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Pedro Manuel de Urrea con su Penitencia de amor intentó elevar la materia de la comedia humanística a un ambiente nobiliario, de ahí que intente modificar el estilo mediante la inclusión de elementos diversos (epístolas, versos, diálogos), como era usual en la ficción sentimental española. Al igual que había realizado Rojas, modifica el final feliz, característico del estilo cómico, por un final más en consonancia con la moralización que le quiere imponer su autor: cárcel perpetua como recompensa a la mala acción, y no la muerte por el simple hazar, como ocurre en La Celestina. En definitiva, estamos ante una nueva variación del estilo cómico, pero esta vez incorporando los elementos del ambiente donde se inscribe la obra, como un ‘espejo de las costumbres cortesanas’, y no simplemente ciudadanas. Es una experiencia similar a la que realizó Eneas Silvio Piccolomini unos años atrás, al elevar el estilo mediante la inclusión de personajes nobles, el proceso epistolar y el final trágico o semi-trágico, que le corresponde en cuanto a estilo elevado.
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