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Este artículo propone una aproximación al proyecto federal defendido por Roque Barcia Martí a mediados del siglo XIX, prestando especial atención a los principios teóricos y los argumentos -inspirados por una fuerte religiosidad- que sustentan su propuesta. Más allá de la estricta cuestión territorial o de las plasmaciones jurídico-políticas concretas, la federación aparece como una solución global a las tensiones de la modernidad que el Estado liberal no sabía solucionar. En este planteamiento, el campo político se configura como un espacio de humanización que reclama, como punto de partida, la necesaria reformulación política del Estado para transformar la sociedad y, potencialmente, la humanidad. Sin embargo, la estricta identificación entre democracia y república federal, formulada de manera extremadamente rígida, conlleva un germen intolerante que puede ayudar a entender las aparentes dificultades de los republicanos para impulsar la democratización del sistema liberal.
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