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dc.contributor.advisor | Fuentes Durá, Inmaculada | |
dc.contributor.advisor | Ruiz Ruiz, Juan Carlos | |
dc.contributor.advisor | Sancerni Bestia, María Dolores | |
dc.contributor.author | López Palanca, Irene | |
dc.contributor.other | Departament de Personalitat, Avaluació i Tract. Psicologics | es_ES |
dc.date.accessioned | 2023-01-18T10:22:22Z | |
dc.date.available | 2023-01-19T05:45:06Z | |
dc.date.issued | 2023 | es_ES |
dc.date.submitted | 03-02-2023 | es_ES |
dc.identifier.uri | https://hdl.handle.net/10550/85013 | |
dc.description.abstract | El estigma social o público siempre ha sido, y es en la actualidad, una cuestión de discusión, ya que es un atributo que conlleva una identidad social, la cual es devaluada en un contexto social determinado (Muñoz, Pérez-Santos, Crespo y Guillem, 2009). La opinión pública sobre la posesión de una característica negativa, desencadena una serie de reacciones negativas hacia aquel o aquellos que la poseen. Dicha reacción, tal y como comenta Goffman en 1963 en su estudio sobre el atributo desacreditador, devalúa profundamente a la persona, contaminándola y la convierte en otra “manchada”, prescindible y de la cual hay que apartarse o evitar (Fuster Ruíz de Apocada, 2011). Para que pueda darse una reacción de estigma por parte de la sociedad, tiene que producirse una serie de reacciones psicológicas y sociales por parte de la población hacia aquello que se percibe como estigmatizado. Estas reacciones desembocan en prejuicios (componente emocional), estereotipos (componente cognitivo) y discriminación (componente conductual) (Simón-Alonso, 2015). Uno de los grandes estigmas como sociedad, aunque en muchas ocasiones ocultado o disimulado, es el estigma hacia el trastorno mental grave. Este estigma hacia lo desconocido o no controlable, hace que exista un deseo por una distancia social hacia el “extraño” o “diferente”. Por ello, se le adjudica una etiqueta que lo marcará para así, poder identificarlo y hacer una separación entre el “ellos” y el “nosotros” – Tª de la re-categorización de Allport (Martín-Balle, 2019). Además, esta estigmatización social surge como control o manejo sobre la exclusión de los otros, para así preservar la sociedad según los parámetros aceptados por ella. Lo que comúnmente se conoce como “stigma-power” (Link & Phelan, 2014). Este estigma puede darse de dos maneras diferenciadas, de forma implícita/automática y de forma explícita/controlada. Ambas desembocan en un impacto social, psicológico y económico en las personas estigmatizadas. Este impacto es muy perjudicial y provoca una relación negativa de las personas que lo padecen con la autoestima, el empoderamiento, la calidad de vida, el apoyo y la integración social (Eisenberg, Downs & Golberstein, 2012). A pesar de que el conocimiento hacia el trastorno mental ha aumentado y las intervenciones cada vez son más efectivas, las respuestas negativas siguen existiendo (Tippin & Maranzan, 2019). Esto puede deberse a la existencia de factores biogenéticos y psicosociales relacionados con la aparición de la enfermedad, los cuales ayudan a seguir estigmatizando y al mantenimiento de la aparición de actitudes y comportamientos tales como la evitación, la negatividad, los estereotipo, el tratamiento adverso en interacciones y otras formas de discriminación (Mannarini, Boffo, Rossi & Balottin, 2018). Tal y como aparece en la literatura científica, el conocimiento sobre el trastorno mental grave y el contacto con la misma, puede afectar al cambio de actitud respecto al trastorno mental grave de una manera más positiva (Simmons, Jones & Bradley, 2017), por ello sería razonable pensar que todos aquellos profesionales que se dedican al campo de la salud mental, no contaran con los estigmas que existen en la sociedad o que estos fueran de una menor intensidad. El contacto, como maniobra de cambio de estigma, está justificado a través de la “hipótesis del contacto”, la cual propone una estrategia para mejorar las relaciones interpersonales mediante la facilitación del contacto (Kosyluk, et al, 2016) modificando los componentes tanto cognitivo (formación) como el afectivo (contacto) (Medina-Mesa, Martínez-García, Morales-Sánchez, & Gil-Olarte, 2018). Diferentes estudios hablan