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La investigación versa sobre los mecanismos de paz derivados de la teoría liberal occidental de la paz, que la comunidad internacional aplica a los conflictos armados internos en África. Su balance mitigado pone en tela de juicio su eficacia real y su capacidad para poner fin a los conflictos de manera sostenible y construir la paz. Analizando tanto los casos de éxito como de fracaso, se intenta extraer las buenas o malas prácticas que producen dichos resultados, a partir del análisis crítico de las teorías objetivas que las sustentan, de forma que se infieran las buenas prácticas generalizables y los frecuentes errores a evitar, para una mayor eficacia. Emerge de los análisis que la intervención internacional se resiente de una falta de adaptación a la naturaleza evolutiva del arte de la guerra, de sus contextos y actores implicados. Lo anterior redunda en la aplicación de soluciones estandarizadas en contextos y problemas específicos que muchas veces requieren innovación y creatividad. Las escasas innovaciones pecan por una aplicación a geometría variable y un fundamento racional claudicante, ejemplo de la Responsabilidad de Proteger. La falta de correlación entre las causas y las soluciones propuestas, el auge del uso de la fuerza en detrimento de herramientas políticas sugeridas por los mecanismos pacíficos de la Carta de las Naciones Unidas, la prioridad al desarme de los combatientes irregulares en vez de su reconversión, la exclusión de actores clave de los procesos de paz en nombre de la lucha global contra el terror, el uso de sanciones donde el diálogo y la negociación son necesarios, y una cuasi ausencia de medidas de prevención, son algunos obstáculos salientes a una paz duradera en África. Las recomendaciones clave recaen en la tríada reconciliación-reintegración-prevención: construir la paz y no eliminar el conflicto; garantizar la reconciliación poniendo a contribución los mecanismos africanos de paz; reintegrar efectivamente a los excombatientes en sus comunidades, como factor crítico para evitar el reciclaje de la violencia; reducir las brechas sociales y estructurales, promoviendo el buen gobierno y sistemas políticos democráticos; generalizar el uso de los Sistemas de Alerta Temprana de conflictos, y reducir la brecha entre la alerta y la respuesta.The investigation assesses the Western liberal peace theory mechanisms applied by the international community to internal armed conflicts in Africa. Its mitigated balance raises questions about its real effectiveness and its ability to sustainably end conflicts and build long-lasting peace. Analyzing both cases of success and failure, an attempt is made to deduce good or bad practices that produce these results, building on the critical analysis of the objective theories that underpin them, so that generalized good practices and frequent errors to avoid can be inferred, for greater efficiency. It emerges from the analyzes that the international intervention is weakened by a lack of adaptation to the evolving nature of the art of war, the "new wars" contexts and actors involved. This results in the application of standardized solutions to specific contexts and problems that often require innovation and creativity. The few existing innovations suffer from a double standard policy and a failing rational foundation, the case of the Responsibility to Protect. The lack of correlation between causes and solutions, the greater use of force to the detriment of political tools suggested by the peaceful mechanisms of the United Nations Charter, the priority given to the disarmament of irregular combatants instead of their reconversion, the exclusion of key actors from peace processes in the name of the global fight against terror, the use of sanctions where dialogue and negotiation are necessary, and the virtual absence of preventive measures, are some of the salient obstacles to sustainable peacebuilding in Africa. The key recommendations hinge on the reconciliation-reintegration-prevention triad: to build peace and not eliminate conflict; to ensure reconciliation by activating the centuries-old African peace mechanisms with proven efficiency; to effectively reintegrate former combatants into their communities, as a critical factor in preventing violence recycling; to reduce social and structural gaps, promoting good governance and democratic political systems; to generalize the use of Early Warning Systems for conflicts, and reduce the gap between the warning and the response.
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