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Entre 1979 y 1983 el túmulo de El Virgazal en Tablada de Rudrón
(Burgos) fue objeto de cuatro campañas de excavación
arqueológica dirigidas por J. Campillo, gracias a las cuales pudieron
reconocerse la naturaleza funeraria del yacimiento, su
fundación en época campaniforme y su reutilización en la
Edad del Bronce (Campillo, 1984; Bohigas et al., 1984: 20-21).
Consecuencia de dichos trabajos fue la recuperación de una
notable colección de cerámicas campaniformes que, en una
época en la que en la provincia de Burgos apenas se conocían
otras que las descubiertas por el padre Saturio González en los
alrededores de Silos (Delibes, 1988), reportó gran notoriedad al
yacimiento. Pero la circunstancia que, sin duda, había de acrecentar
el interés por el sitio fue el hallazgo accidental, tres
lustros más tarde, en 1997, de dos excepcionales joyas de oro
de tipología atlántica —consideradas, según opiniones, sortijas,
pendientes o adornos de pelo— que también fueron publicadas
por Campillo (2004).
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