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Tapia Baranda, María del Rosario
Gallego Bono, Juan Ramón (dir.) Departament d'Economia Aplicada |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2019 | |
Haciendo uso del enfoque evolucionista y acompañado de otras líneas de pensamiento, pero incorporando los fenómenos de poder, es posible mejorar nuestra comprensión de la problemática estructural subyacente a la dialéctica de fragmentación/integración del conocimiento y de la sociedad, que marca la dinámica de los sistemas territoriales de producción y de innovación (STPI) en los clústeres agroindustriales de países en desarrollo.
Para explicar el objetivo perseguido, el trabajo de la tesis se estructura de la siguiente manera: empezando con la introducción en español y en inglés, posteriormente, en la primera sección se esboza el marco teórico donde se trata de integrar de forma original la problemática con un enfoque de innovación social (inclusión y equidad), donde los valores de la economía social operan como impulsores de cambio a favor del desarrollo sostenible. Después, en la s...
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Haciendo uso del enfoque evolucionista y acompañado de otras líneas de pensamiento, pero incorporando los fenómenos de poder, es posible mejorar nuestra comprensión de la problemática estructural subyacente a la dialéctica de fragmentación/integración del conocimiento y de la sociedad, que marca la dinámica de los sistemas territoriales de producción y de innovación (STPI) en los clústeres agroindustriales de países en desarrollo.
Para explicar el objetivo perseguido, el trabajo de la tesis se estructura de la siguiente manera: empezando con la introducción en español y en inglés, posteriormente, en la primera sección se esboza el marco teórico donde se trata de integrar de forma original la problemática con un enfoque de innovación social (inclusión y equidad), donde los valores de la economía social operan como impulsores de cambio a favor del desarrollo sostenible. Después, en la segunda parte, se utiliza este marco conceptual para ofrecer una nueva luz sobre la organización y dinámica del clúster de la caña de azúcar en el centro de Veracruz (México), la tesis se cierra con las conclusiones en español y en inglés. Todo ello sobre la base de una investigación cualitativa apoyada en la realización de entrevistas en profundidad.
En esta tesis ha analizado el caso del clúster cañero en Veracruz, que se caracterizan por una fuerte integración vertical en su cadena de valor, la cual se corresponde con la fragmentación de la sociedad y de conocimiento y que tiene sus raíces en la concentración del poder político y económico. La concentración del poder ordena la red de relaciones que determina la dirección en la dinámica del sistema político, financiero, de producción, y de ciencia y tecnología (I+D). Esto se puede reconocer observando las acciones de gobierno (jurídica, legislativa y administrativa), en los resultados de la promulgación de leyes, acuerdos internacionales, políticas públicas y en la asignación de recursos para el “desarrollo”. Específicamente en esta investigación se observaron la dinámica de relaciones que conforman al sistema I+D, y en el área social, las acciones para la implementación e impulso a las “cooperativas” agrarias y desde las capacidades empresariales locales.
El propósito de esta tesis es mostrar que la identidad (propósito) que confieren los valores y principios de la economía social a una serie de actores críticos con el statu quo, pero comprometidos con el clúster, unifica la dirección de las acciones (visión) y promueve la conciencia (reflexión) colectiva para abordar los problemas comunes con un enfoque integrador, inclusivo y sostenible.
Dentro de la organización y dinámica de este clúster, la influencia de los intereses de los principales actores político-económicos en el uso de sus relaciones para decidir el rumbo del crecimiento económico y de la innovación. Al mismo tiempo, se presenta el hecho de que los tomadores de decisiones (políticos, científicos, empresarios) tienen una visión restringida de lo que es la innovación. Con este concepto estrecho de innovación, se considera en principio a la innovación científica y tecnológica, y se deja a la innovación social y a los recursos que pueden encontrarse dentro del territorio fuera de cualquier estrategia de desarrollo. No se toma en consideración el desarrollo de las capacidades de las personas (saber hacer, experiencia acumulada, sentido de pertenencia, proximidades, valores, costumbres) que podrían integrarse al sistema de producción del clúster y a otros sectores económicos. Al contemplar a las instituciones y a los mercados en función de cómo afectan localmente a las competencias de las personas, se puede iniciar un plan de crecimiento económico equilibrado con el desarrollo humano y el capital social. Es innegable que el pilar fundamental del desarrollo sostenible es el pilar social.
