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Las denominadas “llamadas de distress” han sido objeto de interés para etólogos, primatólogos y psicólogos por igual, pues representan un comportamiento fuertemente seleccionado en muy distintos grupos zoológicos. De entre todas las llamadas de distress, una de las más peculiares y única de nuestra especie es el derramamiento de lágrimas emocionales. El estudio de las señales no verbales de comunicación alcanza aquí una sutileza mayor que la acostumbrada, pues el estímulo que genera respuestas diferenciales llega a ser tan mínimo como una simple lágrima deslizándose por la mejilla. Para comprender mejor las respuestas empático-afectivas, y el posible valor adaptativo de las lágrimas emocionales vertidas por adultos, se llevaron a cabo 4 estudios que han sido publicados en 3 revistas internacionales. Los estímulos utilizados en los 3 primeros estudios fueron imágenes captadas durante una performance artística de Marina Abramovic en Nueva York, en la que de modo espontáneo algunos de los espectadores lloraron sin que sus rostros mostraran un estado emocional marcado e identificable. Estas imágenes fueron modificadas digitalmente de tal modo que se obtuvieran clones de las imágenes originales con la salvedad de que las nuevas versiones carecían de lágrimas visibles. Con una estrategia similar se obtuvieron 5 imágenes de distintas especies animales para el cuarto estudio, pero en este caso las imágenes fueron modificadas para que los clones sí tuvieran lágrimas. Se descubrió que las lágrimas favorecen la empatía afectiva al igual que la simpatía, y facilitan la inferencia emocional y la intensidad con la que son percibidas dichas emociones. Además, las lágrimas parecen actuar como un signo de que la persona que llora está siendo sincera en sus declaraciones, siendo juzgada como más amable, honesta, y de haber cometido un delito, más arrepentida. De modo interesante, las lágrimas cambian el patrón de inspección facial, y capturan toda la atención visual como si de imanes se trataran. Por otro lado, parece que la influencia de las lágrimas pudiera ser un indicador sensible ante ciertas condiciones psicopatológicas, e influye de modo significativo sobre nuestras percepciones de agresividad cuando juzgamos rostros no humanos. Este hallazgo, junto con el parcialmente encontrado en los juicios simulados de criminales ⸺donde la voluntariedad del acto juega un importante papel⸺ respaldan la hipótesis de las lágrimas como frenos de la agresión intraespecie. Se discuten los resultados obtenidos a la luz de la evidencia empírica mostrada por otros investigadores, y se concluye con respecto a dichos resultados y algunas posibilidades de investigación futura.
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