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Tras casi cuarenta años de precariedad laboral, es difícil saber por dónde empezar a hablar de ella. Inicialmente circunscrita a los contratos temporales, al paro y a los bajos salarios en la década de 1980, la precariedad ha acabado afectando a la mayoría de los empleos, a ambos géneros y a todas las edades, a diferentes situaciones profesionales y ocupaciones, a todas las esferas de la vida, llegando hasta el núcleo más profundo de la existencia. La precariedad es un dato ineludible en el sistema social contemporáneo. Aunque crece su extensión, no a todos afecta por igual. Entre las franjas más relegadas del mercado de trabajo, la intensidad de la precariedad, o su grado de vileza, somete a quien la padece a situaciones de menosprecio e injusticia extremas. Para tratar de conocer algunas de sus metamorfosis, en el presente número de RECERCA tratamos de abordar algunas de las dimensiones más recientes de la precariedad, captar sus mutaciones constantes y su invasión de esferas vitales y existenciales de las personas y sondear algunas de las manifestaciones que se vislumbran en esta era naciente de precariedad digital.
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