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El presente artículo se propone analizar las obras Julius von Tarent de Johann Anton Leisewitz y Die Zwillinge de Friedrich Maximilian Klinger, ambos publicados en 1776 y exponentes del drama del Sturm und Drang. En estos análisis se estudiarán las motivaciones de los personajes, así como las reinterpretaciones que cada obra ofrece del fratricidio de Caín y Abel: en Leisewitz, Julius no puede unir las esferas de la razón de Estado y del amor, con lo que decide rebelarse contra la primera e intentar huir, pero Guido se lo impide y termina asesinándolo; en Klinger, Guelfo cuestiona la primogenitura de Ferdinando y la reclama para sí, pues considera que se la han robado y le han dado todo a su hermano. Mediante las acciones de los personajes de ambos dramas se hace visible la maquinaria de subordinación y ejercicio del poder que opera en ellos. Se concluye que las obras no deben verse como dramas revolucionarios, sino que más bien en ellos opera una incipiente crítica a los postulados ilustrados y se muestra la decadencia e inminente colapso de una sociedad/familia demasiado rígida e hipócrita que busca únicamente su preservación y continuidad sin tener en cuenta las consecuencias internas, esto es, la fragmentación y polarización que puedan provocar. This article sets out to analyse the plays Julius von Tarent by Johann Anton Leisewitz and Die Zwillinge by Friedrich Maximilian Klinger, both published in 1776 and exponents of Sturm und Drang drama. The motivations of the characters will be studied, as well as the reinterpretations that each play offers of the fratricide of Cain and Abel: in Leisewitz, Julius cannot unite the spheres of state reason and love, so he decides to rebel against the former and tries to flee, but Guido prevents him and ends up murdering him; in Klinger, Guelfo questions Ferdinando's birthright and claims it for himself, considering that it has been stolen from him and given to his brother. Through the actions of the characters in both dramas, the machinery of subordination and exercise of power that operates in them becomes visible. It is concluded that the plays should not be seen as revolutionary dramas, but rather as incipient critiques of Enlightenment postulates, showing the decadence and imminent collapse of a society/ family too rigid and hypocritical that seeks only its preservation and continuity without considering the internal consequences, i.e., the fragmentation and polarization that they may cause
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