Aunque el papel clave del comercio a larga distancia en la transformación de las cocinas en todo el mundo está bien documentado desde al menos la época romana, la prehistoria del comercio de alimentos euroasiático es menos visible. Con el fin de arrojar luz sobre la transformación de las cocinas del Mediterráneo oriental durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro Temprana, analizamos los microrestos y las proteínas conservadas en el cálculo dental de individuos que vivieron durante el segundo milenio a. Nuestros resultados proporcionan evidencia clara del consumo de alimentos básicos esperados, como cereales (Triticeae), sésamo ( Sesamum ) y dátiles ( Phoenix ). Además, informamos evidencia del consumo de soja ( glicina ), probable banano ( Musa ) y cúrcuma (Curcuma ), que hace retroceder la evidencia más antigua de estos alimentos en el Mediterráneo por siglos (cúrcuma) o incluso milenios (soja). Descubrimos que, desde principios del segundo milenio en adelante, al menos algunas personas en el Mediterráneo oriental tuvieron acceso a alimentos de lugares distantes, incluido el sur de Asia, y esos productos probablemente se consumieron en forma de aceites, frutos secos y especias. Estos conocimientos nos obligan a repensar la complejidad y la intensidad del comercio indo-mediterráneo durante la Edad del Bronce, así como el grado de globalización en la cocina del Mediterráneo oriental temprano. Although the key role of long-distance trade in the transformation of cuisines worldwide has been well-documented since at least the Roman era, the prehistory of the Eurasian food trade is less visible. In order to shed light on the transformation of Eastern Mediterranean cuisines during the Bronze Age and Early Iron Age, we analyzed microremains and proteins preserved in the dental calculus of individuals who lived during the second millennium BCE in the Southern Levant. Our results provide clear evidence for the consumption of expected staple foods, such as cereals (Triticeae), sesame (Sesamum), and dates (Phoenix). We additionally report evidence for the consumption of soybean (Glycine), probable banana (Musa), and turmeric (Curcuma), which pushes back the earliest evidence of these foods in the Mediterranean by centuries (turmeric) or even millennia (soybean). We find that, from the early second millennium onwards, at least some people in the Eastern Mediterranean had access to food from distant locations, including South Asia, and such goods were likely consumed as oils, dried fruits, and spices. These insights force us to rethink the complexity and intensity of Indo-Mediterranean trade during the Bronze Age as well as the degree of globalization in early Eastern Mediterranean cuisine.