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Ya no sorprende que la historia de la psicología pueda ser contada de diferentes formas, representando sus actores diferentes papeles y teniendo sus textos una puesta en escena diferente, en función de muchas variables. Las historias tradicionales son por ello contestadas y modificadas con nuevas interpretaciones. Nuestro trabajo intenta contrastar diversas reconstrucciones históricas del conductismo y las imágenes que de Watson se ofrecen en distintas categorías de fuentes, como manuales, artículos, historias orales.... En la medida en que las narraciones van dirigidas a distintos públicos, su propósito, su retórica, incluso su argumento cambia en consecuencia, así como la valoración de los distintos elementos del guión. En el trabajo se contrasta una hipótesis que postula la existencia de dos imágenes contrapuestas de Watson, su sistema psicológico y su significado histórico: la primera, heredada de la historiografía clásica tradicional, muestra a un Watson «protagonista», convertido en la estrella de una especie de revolución contra la tradición psicológica del estructuralismo; frente a esta imagen «ceremonial», hay una segunda imagen, «crítica», promovida por la nueva historiografía crítica y prevalente en los documentos más literarios, en la que Watson es representado como «co-protagonista» y su sistema psicológico en el marco de una cultura psicológica y social caracterizada por el evolucionismo, el asociacionismo, el pragmatismo, la tecnología y el progreso, más propicia al estudio de la conducta que al mentalismo. Nuestras reflexiones críticas también muestran cómo el conductismo watsoniano actuó de catalizador en la evolución de la psicología americana hacia una posición cada vez más empírica y objetiva. En este sentido, Watson merecería ser elegido como «epónimo» de un giro hacia un tipo de funcionalismo cada vez más centrado en la conducta.
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