Frente a este escenario, la tesis que se defiende es que se impone la comprensión de un modelo de desarrollo sostenible adecuado para el contexto de los países latinoamericanos en vías de desarrollo. Se piensa que el punto de arranque no puede ser la innovación tecnológica sino la innovación social, y donde los valores de la economía social operan como integradores del conocimiento y como reguladores del cambio socio económico.
La innovación social constituye el camino a través del cual aparecen en escena nuevos actores, nuevas competencias (Nooteboom, 2010), nuevas capacidades (Sen, 2000) nuevas relaciones (Portes, 2006) y nuevas reglas (Dopfer & Potts, 2008) que son claves en los procesos de cambio (Nelson & Winter, 1982; Nelson, 2016). Por tanto, la innovación social resulta esencial para la conformación de redes de actores diversos en las empresas y las entidades dedicadas a la ciencia y a la tecnología (centros de investigación, universidades, etc.), que aporten una diferente visión del mundo y que sean portadores de los valores de inclusión y de participación que atraen los beneficios del aprendizaje en grupo para poder contener la desintegración social.
Una forma de cambiar el hábito de desaprobar y de excluir, en lugar de integrar al proceso del desarrollo sostenible a los nuevos actores con diferentes capacidades, es moverse siguiendo la práctica de los valores humanos de inclusión y equidad que son la base para producir cambios en la comunidad (innovación social), no con una finalidad moralista sino con una misión práctica de gobernanza y de transparencia. Desde esta óptica, los valores devienen “key drivers” de la innovación (López-Cláros, 2018).
La importancia de la economía social para el crecimiento económico inclusivo y durable (desarrollo sostenible), es que impulsa a los actores locales para movilizar los recursos internos. Son ellos, los que buscan satisfacer las aspiraciones sociales de igualdad y participación desde otras esferas y de este modo se puedan equilibrar las fuerzas productivas y sociales. La economía social ha difundido históricamente unos valores y unos principios que son las pautas de comportamiento que hacen referencia al modo de plasmar los valores y que proporcionan una guía a la colectividad. La economía social dirigida como proceso socio-cultural puede tener un importante efecto sobre la prosperidad y el desarrollo regional en su conjunto porque es deseable que estén presentes en la sociedad (Moreno, 2017).
Se tratará de evidenciar, en definitiva, que los valores de la economía social constituyen una palanca para la movilización de los recursos dispersos, no utilizados y ya existentes de los que depende el desarrollo (Hirschman, 1961:17). Y ello como base para desplegar trayectorias propias que permitan escapar de la dependencia económica y tecnológica externa (Prebisch, 1981), lo que comporta un ejercicio para aumentar las capacidades de las personas y pone énfasis en el desarrollo humano (Sen, 2000). Para tal fin es importante comprender que la innovación es un proceso cultural que se difunde y acelera con la aceptación y la integración social selectiva (Ferrer, 2013; Steiner & Hartmann, 2006) por lo que, en la planeación estratégica de una empresa o una política pública, es importante adoptar valores compatibles con el desarrollo humano y la cultura de la comunidad.
En los resultados de esta investigación demostró la tendencia que existe dentro del territorio a las acciones discriminatorias y que no se promueve la pluralidad a través de la inclusión de los actores. Por una parte, la cooperación empresarial que prevalece en todos los niveles, no es una cooperación inclusiva ni persigue el impulso a la modernización y la innovación, sino el mantenimiento del statu quo. Se continúan reproduciendo las desigualdades y se refuerza una dinámica que acelera la desintegración social y la violencia. Conjuntamente, el empleo efectivo que se hace de las cooperativas constituye un mecanismo que acelera el circulo vicioso de exclusión y corrupción. Por otra parte, se condiciona el desarrollo de capacidades para crear y reproducir el conocimiento y se limita el aprendizaje ya que la innovación es una actividad colectiva que requiere del reconocimiento de la diversidad.
Frente a esta situación, es necesario centrarse en promover las relaciones entre los actores que impulsen el aprendizaje colectivo, el desarrollo de las capacidades empresariales locales y que comuniquen y vehiculen una dinámica de inclusión y de participación entre todos los actores, especialmente entre los actores periféricos. Ello define una vía diferente de desarrollo basado en el uso de unos recursos endògenos (saber hacer, experiencia acumulada, pertenencia, proximidad, valores, costumbres) que se pueden integrar al sistema de producción del clúster y a otros sectores o actividades del territorio.
