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Baixauli Romero, Raquel
García Mahíques, Rafael (dir.); Martí Bonafé, María Ángeles (dir.) Departament de Història de l'Art |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2022 | |
La introducción de la modernidad artística en España en la segunda mitad del siglo XIX hizo de la enfermedad un tema que se trasladó a la visualidad artística. A pesar de arrastrarse algunos asuntos anclados en la tradición, los parámetros de representación en torno a lo patológico se renovaron, y las imágenes gestadas en este contexto reflejan muchos de los cambios acontecidos a nivel tecnológico, científico y social, enlazando con el ideario del progreso burgués.
Ante la inminente llegada del fin de siglo, el tema de la enfermedad toma un nuevo rumbo en relación a otros discursos visuales que integran la imagen de la mujer y del hombre enfermos. Lo patológico se carga, en este momento, de nuevos significados que en el ámbito visual se reflejan a partir de determinados recursos retóricos. Las imágenes seleccionadas actúan como depositarias de múltiples preocupaciones sociales y cultur...
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La introducción de la modernidad artística en España en la segunda mitad del siglo XIX hizo de la enfermedad un tema que se trasladó a la visualidad artística. A pesar de arrastrarse algunos asuntos anclados en la tradición, los parámetros de representación en torno a lo patológico se renovaron, y las imágenes gestadas en este contexto reflejan muchos de los cambios acontecidos a nivel tecnológico, científico y social, enlazando con el ideario del progreso burgués.
Ante la inminente llegada del fin de siglo, el tema de la enfermedad toma un nuevo rumbo en relación a otros discursos visuales que integran la imagen de la mujer y del hombre enfermos. Lo patológico se carga, en este momento, de nuevos significados que en el ámbito visual se reflejan a partir de determinados recursos retóricos. Las imágenes seleccionadas actúan como depositarias de múltiples preocupaciones sociales y culturales, de modo que la consideración finisecular de la enfermedad no alude sólo a cuestiones biológicas, fisiológicas o mentales, sino que también responde a factores sociales y culturales.
Esta tesis parte de dos nociones que actuaron de forma transversal en la visualidad artística española del fin de siglo XIX: el género y la idea de lo patológico. Para llevar a cabo el análisis de las imágenes seleccionadas, se propone un procedimiento metodológico que parte de la perspectiva de género y aboga por la interdisciplinariedad. A partir de este enfoque, se realiza una mirada innovadora a la visualidad artística del fin de siglo, entendido como etiqueta identificadora y como herramienta crítica. La interpretación actualizada de las obras propuestas permite, en última instancia, comprender las imágenes como documentos para desarrollar una Historia del arte como Historia cultural.
A lo largo de dicha centuria, la teorización sistematizada sobre la diferencia sexual dio lugar al establecimiento de ideas hegemónicas sobre los géneros, partiendo de una visión dualista que los presentaba como complementarios. Mientras que la versión oficial construida durante el XIX sobre lo femenino colindaba con distintas afecciones y dolencias, lo masculino se alzaba como estandarte de salud, llevando aparejado otros conceptos propios del siglo en relación a la razón, al positivismo y al cientifismo. Así, el objetivo central del que parte este trabajo es demostrar cómo la condición de lo patológico, en la visualidad artística finisecular que se desarrolló en el ámbito español, se asoció a lo femenino.
Las principales aportaciones de este estudio responden al análisis y clasificación de distintas tipologías visuales en las que se imbrica esta concepción del género y la enfermedad. Lejos de actuar únicamente como elementos que reflejaron esta realidad, las imágenes finiseculares generadas en el ámbito hispano participaron de forma autónoma en el entramado cultural del que formaban parte. Por ende, más allá del significativo papel que tuvieron los discursos oficiales en la construcción de la visualidad, las propias imágenes ayudaron a resignificar los ideales en torno a la feminidad y la masculinidad. El discurso visual generado contribuyó a definir el género a partir de la premisa que estableció que la feminidad se considerase un estado patológico.
El modelo visual de la mujer finisecular desarrollado en el ámbito español se caracteriza por el cansancio, el agotamiento y el hastío que la acompañan. La máxima de la domesticidad como espacio de destino adjudicado a las mujeres se tambaleaba ante la popularización de nuevas prácticas de ocio en las grandes ciudades que dieron lugar a modelos femeninos alejados de la propuesta oficial. Así, en las representaciones sobre este tipo femenino del fin de siglo se depositaron las ansiedades de aquellas prácticas que desafiaban las premisas del orden social establecido.
En línea con los discursos oficiales consolidados a lo largo del siglo XIX, a finales de la centuria se siguió presentando una especial atención al cuerpo femenino, todavía rodeado de un sinfín de elucubraciones y misterios, con el objetivo de controlar a las mujeres de clase media. En tanto que lo patológico lindaba con la feminidad, la convalecencia fue una actitud exaltada por la clase media y las imágenes de este momento evidencian también que el culto a la invalidez era una vía que implicaba estar al día.
A partir de la interpretación razonada de las imágenes propuestas, se han considerado varias tipologías icónicas en torno a la mujer bajo la premisa que asocia lo femenino a diversas enfermedades o categorías diagnósticas. A este respecto, el tipo de la tísica sublime eleva al máximo lo patológico al considerarse casi como una categoría estética que muestra cuestiones en relación a la apariencia. Esta serie de representaciones evidencia la relación que se estableció en la modernidad entre la feminidad y los significados que incluye el término imagen.
En paralelo a este devenir estético, la profusa atención que recibió el sujeto femenino por parte de los distintos discursos hizo que se reinventasen patologías con una tradición anterior, como la clorosis. Más allá de la literatura médica relacionada con esta categoría diagnóstica, la visualidad que abordó el tema lo tradujo en una tipología iconográfica que representaba a la mujer como convaleciente, consecuencia de determinadas prácticas consideradas perniciosas para el sujeto femenino y que conducían a la degeneración moral de la sociedad.
La doble vertiente visual en torno a la imagen cultural de la prostituta enferma evidencia las fallas de la moral burguesa. Su consideración como víctima y como culpable a través de una serie de síntomas culturales sobre el género se hace patente al analizar el extenso protagonismo que la tuberculosis y la sífilis tuvieron en relación a esta figura.
De manera simultánea, la consideración finisecular de lo patológico contribuyó a generar una visión decadente de la masculinidad. La versión oficial propuesta por los discursos de género decimonónicos comprendía la masculinidad como fórmula opuesta a la feminidad. Actitudes como la postración o el cansancio se entendían como rasgos identificadores propios de las mujeres. Sin embargo, tales cualidades aparecen en retratos de artistas e intelectuales del momento. Dentro de este espectro, se dedica una mirada especial a la imagen del artista enfermo. Este tipo de representaciones se alza como paradigma visual del sentir finisecular, un sentimiento que, en el caso español, responde a la propia concepción del arte, así como a la realidad del contexto histórico.
El procedimiento metodológico empleado y desarrollado en esta tesis doctoral demuestra las conexiones existentes en torno al género y lo patológico en el final del siglo XIX y su reflejo en la visualidad artística. La consideración de las imágenes escogidas apunta la existencia de distintas tipologías iconográficas en relación a la representación de la mujer y el hombre como enfermos. En tanto en cuanto las visiones normativas del género y lo patológico se construyeron de forma simultánea y aunando esfuerzos para mantener cierta estabilidad, las manifestaciones culturales responden al contenido de los discursos defendidos desde la oficialidad. Asimismo, las mismas obras presentan grietas que contribuyen a cuestionar desde su propia autonomía las categorías normativas.
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