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Resumen: Cualquier propuesta curricular implica la consonancia entre las estructuras educativas (alumno, maestro, escuela, personal administrativo y comunidad) y para el logro, es imprescindible una responsabilidad compartida, nadie menos o más que otro; sin embargo, el papel que representa el docente es trascendental, dado que como mediador es en quien, por lo regular, recae gran parte de la responsabilidad de que el engranaje entre todos los elementos funcione y, específicamente, que los contenidos educativos acordados se cumplan cabalmente. Desde el campo de la instrucción artística (formal o informal) la figura del docente debe evaluarse también bajo estas expectativas de cambio; la disrupción del arte hacia otros espacios obliga a que, quien desempeñe el papel de profesor se vuelque a la búsqueda de rutas libres para que el proceso formativo transforme al alumno (al creador) en un individuo crítico y propositivo; orientándolo a la decolonialidad para que su producción artística deje de depender del aval hegemónico que la ha mantenido invisibilizada. Compromisos todos, que hoy resultan impostergables donde también al arte se le exijan otras responsabilidades más allá de la consabida funcionalidad de emocionar y ser fin monetario; convenios necesarios dirigidos hacia objetivos cada vez más ligados a la realidad social que se vive, con metas que aporten a la edificación de una sociedad diferente, honesta y justa. Palabras clave: docente revolucionario, colonialidad, arte decolonizado.
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