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Leonard Hayflick definió el envejecimiento como un proceso que ocurre en todos los miembros de una misma especie, en todas las especies y, en el ser humano, se caracteriza principalmente por una pérdida de la capacidad intrínseca, así como por el deterioro de la capacidad funcional y los sistemas fisiológicos.
Este deterioro nos lleva a reducir nuestra capacidad de respuesta y adaptación a distintos tipos de estreses, ya sean a nivel celular o sobre la suficiencia para realizar actividades como levantarse de una silla.
En las últimas décadas se ha podido observar como la mejora en la atención sociosanitaria, entre otros factores, nos ha llevado a aumentar drásticamente nuestra esperanza de vida. De hecho, ésta ha aumentado más durante la última mitad del s. XX que durante el resto de la historia de nuestra especie. Este escenario nos presenta un nuevo desafío puesto que los años que hemos ganado de vida, en muchos casos, no son de calidad.
En este contexto, el síndrome geriátrico de la fragilidad aparece como uno de los mayores retos a tratar y una de las intervenciones que ha demostrado ser más efectiva es el ejercicio físico multicomponente.
Son diversas las intervenciones que se han realizado. Sin embargo, existe una carencia de investigaciones fuera del contexto clínico para tratar de prevenir revertir la fragilidad en el adulto mayor. A raíz de un ensayo clínico previamente realizado por nuestro grupo de investigación (NCT02331459), en la presente tesis doctoral nos propusimos trasladar e implantar esta metodología fuera del entorno hospitalario (Real-Life). Utilizando los mismos criterios de inclusión, se recluta y realizan las evaluaciones geriátricas integrales a través de los servicios sociales de distintos municipios de la zona de Valencia, para luego desarrollar una intervención con ejercicio físico multicomponente durante seis meses.
Este programa cuenta con una serie de modificaciones y adaptaciones, que se detallarán más adelante, respecto al protocolo desarrollado en el ensayo clínico. El objetivo de estos cambios se fundamenta en la intención de aumentar la adherencia para garantizar los estímulos suficientes de cada una de las capacidades físicas intervenidas.
La intervención Real-Life demuestra ser efectiva reduciendo los criterios de fragilidad de Linda Fried, el riesgo y número de caídas y aumentando la capacidad para realizar las actividades básicas y complementarias de la vida diaria en los adultos mayores tras los seis meses de intervención.
Así mismo, hemos conseguido mejorar la composición corporal, aumentar la fuerza de prensión palmar y fomentar una mejor autopercepción de la calidad de vida y del apoyo social. También hemos visto reducidos los criterios de depresión.
En comparación con el ensayo clínico previo, hemos conseguido aumentar en gran medida la adherencia, hecho que ha permitido obtener resultados más favorables en los parámetros anteriormente mencionados.
Por último, se ha observado que, para estos mismos parámetros y con los mismos criterios de inclusión, existen diferencias en función del sexo. La fragilidad es un síndrome geriátrico de mayor prevalencia entre las mujeres que entre los hombres, lo cual influye en la calidad de vida y la independencia de las adultas mayores.
La adherencia a la intervención Real-Life también ha derivado en mejores resultados para los parámetros estudiados en las mujeres de este grupo, en comparación con las que participaron en el ensayo clínico previo.
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