A lo largo y ancho de su vasta producción literaria, es muy significativo el papel que el pensador del exilio republicano J.D. García Bacca concede al arte. Ya en 1984, Ignacio Izuzquiza, con la publicación de «El proyecto filosófico de Juan David García Bacca» –uno de los ensayos fundamentales, incluso hoy en día, para aproximarnos a la magnitud del pensamiento de nuestro autor–, apunta, en una tímida nota a pie de página, a ese muy significativo papel que García Bacca concede al arte y de las importantes indicaciones que –aparentemente atenuadas a lo largo de sus obras– sientan las bases para una reflexión estética. La necesidad del monográfico al que allí se apunta, así como la necesidad de señalar el nuevo valor que ello adquiere desde esa consideración de conjunto que García Bacca imprime sobre todas las actividades humanas, quedaron reducidas a breves sugerencias dispersas por su magna producción literaria y que ninguno de los estudios que se han acercado a la misma han tenido la voluntad de estudiar. La presente tesis doctoral ha querido sentar las bases de esta inexplorada –a día de hoy– reflexión estética, partiendo del estadio germinal de la misma (1939-1945) en el que fundamentalmente se ha detenido, pero proyectando los supuestos que aquí se asientan hacia los trabajos clave de la producción posterior de nuestro filósofo (ca. 1955 ss.); y no sólo eso sino que, además, ha tratado de establecer un diálogo entre las sugerencias plásticas que a lo largo de los mismos se encuentran y el debate artístico contemporáneo. A partir del giro operado por el propio García Bacca, a finales de los años treinta del pasado siglo, donde se prioriza la belleza sobre la verdad, la necesidad –exigida por la propia noción de «tipo» de vida, como manera simbólica, indirecta, alusiva, original, propia de vivir el universo– de una teoría de la metáfora que articule el lenguaje plástico con el conceptual se constituye en el eje central desde el que García Bacca articulará una novedosa antropología –con base en unas no menos novedosas ontología y epistemología– en el que el rasgo decisivo y determinante del hombre sea el de constituirse en sujeto creador. Es por ello que, a fin de vindicar ese pensamiento de la disidencia, esa reflexión elaborada en el margen de lo que –ya de por sí– es el propio margen, la frontera misma, parecía oportuno incluir, además, ese amplio anexo donde a la erudición y al rigor documental precede un sentido gesto contra otro exilio: la desmemoria. Ya apuntaba Carlos Beorlegui, hace más de veinticinco años, que era muy difícil aportar una bibliografía exhaustiva de toda la obra escrita por García Bacca, dada su extraordinaria amplitud y el escaso interés que tuvo a lo largo de su vida por su catalogación y recopilación; sin embargo, la década invertida en una versión, si se quiere, más actualizada –que no última–, era una exigencia, casi una imposición, si pretendíamos atender al orden riguroso que enlaza obra y vida; reflexión y vivencia.