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Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de discapacidad y muerte prematura en el mundo. La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo modificable de estas patologías. Datos de estudios nacionales e internaciones sugieren que, a pesar de las mejoras en el control en la última década, una proporción significativa de pacientes persisten con un control deficiente de su hipertensión. Los beneficios de disminuir la presión arterial para evitar las complicaciones cardiovasculares está ampliamente demostrada.
La mayor parte del manejo de la hipertensión se realiza en atención primaria por lo que es apropiado que las intervenciones para mejorar el control se realicen en este entorno. Conocer los valores de presión arterial es esencial para que el médico pueda actuar en consecuencia. La automonitorización domiciliaria de la presión arterial es una herramienta accesible, presenta buena aceptación por profesionales y pacientes y tiene un coste relativamente bajo y, pese a que su utilización de forma aislada no se asocia con mejores tasas de control de la presión arterial, ha demostrado su eficacia en combinación con otras cointervenciones.
Existe poca evidencia, aunque con resultados prometedores, sobre el empoderamiento del paciente en cuanto al manejo farmacológico de la hipertensión. Dicha estrategia se basa en un procedimiento similar al utilizado en otras patologías crónicas como la diabetes. Empoderar al paciente mediante la instrucción en la utilización de una intervención de autocontrol, basada en la automonitorización de la presión arterial junto con autoajuste de tratamiento, puede mejorar el conocimiento y control de la hipertensión.
Este estudio pretende valorar si una intervención de automonitorización domiciliaria de la presión arterial junto con autoajuste de tratamiento antihipertensivo puede ayudar a mejorar el control y manejo de los pacientes hipertensos mal controlados respecto a cuidados habituales.
Este ensayo clínico se realizó en quince centros de atención primaria de la ciudad de Valencia, España. Fueron incluidos pacientes mayores de 40 años con diagnóstico previo de hipertensión arterial y que presentaran PAS > 145mmHg y/o PAD >90mmHg en el examen basal y aceptaran voluntariamente entrar en el estudio. Los participantes fueron aleatorizados 1:1 al grupo de cuidados habituales o al de autocuidado y minimizados aleatoriamente por edad, género, PAS > 160mmHg, diabetes mellitus, enfermedad renal crónica, enfermedad cardiovascular y accidente cerebrovascular. No hubo enmascaramiento para paciente ni para los investigadores, no obstante, los grupos se mantuvieron enmascarados para los investigadores que realizaron el análisis estadístico. La medida principal de resultado fue la presión arterial sistólica a los 12 meses de seguimiento en la consulta.
Fueron aleatorizados 366 pacientes (181 al grupo intervención y 185 al grupo control), de los cuales 312 alcanzaron el análisis primario (86,2% del grupo intervención y 84,3% del control). La presión arterial basal fue de 155,2/89,6 mmHg para el grupo intervención y de 155,2/90,6 mmHg para el grupo control. Tras 12 meses de seguimiento, en el grupo intervención se observó una reducción de la presión arterial de 136,1/80,9 mmHg y de 139,1/83,1 mmHg en el grupo control, con una diferencia entre grupos para la presión arterial sistólica de -2,9 mmHg (IC95%: -0,3; 6,2; p:0,071) y diastólica de - 1,9 mmHg (IC95%: 0,0;3,7; p:0,052). Estos resultados fueron similares en todos los subgrupos. No se observaron diferencias entre grupos en la aparición de acontecimientos adversos a los 12 meses.
La direccionalidad de los resultados obtenidos, si bien no alcanzan la significación estadística, sugieren que una intervención sencilla de empoderamiento del paciente aplicada en atención primaria como es el automanejo de la hipertensión arterial podría ser beneficiosa para mejorar el control de la presión arterial.
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