Se ha detectado a los actores más dinámicos y con capacidad de impulsar los cambios necesarios. Estos actores debían tener, además, el deseo de implementar dichos cambios institucionales (nuevos hábitos, rutinas y prácticas). Esta aspiración de cambio, la han encontrado algunos actores en los valores de cooperación que promueve la economía social, que transmiten la confianza (capital social), fortalecen las relaciones entre diversos actores, consiguen modificar las reglas del juego y promueven la capacidad de aprendizaje (capital humano) para conquistar un equilibrio equitativo, viable y vivible (desarrollo durable).
Un resultado importante de la investigación es que evidencia que, la cualidad que permite alcanzar el objetivo de la innovación social y de satisfacer las aspiraciones sociales de igualdad y participación, está representada en los valores de cooperación de la economía social. Estos valores inspiran unas pautas de comportamiento (nuevas reglas de juego o instituciones) que son el instrumento moderador de las fuerzas productivas y sociales, y que se convierten en motores del cambio. Al mismo tiempo que dan la oportunidad a estos actores de ejercer y hacer ejercer una gobernanza más transparente y participativa. Así se van creando condiciones para instaurar una dinámica virtuosa o, cuanto menos, más positiva en este proceso.
Se detecta pues, la aparición de nuevos actores que ya no persiguen un uso de los recursos apoyados en las importaciones, en la demanda externa de tecnología y en las ciencias agrícolas. Se trata de jóvenes emprendedores dotados de competencias más elevadas y de nuevos valores, lo que les lleva a volver la atención hacia los recursos humanos, el capital intelectual y las capacidades endógenas del territorio. Es decir, hacia la utilización de recursos que en buena medida ya estaban ahí, pero que por diferencias de valoraciones y de poder entre los actores involucrados, no habían sido reconocidos hasta recientemente. Esto supone la puesta en valor de una parte del acervo de conocimiento local, en parte de carácter tácito, en materia de producción agraria, de transformación industrial, etc. Un aprovechamiento del conocimiento local que sirve de base a la intensificación de la división el trabajo y la especialización en la cadena de valor, así como a la mejora de las conexiones sectoriales y espaciales externas y a la apertura de nuevos mercados.
Las nuevas empresas y asociaciones que han surgido y logran proyectarse dentro de la cadena de valor del clúster azucarero, reúnen una serie características que los definen como actores que poseen valores diferentes al resto, con los que pueden refundar sus redes de relaciones, su aprendizaje y sus mercados. Estas características podrían mostrar los contornos de una política de modernización de los clústeres para que se conviertan en sistemas territoriales de producción y de innovación sobre la base del aprovechamiento del potencial endógeno en cuanto al origen y movilización de los recursos locales, principalmente capital humano.
La novedad y capacidad de generación de variedad, que supone la puesta en marcha de estas nuevas empresas y asociaciones se puede observar desde diferentes áreas: la diversificación en la producción, en la calidad de las relaciones internas y externas que establecen, en el apoyo con otras universidades, centros tecnológicos y actores políticos diferentes; en su proximidad (y alejamiento) entre ellos por la ética y los valores, y porque incorporan y no excluyen las capacidades de los otros actores en la realización de su proyecto.
El elemento de diversidad que más distingue a estas nuevas agrupaciones y empresas es que han conseguido, por la diferente visión del mundo y los valores que la informan, una innovación social de tipo radical (Marques et al, 2008). Se trata de iniciativas que surgen dentro la comunidad, pero que desarrollan sus relaciones con otros actores fuera del territorio buscando mayores ventajas, nuevos clientes, ofrecer productos especializados y/o renovar el compromiso de transparencia y responsabilidad dentro su organización. Al tratarse de un grupo relativamente pequeño, por el momento no suponen un desafío efectivo para las estructuras institucionales y las relaciones de poder establecidos.
La aportación fundamental de este trabajo consiste en discurrir conceptual y empíricamente un posible camino para integrar los recursos endógenos a los procesos de innovación en el marco de clústeres de países en desarrollo, en especial de América Latina, y operar un cambio en el hábito o tendencia a desaprobarlos y a excluirlos que predomina en los mismos. Y todo ello a través de la práctica de los valores humanos de inclusión, participación y equidad que promueve la innovación social y la economía social como vehículo privilegiado de la misma, no con un propósito moralizador, sino con una misión práctica de buena gobernanza y transparencia como “vectores” de la innovación.Using the evolutionary approach combined with other lines of thought, which incorporate the phenomena of power, it is possible to improve our understanding of the structural problem underlying the dialectic of fragmentation/integration of knowledge and society, which marks the dynamics of territorial systems of production and innovation (STPI) in agribusiness clusters in developing countries.
