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El objetivo del presente artículo se basa en entender la necesidad de la apertura de los clusters y su inclusión en cadenas de valor globales que permitan la entrada de conocimiento, la renovación de tecnologías y capacidades, la renovación de actores y, en definitiva, la mejora de la competitividad de los territorios y de sus tejidos productivos de pymes. Si bien ha predominado un paradigma de desarrollo local endógeno en los clusters o distritos industriales en toda la literatura, hecho totalmente evidente en la mayoría de los casos, la evidencia empírica de los últimos años comienza a desmitificar y moderar dicha característica que, si bien no deja de ser cierta, va perdiendo peso, sobre todo cuando analizamos los clusters que pueden considerarse como casos de éxito (ejemplo, Hervas-Oliver y Albors-Garrigos, 2008, Eisingerich et al., 2010; Iammarino y McCann, 2013). Así, en la literatura actual sobre los clusters industriales o distritos industriales destaca, cada vez en mayor medida, la necesidad de abrir los territorios y conectarlos con cadenas de valor globales con el propósito de adquirir diferente conocimiento, renovar los actores, abrir las redes y rejuvenecer los territorios (Giuliani et al., 2014; Crescenzi et al., 2015; Iammarino y McCann, 2013; Hervas-Oliver y Boix, 2013; Eisingerich et al., 2010; Bathelt et al., 2004). En este escenario conviene destacar el rol que desempañan las multinacionales como elemento de conexión y coordinación de dichas cadenas de valor. Así, las multinacionales (MNEs) presentan un destacado papel en la transferencia de conocimiento entre territorios a través de los circuitos internos entre MNEs y sus subsidiarias localizadas (Hervas-Oliver y Boix, 2013; Lorenzen and Mudambi, 2012; Tallman y Chacar, 2011; Harrison, 1994)
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