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Tras unas observaciones relativamente amplias sobre el peculiar estilo filosófico de Wittgenstein, así como acerca de la clara separación que el filósofo vienés establece entre la filosofía y las ciencias empíricas (frente a la continuidad entre ambas promovida por la filosofía naturalizada), este trabajo se adentra en la filosofía wittgensteiniana de la mente, fuertemente opuesta al cartesianismo. El aspecto central de este es la concepción de lo mental en términos de substancia: el cartesianismo subraya la independencia ontológica y epistemológica de lo mental frente a cualquier otra entidad o realidad. Esta concepción substancial de lo mental constituye el núcleo central del cartesianismo. Por el contrario, Wittgenstein sostiene lo que podemos llamar una concepción contextual de lo mental: los estados mentales requieren de un contexto, que incluye factores externos y públicos, para existir y ser atribuidos con sentido a alguien. Wittgenstein previene constantemente contra la tentación cartesiana de considerar los procesos y estados mentales como episodios autocontenidos que se desarrollan en el ámbito de la conciencia. El contexto en cuestión está constituido por tres aspectos: un entorno de objetos públicos, manifestaciones comportamentales y un marco objetivo de reglas. El trabajo rastrea temas wittgensteinianos en autores como Davidson, Putnam o Burge, y constata la persistencia del cartesianismo en la filosofía actual de la mente.After relatively broad remarks on Wittgenstein's peculiar philosophical style, as well as on the clear separation that the Viennese philosopher establishes between philosophy and the empirical sciences (as opposed to the continuity between the two promoted by naturalized philosophy), this work delves into the Wittgensteinian philosophy of mind, strongly opposed to Cartesianism. The central aspect of this is the conception of the mental in terms of substance: Cartesianism underlines the ontological and epistemological independence of the mental from any other entity or reality. This substantial conception of the mental constitutes the central core of Cartesianism. On the contrary, Wittgenstein holds what we can call a contextual conception of the mental: mental states require a context, which includes external and public factors, to exist and be meaningfully attributed to someone. Wittgenstein constantly warns against the Cartesian temptation to regard mental processes and states as self-contained episodes that develop in the realm of consciousness. The context in question consists of three aspects: an environment of public objects, behavioral manifestations, and an objective framework of rules. The work traces Wittgensteinian themes in authors such as Davidson, Putnam, or Burge, and detects the persistence of Cartesianism in the current philosophy of mind.
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