In this sense, the thesis objective is to show, on the one hand, how the economic-political organization of the sugarcane cluster is blocking change and innovation and generating deep inequality and social degradation. Now, this is not necessarily a fatality, but that a socially integrative transformation of the cluster is possible. In this sense, and on the other hand, the purpose of this thesis is to also show that the identity (purpose) conferred by the values and principles of the social economy to a series of actors critical of the status quo, but committed to the cluster, unifies the direction of actions (vision) and promotes collective awareness (reflection) to address common problems with an integrative, inclusive and sustainable approach.
To explain the pursued objective, the work of the thesis is structured as follows: starting with the introduction in Spanish and English, in the first section the theoretical framework is outlined where the evolutionary problem of innovation focus on social innovation (inclusion and equity) is integrated in an original way, where the values of the social economy operate as drivers of change in favour of sustainable development. Then, in the second part, this conceptual framework is used to offer a new light on the organization and dynamics of the sugarcane cluster in the centre of Veracruz (Mexico). The thesis ends with the conclusions in Spanish and English. All this based on qualitative research supported by in-depth interviews.
In this thesis, the case of the sugar cane cluster in Veracruz has been analyzed, which is characterized by presenting a strong vertical integration in its value chain. This integration involves the fragmentation of society and knowledge, which has its roots in the concentration of political and economic power. The concentration of power orders the network of relationships that determines the direction in the dynamics of the political, financial, production, as well as science and technology (R&D) system. This can be recognized by observing government actions (legal, legislative and administrative), in the results of the enactment of laws, international agreements, public policies and in the allocation of resources for “development”. Specifically, in this investigation were observed the dynamics of relations that conform the R&D system, and, in the social area, the actions for implementation and promotion of agricultural “cooperatives” and from the development of local business capacities.
Within the organization and dynamics of this cluster, the influence of the interests of the main political-economic actors in the use of their relations to decide the direction of economic growth and innovation is crucial. At the same time, it is evident that decision-makers (politicians, scientists, businesspeople) have a narrow vision of what innovation is. With this narrow concept of innovation, in principle, only scientific and technological innovation is considered and are left outside of any development strategy, the social innovation and resources that can be found within the territory. The development of people's capacities (know-how, accumulated experience, sense of belonging, proximity, values, customs) that could be integrated into the production system of the cluster and to other economic sectors is not taken into consideration. On the contrary, by contemplating institutions and markets based on how they affect people's competencies locally, a balanced economic growth plan with human development and social capital can be initiated. It is undeniable in this respect that the fundamental pillar of sustainable development is the social pillar.
Against this backdrop, the thesis imposes the understanding of a sustainable development model suitable for the context of developing Latin American countries. The thought is that the starting point cannot be a technological innovation but a social innovation, and where the values of the social economy operate as integrators of knowledge and as regulators of socio-economic change.
Social innovation constitutes the path through which new actors, new skills (Nooteboom, 2010), new capabilities (Sen, 2000), new relationships (Portes, 2006) and new rules (Dopfer & Potts, 2008) appear on the scene, which are critical factors in the change processes (Nelson & Winter, 1982; Nelson, 2016). Therefore, Social Innovation is essential for the materialization of networks of diverse actors in companies and entities dedicated to science and technology (research centres, universities, etc.) that provide a different view of the world, and are carriers of the aforementioned values and benefits of group learning to contain social disintegration.
One way to change the habit of disapproving and excluding, instead of integrating new actors with different capacities into the sustainable development process, is to advance by putting into practice the human values of inclusion and equity which are the foundation to bring about changes in the community (social innovation), not with a moralistic purpose but with a practical mission of governance and transparency. From this point of view, values become “key drivers” of innovation (López-Cláros, 2018).
The importance of the social economy for inclusive and durable economic growth (sustainable development) is because it drives local actors to mobilize internal resources. The local actors satisfy their social aspirations of equality and participation from other spheres and thus, balance the productive and social forces. Social economy has historically spread values and principles that are the patterns of behaviour referencing the mode of portraying values and guide to the community. The social economy, directed as a sociocultural process, can have an important effect on prosperity and regional development as a whole because the presence of its values is desired in society (Moreno, 2017).
