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Melero Lloret, Joana
Chorro Gascó, Francisco Javier (dir.); Soriano Navarro, Carlos Joaquín (dir.) Departament de Medicina |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2020 | |
Las enfermedades cardiacas y renales coexisten a menudo, aumentado sustancialmente la morbimortalidad, la complejidad de sus cuidados y el coste de las hospitalizaciones. El Síndrome Cardiorrenal (SCR) se ha definido como la disfunción simultánea de la función cardiaca y renal, con independencia de cuál de estos órganos haya sufrido la lesión inicial y de su estado funcional previo. Este síndrome ha sido clasificado desde un punto de vista académico por el grupo de trabajo Acute Dialysis Quality Initiative, que propone un esquema de clasificación de 5 subtipos:
1) SCR tipo 1: empeoramiento rápido de función cardiaca que conduce a un deterior renal agudo.
2) SCR tipo 2: anomalías crónicas de la función cardiaca que inducen a una enfermedad renal crónica progresiva.
3) SCR tipo 3: empeoramiento primario de la función renal que conduce a una disfunción cardiaca aguda.
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Las enfermedades cardiacas y renales coexisten a menudo, aumentado sustancialmente la morbimortalidad, la complejidad de sus cuidados y el coste de las hospitalizaciones. El Síndrome Cardiorrenal (SCR) se ha definido como la disfunción simultánea de la función cardiaca y renal, con independencia de cuál de estos órganos haya sufrido la lesión inicial y de su estado funcional previo. Este síndrome ha sido clasificado desde un punto de vista académico por el grupo de trabajo Acute Dialysis Quality Initiative, que propone un esquema de clasificación de 5 subtipos:
1) SCR tipo 1: empeoramiento rápido de función cardiaca que conduce a un deterior renal agudo.
2) SCR tipo 2: anomalías crónicas de la función cardiaca que inducen a una enfermedad renal crónica progresiva.
3) SCR tipo 3: empeoramiento primario de la función renal que conduce a una disfunción cardiaca aguda.
4) SCR tipo 4: enfermedad renal crónica primaria que contribuye a producir una reducción de la función cardiaca y un aumento del riesgo de eventos cardiovasculares.
5) SCR tipo 5: presencia simultánea de disfunción cardiaca y renal debida a trastornos sistémicos agudos o crónicos.
Los subtipos 1 y 2 están claramente documentados en la práctica clínica. Su incidencia y prevalencia en pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) aguda y de larga evolución son conocidas. También está definida su fisiopatología, considerando la disminución de la perfusión renal aguda o crónica que provoca la IC, el principal componente que condiciona la disfunción renal. Por el contrario, los subtipos 3 y 4, han sido poco estudiados. No se ha documentado claramente su incidencia y prevalencia en pacientes con insuficiencia renal aguda o crónica, especialmente en el SCR tipo 4, que en múltiples revisiones aparece clasificado de forma académica sin aportar datos epidemiológicos concretos. Tampoco está claramente establecida la fisiopatología que condiciona la disfunción miocárdica en estos pacientes, sobre todo qué implicación tiene la disfunción renal como condicionantes de disfunción miocárdica en pacientes en los que no existe otras causas a priori que puedan condicionar la misma (pacientes con antecedentes personales previos de cardiopatía y/o diabetes mellitus). De la misma manera, existen pocos datos sobre la evolución de la función miocárdica en los pacientes sometidos a terapia de sustitución renal (TSR).
Por todo lo anterior, las hipótesis planteadas fueron:
1. ¿Cuál es el grado de disfunción del ventrículo izquierdo (VI) en pacientes con enfermedad renal terminal (ERCA) en los que a priori no existen otras causas de la misma?
2. ¿Es la función del VI de los pacientes con ERCA “aislada”, diferente de una muestra comparable de controles sin ERCA?
3. ¿Tiene alguna influencia la TSR en la evolución de la función del VI en los pacientes con ERCA?
