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This article analyzes the narrative and discursive element of the first cultural and diplomatic contacts between the Spanish Monarchy and the Chinese Empire during the reign of Emperor Wanli of the Ming dynasty. The Hispanic presence in the Philippines from the 1560s placed the Catholic Monarchy in a privileged geographical position to access the Asian giant. In 1575 the first formal legation of the Hispanic authorities of the Philippines to China took place. The Augustinian religious Martín de Rada led, together with the conqueror and encomendero Miguel de Luarca, a journey sent by the governor of the islands. Although the envoys did not go beyond touring the southern provinces of the Ming empire for a few months, without the possibility of travelling to the imperial court in Beijing, their meetings with city governors or with the governor of Fujian province, in addition to their multiple experiences of contact with mandarins and diverse people, allowed them to forge an approximated image of the Celestial Empire, later capturing their experiences and perceptions in two handwritten accounts: the Relación del reino de Taibín, of Rada, and the Verdadera relación of Luarca, both of 1575. The two texts offer often divergent perspectives on what has been lived and on the relationship with a gentile people and their moral categories. The analysis of both accounts, together with the consultation and revision that Juan González de Mendoza, also an Augustinian, made of them for his Historia del gran reino de la China (Rome, 1585), allows us to contrast two perspectives, the secular and the religious, but also others linked to the debates on Gentilism and guerra justa in East Asia, to understand the narratives of the first contact between the Hispanic world and China in modern times.; Este artículo analiza el elemento narrativo y discursivo de los primeros contactos culturales y diplomáticos entre la Monarquía hispana y el Imperio chino durante el reinado del emperador Wanli, de la dinastía Ming. La presencia hispana en las Filipinas a partir de la década de 1560 situó a la Monarquía Católica en una posición geográfica privilegiada para acceder al gigante asiático. En 1575 se produjo la primera legación formal de las autoridades hispanas de Filipinas a China. El religioso agustino Martín de Rada encabezó, junto al conquistador y encomendero Miguel de Luarca, una comitiva enviada por el gobernador de las islas. Aunque los enviados no pasaron de recorrer durante algunos meses las provincias del sur del imperio Ming, sin posibilidad de viajar hasta la corte imperial en Pekín, sus encuentros con gobernadores de ciudad o con el propio gobernador de la provincia de Fujian, además de sus múltiples experiencias de contacto con mandarines y gentes diversas, les permitieron forjarse una imagen aproximada del Celeste Imperio, plasmando, después, sus experiencias y percepciones en sendas relaciones manuscritas: la Relación del reino de Taibín, de Rada, y la Verdadera relación de Luarca, ambas de 1575. Los dos textos ofrecen perspectivas a menudo divergentes sobre lo vivido y sobre la relación con un pueblo gentil y sus categorías morales. El análisis de ambas relaciones, junto a la consulta y revisión que de ellas hizo el también agustino Juan González de Mendoza para su Historia del gran reino de la China (Roma, 1585), permite contraponer dos perspectivas, la secular y la religiosa, pero también otras vinculadas a los debates sobre el gentilismo y la guerra justa en Asia oriental, para comprender las narrativas del primer contacto entre el mundo hispánico y China en la época moderna.
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