Ultimately, the aim is to show that the values of the social economy values constitute a lever for the mobilization of the dispersed, unused and already existing resources on which development depends (Hirschman, 1961: 17). This serves as the basis to set up their trajectories that allow them to escape from economic and external technological dependence (Prebisch, 1981), which functions as an exercise to increase people's capacities and emphasizes human development (Sen, 2000). For this purpose, it is important to understand that innovation is a cultural process that spreads and accelerates with acceptance and selective social integration (Ferrer, 2013; Steiner & Hartmann, 2006) consequently, in the strategic planning of a company or a policy, it is important to adopt values compatible with human development and community culture.
Among the research results obtained, it is shown that a tendency of discriminatory actions exists within this territory and that plurality is not promoted through the inclusion of actors. On the one hand, the business cooperation that prevails at all levels is not an inclusive one, nor does it foster an impulse to modernization and innovation, but the maintenance of the status quo. Inequalities continue to be reproduced, and a dynamic that accelerates social disintegration and violence is reinforced. In parallel, the effective employment of cooperatives is a mechanism that accelerates the vicious circle of exclusion and corruption. On the other hand, the development of capacities to create and reproduce knowledge is conditioned, and learning is limited since innovation is a collective activity that requires the recognition of diversity.
Faced with this situation, it is necessary to focus on promoting relations between actors that foster collective learning, the development of local business capacities and that communicate and convey a dynamic of inclusion and participation among all actors, especially among peripheral actors. This defines a different development path based on the use of endogenous resources (know-how, accumulated experience, belonging, proximity, values, customs) that can be integrated into the cluster production system and other sectors or activities of the territory.
In terms of the latter, the most dynamic actors with the capacity to promote necessary changes have been spotted. These actors should also have a desire to implement these institutional changes (new habits, routines and practices). This aspiration for change has been found by some actors in the values of cooperation promoted by the social economy, which transmit trust (social capital), strengthen relationships between various actors, manage to modify the rules of the game and encourage learning capacity (human capital) to conquer an equitable, viable and livable balance (durable development).
An vital research result shows that the feature that allows the social innovation objective to be achieved and satisfies the social aspirations of equality and participation, is represented in the cooperation values of the social economy. These values inspire behavioural patterns (new rules of the game or institutions) that are the regulating instrument between productive and social forces and become engines of change. At the same time, local actors are given the opportunity to implement and to put into practice a virtuous governance. Thus, conditions are created to establish a virtuous dynamic or, at least, a more positive one in this process.
The appearance of new actors has been detected that no longer pursue the use of resources supported by imports of external demand for technology and agricultural sciences. These are young entrepreneurs endowed with higher skills and new values, which leads them to turn their attention to human resources, intellectual capital and endogenous capacities in the territory. In other words, towards the utilization of resources already available, but that due to differences in valuations and power between the actors involved, weren’t recognized until recently. This implies the valorization of a part of the local knowledge collection, in part of a tacit nature, in terms of agricultural production, industrial transformation, and so on. A good use of local knowledge that serves as a basis for the intensification of the division of labor and specialization in the value chain, as well as the improvement of sectoral and external spatial connections and the opening of new markets.
The new companies and associations that have emerged and manage to project themselves within the value chain of the sugar cluster have a series of characteristics that define them as actors with different values from the rest, with which, they can reshape their relationships networks, their learning and their markets. These characteristics could display the contours of a policy of modernization of the clusters so that they become territorial systems of production and innovation based on the use of endogenous potential in terms of the origin and mobilization of local resources, mainly human capital.
The novelty and ability to generate variety, which involves the start-up of these new companies and associations can be observed from different areas: production diversification, the quality of internal and external relations that they establish, the support with other universities, technology centers and by different political actors; in their proximity (and remoteness) between them by ethics and values, and because they incorporate and do not exclude the capabilities of other actors in the realization of their project.
The diversity element that distinguishes these new groups and companies the most is that they have achieved, by a different worldview and the values underlying it, a radical social innovation (Marques et al, 2008). These are initiatives that arise within the community, but develop their relationships with other actors outside the territory seeking more significant advantages, new customers, offering specialized products and/or renewing the commitment of transparency and responsibility within their organization. Being a relatively small group, at the moment, they do not pose a real challenge to the institutional structures and established power relations.
The fundamental contribution of this work consists in elaborating a possible way to integrate endogenous resources into the innovation processes within the framework of clusters of developing countries, especially in Latin America, and to operate a change in pattern or tendency to disapprove and exclude what predominates in them. Moreover, all this through the practice of the human values of inclusion, participation and equity, that social innovation and the social economy promotes as a privileged vehicle for it, not with a moralizing purpose, but with a practical mission of good governance and transparency as "vectors" of innovation.
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