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La Investigación en Educación Musical ha representado básicamente una reflexión en el cómo enseñar mejor la Música, pero ha dejado a menudo de lado, o implícito, el qué enseñar de la Música. A esta pregunta debería responder la Investigación en la Teoría de la Música, generando así lo que se entiende por conocimiento de la Música.Entendemos que la mejora de una enseñanza no sólo depende de la forma en que se presentan unos contenidos concretos, sino también, y sobretodo, de los contenidos en sí, del tipo de contenidos. Así unos contenidos fundamentados en una concepción reduccionista y fragmentaria del objeto o situación que se quiere enseñar difícilmente permitirán conseguir una verdadera comprensión global del objeto o situación en cuestión.En el caso de la Música, la evolución de la Teoría sobre el objeto musical en los últimos 50 años, ha generado un conocimiento de otro tipo, de otro nivel; un conocimiento ya no de fragmentación y reducción de la obra musical a unos elementos determinados, sino un conocimiento de lo que genera y produce la globalidad y la unidad de la obra. Este tipo de conocimiento representa una concepción organísmica y sistémica del objeto musical, en la cual este se explica no tanto a partir de su dimensión más visible y externa, los sonidos y el tiempo, como a partir de su dimensión no visible, pero si perceptible, interna, formada básicamente por las relaciones entre los sonidos y producida fuera del tiempo. Así, esta segunda dimensión es la que acaba justificando y dando sentido a la primera. De esta manera, desde esta concepción, la explicación del objeto musical ya no excluye ni anula su percepción más inmediata, la sensación, como sí ocurre con la concepción reduccionista, sino que precisamente llega a esta sensación mostrando qué la produce.Es necesario llegar a la globalización de contenidos desde el conocimiento de la globalidad en la Música, la globalidad de la obra musical, es decir, a partir de un conocimiento de tipo global. Hacen falta, por tanto, unos contenidos de globalidad que permitan además conectar realmente el conocimiento con la sensación, en una verdadera comprensión global. Y así, entonces, podremos, por primera vez, en la Música y en la enseñanza musical, sentir lo que entendemos y entender lo que sentimos.
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