sobre que el problema del estigma no solo aparece en la población en general sino que también afecta a aquellas personas o profesionales sanitarios que trabajan codo con codo con la enfermedad mental grave, a pesar del deber profesional. Estas actitudes estigmatizadas se mantendrían a pesar de la exposición a los pacientes y la formación profesional (formación y contacto – hipótesis del contacto) (Chile, Stefanovics & Rosenheck, 2018). Específicamente, cuando hablamos de los profesionales dentro del campo de la psicología, sabemos que existen pocos estudios que exploran esas actitudes en cuestión, pero sugieren que estos profesionales suelen tener una visión más optimista de las intervenciones y sus resultados en comparación con otros grupos de profesionales de la salud mental (Magliano et al, 2016). Pero, ¿qué pasa cuando centramos nuestra atención en los futuros profesionales de la salud mental?; ¿Los estudiantes de psicología, y futuros psicólogos, tendrán también esa misma visión positiva? Se ha comprobado que los estudiantes de psicología en comparación con los estudiantes de otras carreras del ámbito de la salud mental, muestran un mayor distanciamiento social y son mucho más pesimistas con el buen pronóstico del trastorno (Magliano et al, 2016). Entonces, ¿cuándo se produce ese cambio de pensamiento? Sabemos que, a lo largo del tiempo, las creencias, las inquietudes y, obviamente, los conocimientos de los alumnos de psicología no son los mismos al entrar en la facultad que al salir. Por eso, y sabiendo que, los estudiantes que reportan experiencias personales con el trastorno muestran una mayor aceptación social (Chile, Stefanovics & Rosenheck, 2017), es importante conocer si existe una evolución en el proceso estigmatizador de los estudiantes de psicología y las características de la misma. De este modo ayudaremos a prevenir la futura estigmatización que pueda aparecer no solo hacia la enfermedad sino hacia la voluntad de ellos mismos a la hora de buscar ayuda en un futuro ante cualquier conflicto o problema relacionado (Michaels, Corrigan, Kanodia, Buchholz, & Abelson, 2015). Por todo ello, trataremos de comprobar si el trascurso de los estudios en psicología, ayuda a disminuir o erradicar, en los estudiantes de psicología de la Universidad de Valencia, el estigma, la asignación de atributos no deseables y desacreditables (Pingani et al, 2016) a las personas diagnosticas con un trastorno mental grave. | es_ES |
dc.description.abstract | Social or public stigma has always been, and is currently, a matter of discussion, since it is an attribute that entails a social identity, which is devalued in a given social context (Muñoz, Pérez-Santos, Crespo and Guillem , 2009). Public opinion about the possession of a negative characteristic triggers a series of negative reactions towards the one or those who possess it. Said reaction, as Goffman comments in 1963 in his study on the discrediting attribute, profoundly devalues the person, contaminating him and turning him into another "tainted", dispensable and from which one must distance himself or avoid (Fuster Ruíz de Apocada, 2011). In order for a stigma reaction to occur on the part of society, there must be a series of psychological and social reactions on the part of the population towards what is perceived as stigmatized. These reactions lead to prejudices (emotional component), stereotypes (cognitive component) and discrimination (behavioral component) (Simón-Alonso, 2015). One of the great stigmas as a society, although often hidden or concealed, is the stigma towards severe mental disorders. This stigma towards the unknown or uncontrollable causes a desire for a social distance towards the "strange" or "different". For this reason, it is awarded a label that will mark it in order to identify it and make a separation between "them" and "us" - Tª of the re-categorization of Allport (Martín-Balle, 2019). In addition, this social stigmatization arises as control or management over the exclusion of others, in order to preserve society according to the parameters accepted by it. What is commonly known as “stigma-power” (Link & Phelan, 2014). This stigma can occur in two different ways, implicitly/automatically and explicitly/controlledly. Both lead to a social, psychological