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Desde el último tercio del siglo XVIII, las estampas de figurines relacionadas directamente con la apariencia, el gusto y la moda, difundidas desde la prensa, tienen en España una especial significación a la hora de orientar a las élites urbanas e ilustradas. Se trataba, en definitiva, de estar al día de las novedades y adelantos que se producían en todos aquellos objetos y elementos destinados a priorizar el estatus y la elegancia conforme a los dictados que se gestaban en las grandes capitales europeas que marcaban las pautas de la distinción. Londres y lo inglés, junto a los figurines parisinos, comenzó a formar parte de los criterios estéticos de la alta sociedad española, que participó a través de la elección de lo británico como símbolo de una nueva modernidad. Buen ejemplo de ello es el volumen de grabados, editados por la Casa Ackermann, bajo el título Figurines ingleses. Edición para España 1824-25, que se analiza en este estudio.
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