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La financiación de viviendas ha sido durante los últimos veinte años la actividad de crédito bancario más dinámica. A lo largo de ese período se han producido transformaciones significativas que han dotado al mercado hipotecario de una gran flexibilidad y de altas dosis de competencia. Antes de las reformas de los años 80 era un mercado con fuertes limitaciones y restringido a cajas de ahorros y al Banco Hipotecario de España. A partir de entonces se ha flexibilizado la obtención de recursos y se ha permitido la entrada de nuevos agentes. No obstante, a la hora de elegir una entidad a la hora de solicitar un crédito para adquisición de una vivienda, las familias han tenido en cuenta, además de las condiciones financieras, la proximidad y el trato personal. De este modo, a pesar de los intentos de otros intermediarios, como los bancos extranjeros, la actividad hipotecaria se realiza preferentemente a través de la banca al por menor, básicamente cajas de ahorros. En este contexto, las cooperativas de crédito se han abierto paso de forma decidida en este mercado, haciendo frente a la dura competencia desatada. Su irrupción ha sido posible gracias a la ampliación de su red de sucursales en el medio urbano. Con ello, además, se ha facilitado el proceso de diversificación de la actividad crediticia de las cooperativas, que tradicionalmente se centraba en la financiación de la agricultura.
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