El presente artículo es fruto de los trabajos de campo que se han desarrollado durante varios años y se vió plasmado en las Jornadas sobre Arqueología Megalítica celebradas en la localidad de Gemika en el otoño de 1992. En éstas se trataron diferentes aspectos del megalitismo cantábrico, quedando claramente de manifiesto la diferente tradición investigadora en cada una de las regiones cantábricas. Así, mientras la investigación en el País Vasco comenzó en la primera mitad del siglo XIX, en Cantabria se están dando los primeros pasos. Este retraso en la tradición investigadora se ve agravado por la falta de recursos económicos que las administraciones públicas ponen a disposición de los investigadores. Esta situación contrasta notablemente con la de Euskadi donde ya en 1832 el estudio del dolmen de Aitzkomendi fue financiado por la Diputación Foral de Alava, lo que supone que ciento sesenta años más tarde la situación de las subvenciones arqueológicas en Cantabria sea peor que la que encontaron los pioneros de la investigación dolménica alavesa. Los esfuerzos por subsanar esta situación han venido de la mano de la Universidad de Cantabria.