and economic impact on stigmatized people. This impact is very harmful and causes a negative relationship of the people who suffer from it with self-esteem, empowerment, quality of life, support and social integration (Eisenberg, Downs & Golberstein, 2012). Despite the fact that knowledge about mental disorders has increased and interventions are becoming more effective, negative responses continue to exist (Tippin & Maranzan, 2019). This may be due to the existence of biogenetic and psychosocial factors related to the appearance of the disease, which help to continue stigmatizing and maintaining the appearance of attitudes and behaviors such as avoidance, negativity, stereotypes, adverse treatment in interactions and other forms of discrimination (Mannarini, Boffo, Rossi & Balottin, 2018). As it appears in the scientific literature, knowledge about severe mental disorder and contact with it can affect the change in attitude towards severe mental disorder in a more positive way (Simmons, Jones & Bradley, 2017), for It would be reasonable to think that all those professionals who are dedicated to the field of mental health, did not have the stigmas that exist in society or that these were less intense. Contact, as a stigma change maneuver, is justified through the "contact hypothesis", which proposes a strategy to improve interpersonal relationships by facilitating contact (Kosyluk, et al, 2016) by modifying both cognitive (training) and affective (contact) (Medina-Mesa, Martínez-García, Morales-Sánchez, & Gil-Olarte, 2018). Different studies talk about the problem of stigma not only appears in the general population but also affects those people or health professionals who work hand in hand with serious mental illness, despite professional duty. These stigmatized attitudes would be maintained despite exposure to patients and professional training (training and contact - contact hypothesis) (Chile, Stefanovics & Rosenheck, 2018). Specifically, when we talk about professionals within the field of psychology, we know that there are few studies that explore these attitudes in question, but they suggest that these professionals tend to have a more optimistic view of interventions and their results compared to other groups of professionals. of mental health (Magliano et al, 2016). But what happens when we focus our attention on future mental health professionals? Will psychology students, and future psychologists, also have that same positive vision? It has been proven that psychology students, compared to students of other careers in the field of mental health, show greater social distancing and are much more pessimistic about the good prognosis of the disorder (Magliano et al, 2016). So when does that shift in thinking occur? We know that, over time, the beliefs, concerns and, obviously, the knowledge of psychology students are not the same when they enter the faculty as when they leave. For this reason, and knowing that students who report personal experiences with the disorder show greater social acceptance (Chile, Stefanovics & Rosenheck, 2017), it is important to know if there is an evolution in the stigmatizing process of psychology students and the characteristics Of the same. In this way we will help prevent future stigmatization that may appear not only towards the disease but also towards their own will when seeking help in the future for any related conflict or problem (Michaels, Corrigan, Kanodia, Buchholz, & Abelson , 2015). For all this, we will try to verify if the course of studies in psychology helps to reduce or eradicate, in the psychology students of the University of Valencia, the stigma, the assignment of undesirable and discreditable attributes (Pingani et al, 2016 ) to people diagnosed with a severe mental disorder. | en_US |
dc.format.extent | 137 p. | es_ES |
dc.language.iso | es | es_ES |
dc.subject | estigma social | es_ES |
dc.subject | trastorno mental grave | es_ES |
dc.subject | estudiantes de psicología | es_ES |
dc.title | Estudio comparativo sobre la presencia del estigma social asociado al trastorno mental grave en estudiantes de psicología de la Universitat de València | es_ES |
dc.type | doctoral thesis | es_ES |
dc.subject.unesco | UNESCO::PSICOLOGÍA | es_ES |
dc.embargo.terms | 0 days | es_ES |