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The purpose of this paper is to (re)consider Capilla de los Reyes in the Convent of Saint Dominic in Valencia, its possible function(s) and to assess the intentions behind its founding by king Alfonso V, king of Aragon, Sicily and Naples. This exceptional chapel, famous for its tenebrous grey diamond vaults, was built by architect Francesc Baldomar between 1439 and 1463. It belonged to a tradition of places of worship associated with royal residences in different cities in the Crown of Aragon, an entity composed by three kingdoms and a principality that were united only by the rule of a single dynasty. In an age of itinerant kingship, it was imperative to display magnificence, not only through palaces and residences, but also through chapels, cathedrals, monasteries and oratories. These religious spaces functioned as stages of royal piety, underscoring the king’s special relationship with the sacred in a context of rivalry with other Iberian and European monarchies. The royal chapel in Saint Dominic is undeniably a masterpiece of late Gothic architecture, but the patterns of intention for its function remain blurred and subject to further research. This was also one of a series of shrines where monarchic ideals of piety and proximity to the sacred could be made manifest: values of particular significance for a dynasty that made no claims to sacral kingship, but which nonetheless required a sense of royal sovereignty linked to holiness.El propósito de este estudio es reconsiderar la Capilla de los Reyes en el convento de Santo Domingo, sus posibles funciones y valorar las intenciones de esta fundación de Alfonso V, rey de Aragón, Sicilia y Nápoles. Esta excepcional capilla, célebre por sus bóvedas aristadas de piedra gris, fue construida por el maestro Francesc Baldomar entre 1439 y 1463 y se adscribía a una tradición de lugares de oración asociados a las residencias reales en diversas ciudades de la Corona de Aragón, una entidad compuesta por tres reinos y un principado unidos por el gobierno de una única dinastía. En un período de realeza itinerante era imperativo mostrar magnificencia no sólo en palacios y residencias, sino también en las capillas, catedrales, monasterios y oratorios. Estos espacios religiosos funcionaban como escenarios de la piedad real, subrayando la especial relación del reino con lo sagrado en un contexto de rivalidad con otras monarquías ibéricas y europeas. La capilla real del convento de Santo Domingo es ciertamente una obra maestra de la arquitectura tardogótica, pero los modelos de intención para su función siguen siendo poco claros y están sujetos a ulterior investigación. Era una dentro de una serie de capillas donde los ideales monárquicos de piedad y proximidad a lo sagrado podía manifestarse, como valores de particular significado para una dinastía que no aspiraba a una realeza sagrada, pero sí requería un sentido de la soberanía real vinculado a lo sacro.
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