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El objeto de estudio del presente artículo son las líneas finales de El peregrino en su patria (1604), que han suscitado diversas interpretaciones, pero que no han recibido la atención que merecen por parte de la crítica. Según trataré de argumentar mediante un análisis detenido del texto y su contexto, Lope parece esbozar dos proyectos editoriales de distinta índole, ambos frustrados por el devenir del negocio teatral: la publicación de un volumen con ocho de sus mejores comedias, cifra vinculada a las ocho compañías de título, y la promesa de una segunda parte de su novela bizantina, que incluiría otras dos piezas suyas. El análisis de las obras escogidas demuestra que este primer canon dramático de Lope está regido por los autores de comedias, el gusto de los corrales, los géneros literarios en boga y las Seis comedias de Lope de Vega Carpio, publicadas en 1603. Por aquel entonces, el teatro era un producto vinculado casi en exclusiva al mundo de las tablas, por lo que la irrupción de las Seis comedias bastó para que el poeta trazara las líneas maestras de un primer tanteo editorial como respuesta, pero no para que de veras remara contra viento y marea en el océano del negocio teatral, en cuyo seno el papel de los dramaturgos se limitaba a proporcionar autógrafos a las compañías. Con todo, gracias a esas líneas finales del Peregrino, podemos entrever algunas de las estrategias que, años más tarde, sumido ya en una vorágine editorial sin precedentes, desarrollaría en toda su plenitud el Fénix de los Ingenios: selección de un canon personal, reapropiación autorial, recuerdo de los autores de comedias.
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