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Las enfermedades que afectan a la pulpa dental son inflamatorias o infecciosas en su origen. En ambos casos, la microcirculación dentro del tejido pulpar sano inicia una respuesta inflamatoria como parte de un mecanismo defensivo para mantener la integridad de la pulpa dental. Así pues, se acepta que el aporte sanguí́neo a este tejido es el mejor indicador del verdadero estado de la pulpa dental . Entre las pruebas diagnósticas que pueden ser utilizadas en el diagnóstico de la patología pulpar se encuentran las conocidas como «pruebas de vitalidad pulpar», las cuales, en realidad, deberían llamarse «pruebas de sensibilidad pulpar», ya que recogen la respuesta del complejo dentino-pulpar ante estímulos provocados.
Desafortunadamente, la determinación de la cantidad y de la calidad de tejido pulpar remanente solo se puede hacer de forma histológica, lo cual supone, la muerte de la pulpa . Las pruebas de sensibilidad pulpar son utilizadas para determinar indirectamente el estado de la pulpa, comprobando el estado de las fibras nerviosas que inervan a esta.
Las pruebas de sensibilidad pulpar tienen limitaciones. Son subjetivas y miden solo las respuestas nerviosas de la pulpa y no el flujo sanguíneo pulpar. Hay una falta de correlación con el estado histológico de la pulpa. Entre las pruebas de sensibilidad pulpar encontramos las pruebas térmicas (frío y calor) y las eléctricas.Se ha descrito en la literatura que, en general, las pruebas con frío son métodos más precisos para el diagnóstico de la patologí́a pulpar que las pruebas de calor.
Solo una prueba que realmente mide o evalúa el flujo sanguíneo de la pulpa puede denominarse «prueba de vitalidad» . La prueba de vitalidad de los dientes requiere la medición del flujo sanguíneo pulpar, y se han utilizado varios métodos experimentales para su evaluación . Estos incluyen métodos invasivos como el aclaramiento de radioisótopos, desaturación de gas H2 y técnicas no invasivas como la flujometría con láser Doppler, pulsioximetría, espectrofotometría, fotopletismografía y medición de la temperatura de la superficie dental . Se trata de métodos no invasivos, objetivos, e indoloros que están mostrando resultados prometedores en la determinación de la vitalidad pulpar.
La termografía infrarroja, que es la prueba analizada en el presente estudio, es una técnica no invasiva y segura, que mide la radiación infrarroja emitida por el cuerpo. A partir de esta medida se puede determinar la temperatura de la superficie corporal.
Toda la materia, a una temperatura por encima del cero absoluto , emite radiación electromagnética, que es radiación térmica . La ecuación de Stefan-Boltzmann expresa la energía total irradiada de un cuerpo negro, por unidad de área y por unidad de tiempo, que es proporcional a la cuarta potencia de su temperatura absoluta. La mayoría de los termómetros de radiación se basan en ello. Por ello, la emisividad del cuerpo negro es 1 ya que es la superficie emisora perfecta.
La emisividad es un factor muy importante en la medición de la temperatura con esta técnica ya que, como se aprecia en la expresión anterior, afecta a la precisión de la medición.
Las cámaras térmicas son los instrumentos utilizados en la termografía para capturar y monitorizar la temperatura de los objetos a través del calor irradiado en su superficie. Para aplicar esta tecnología al estudio de la vitalidad pulpar debe tenerse en cuenta que la temperatura en la superficie del diente está determinada por el equilibrio entre la facilidad con que se transmite el calor a su superficie y con la que se disipa en el medio ambiente.
En condiciones ambientales controladas, las fuentes de calor para los dientes vitales son el calor transferido por los tejidos periodontales a través de la dentina y el esmalte hasta la superficie dental, el calor transportado por la circulación hacia la pulpa y el calor producido dentro del tejido pulpar debido al metabolismo de este. Para dientes con pulpa no vital, solo está presente la primera fuente de calor . Fanibunda sugirió la posibilidad de relacionar la presencia de flujo sanguíneo pulpar con la tasa de recuperación de la temperatura de la superficie del diente a la inicial después de la aplicación de un cambio térmico, ya sea con calor o frío.
Tras analizar la Termografía como posible prueba diagnóstica para medir el estado del tejido pulpar y realizar un estudio in vitro e in vivo, hemos obtenido resultados esperanzadores respecto a la posibilidad de utilizar esta técnica en la práctica clínica diaria del odontólogo/a.
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