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La patología que vamos a ver en este tema es sumamente interesante desde la perspectiva del desarrollo psicológico. El acto de alimentación es el primer regulador del afecto, en la medida en que la supervivencia física del individuo se asienta, ineludiblemente, sobre esta función somática. Cuestión largamente explorada y abordada desde la perspectiva psicodinámica –no en vano la primera etapa del desarrollo libidinal es la etapa oral–, la patología de la alimentación en los niños se está reconceptualizando en los últimos años como un proceso relacional y multisistémico (Davies et al., 2006). En el caso de los denominados Trastornos de la eliminación –encopresis y enuresis–, indican un fracaso en la consecución de las respectivas fases evolutivas –anal expulsiva y retentiva, y uretral– y el estancamiento en un registro de funcionamiento que, generalmente, asociará problemas en otras áreas de funcionamiento. En la medida en que tanto la encopresis como la enuresis asocian una comorbilidad elevada con otros cuadros –trastornos del comportamiento, de ansiedad, retracción social o bajo rendimiento académico–, en muchas ocasiones estos dos síntomas nos deben de poner en la pista de que existen alteraciones emocionales o en otras áreas del desarrollo que deben ser valoradas.
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