en Long Ago. En
este esquema, tanto Safo como Faón se victimizan mutuamente y personifican el deseo
hetero-erótico como una experiencia de fracaso, dolor y tragedia.
En una lectura final de Long Ago en tanto que revisión ontológica del dualismo
vida/muerte, rastreamos y analizamos toda una secuencia lírica que revela cómo el
poemario construye su propia teoría metapoética a partir de dos narrativas mitológicas.
La primera, por una parte, se articula en torno a las figuras de las Musas, las Gracias y
otras mujeres divinas que conforman una línea matriarcal de autoridad poética, situando
a Safo entre ellas e invitando a las Fields a vincularse a esta cadena de poetas
inspiradas. Es bajo la influencia de este panteón de deidades femeninas que la poesía
surge como regalo proveniente de la tumba del propio Orfeo, como tributo sagrado a los
poetas del pasado, como garante de la inmortalidad de estos, como remedio contra las
penas de amor y como fuerza unificadora de la comunidad femenina de estetas presidida
por Safo. La segunda narrativa, por otra parte, gira en torno a la figura de Apolo y lo
caracteriza como una fuente particularmente violenta de inspiración poética. El dios
bendice a los poetas poseyéndolos, penetrándolos y sometiéndolos a un estado extremo
de éxtasis que linda prácticamente con la muerte. Parece ser que es en esta situación
límite donde la poesía germina en su máxima belleza y se presta como arma portentosa
contra el desamor, la apatía y el sufrimiento. Es tal el poder de la poesía apolínea que
Safo siente cómo sus propios versos la capacitan para aceptar su finitud con la tranquila
certeza de que siempre vivió su vida plena, intensa y poéticamente.
El poema final de Long Ago resulta bastante problemático y hasta incongruente. Safo
decide quitarse la vida saltando al mar desde un precipicio. La razón estriba en su
tragedia romántica con Faón. La imagen ovidiana de Safo como una amante suicida
mantiene su plena vigencia y validez en Long Ago. Sin embargo, se nos plantea una
pregunta inevitable con respecto a por qué, si la poesía siempre le ha servido de remedio
contra el dolor, Safo opta aun así por dar el salto mítico hacia su muerte. Parece que la
poesía no cumple con su labor terapéutica en última instancia y deja a nuestra poetisa
sin opciones. Si bien su muerte constituye un proceso continuo a lo largo de Long Ago y
no adviene por ende como un suceso sorpresivo, advertimos cierta contradicción en el
hecho de que la propia teoría metapoética que las Fields desarrollan en torno a la figura
de Apolo resulte, al fin y a la postre, falible e incierta. A pesar de su poder curativo y
vitalista, la poesía no impide que Safo elija el suicido. Tal vez este fracaso poético
responda a una mera voluntad de preservar la convención ovidiana de romanticismo
trágico por medio de un poema paratextual que se desmarca de la narrativa central de
vitalismo heroico que predomina en todo el volumen sáfico.
De manera predecible, Safo muere al final del poemario, pero es su proceso de ser-parala-muerte lo que mejor y más originalmente define a la nueva Safo de las Fields, junto
con otros aspectos tan significativos como su apertura radical a nuevos renaceres
textuales, su Mitsein íntimo y estético con sus seguidoras báquicas, su aguda ansiedad
ante lo masculino, su deseo voraz por Faón, sus afinidades múltiples con otros mitos
clásicos y, sobre todo, su profundo entendimiento ontológico de la vida y la muerte
como procesos porosos, confluencias y correlatos tiresianos. Las Fields parecen haber
trasladado este mismo entendimiento desde su propia experiencia vital a su volumen
sáfico en clave de teorías, relatos y mitologías diversas que presentan la existencia
humana como un fenómeno liminal cuyos límites conceptuales con la muerte resultan
cuanto menos indeterminados. En este estudio, hemos articulado dicho entendimiento
ontológico integrando el mito de Tiresias y la fenomenología primera de Martin
Heidegger en un diálogo audaz pero fructífero con las Fields, que nos ha servido para
desvelar cómo Long Ago consigue poetizar formas concretas y simbólicas de
convergencia abierta entre la vida y la muerte. Ahora nos parece especialmente
promisoria la posibilidad de entablar este mismo diálogo con otras obras de Michael
Field a fin de determinar si la vida y la muerte mantienen o quebrantan sus fronteras
ontológicas más allá de Long Ago.
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