Los objetivos que se plantearon para dar respuesta a las hipótesis propuestas fueron los siguientes:
1. Establecer el grado de disfunción del VI (sistólica y/o diastólica) o su ausencia en una población de pacientes con ERCA en los que se excluyeron las principales comorbilidades que se asocian a la disfunción del VI en la práctica clínica (antecedentes personales de cualquier tipo de cardiopatía, enfermedad pericárdica, IC o DM).
2. Establecer si la función del VI de los pacientes con ERCA, sin otras comorbilidades que asocian disfunción del VI, es diferente de una muestra superponible sin ERCA.
3. Establecer si la TSR tiene alguna influencia en la evolución de la función del VI en paciente con ERCA. Para ello se comparó la función del VI antes y tras 6 meses de iniciar la TSR.
Para ello se diseñó un estudio observacional prospectivo de seguimiento en dos tiempos en la provincia de Castellón. Se comparó la función sistólica y diastólica de 45 pacientes con ERCA y tras 6 meses de iniciar la TSR (hemodiálisis o diálisis peritoneal). Por otra parte, los parámetros ecocardiográficos del grupo de pacientes con ERCA se compararon con los de un grupo control emparejado por edad, sexo, índice de masa corporal y la presencia o no de hipertensión arterial (HTA). Además de la recogida de los datos ecocardiográficos habituales que estudian tanto la función diastólica como sistólica, se registraron variables demográficas y analíticas, tales como propéptido natriurético cerebral N-terminal (proBNP-NT), troponina ultrasensible, antígeno tumoral CA 125 o ferritina.
En lo que respecta a los resultados obtenidos, hubo una reducción significativa de la masa ventricular izquierda y una mejoría e incluso normalización de algunos de los parámetros ecocardiográficos que evaluaron la función diastólica tras 6 meses de TSR, tanto en hemodiálisis como en diálisis peritoneal. Después de 6 meses de TSR se observó que la función diastólica fue prácticamente superponible a la que presentaban sus respectivos controles. Respecto a los volúmenes del VI se observó un aumento estadísticamente significativo tras la TSR, al igual que cuando se comparó con su grupo control.
Adicionalmente, se analizó la evolución de algunos parámetros analíticos mostrando cambios estadísticamente significativos 4 de ellos: proBNP-NT, troponina ultrasensible, CA 125 y ferritina. Los valores de NT-proBNP persistieron elevados en los pacientes con ERCA antes y tras la TSR, no habiendo diferencias estadísticamente significativas entre el subgrupo sometido a hemodiálisis o diálisis peritoneal. El CA 125 se normalizó tras la TSR, tanto el grupo de diálisis peritoneal como el de hemodiálisis. La ferritina, en cambio, persistió significativamente más alta en el grupo de pacientes sometidos a hemodiálisis.
En este estudio, que se incluyó pacientes con ERCA en el que se aisló la disfunción renal como causas de disfunción del VI, se pueden extraer las siguientes conclusiones:
1. Los pacientes con ERCA, previa a la TSR, presentaban hipertrofia del VI y una disfunción diastólica grado 1-2 en la mayoría de ellos.
2. Tras 6 meses de TSR, se objetivó una disminución de la masa del VI, mejoría de los parámetros de Doppler tisular y prácticamente la normalización de la estimación de las presiones de llenado del VI. La mayoría de los pacientes presentaban una disfunción diastólica grado 1. El aumento observado de los volúmenes del VI podría ser un marcador indirecto de la mejoría de la distensibilidad del VI.
3. No se evidenciaron cambios estadísticamente significativos en los parámetros ecocardiográficos tras la TSR en ambos subgrupos de tratamiento (diálisis peritoneal y hemodiálisis).
4. Cuando se comparó los pacientes con ERCA con sus respectivos controles, presentaban mayor disfunción diastólica. En cambio, tras 6 meses de TSR prácticamente todos los parámetros ecocardiográficos fueron superponibles a sus respectivos controles.
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