La presión estética vista como una manifestación más de violencia contra las mujeres, se fundamenta históricamente en la construcción misma del cuerpo de la mujer, que fue objeto de imposiciones dadas desde las diferentes perspectivas religiosas, médicas y filosóficas, que llevaron a una posición de inferioridad a los cuerpos de las mujeres, solo por el hecho de ser mujer. En ese transcurrir, su belleza viene ligada con su autoestima y empoderamiento a través de los cuerpos perfectos, delgados y rostros sin arrugas, normados y evaluados bajo un sistema neoliberal en donde prima el mercado y el capital. Aspectos que han desencadenado en una presión social hacia las mujeres, de manera invisible e imperceptible, pero que está presente en su subjetividad, el cómo alcanzar y estar dentro de este sistema patriarcal que encamina a una presión por las cirugías estéticas. Pues estas cirugías estéticas en muchos casos se han convertido en actos violentos contra las mujeres, ya que indudablemente se han sometido a que transformen sus cuerpos, lo cual ha ocasionado problemas físicos y psicológicos, como frustración por los cambios físicos y por los resultados inesperados. Pero además también en muchos de los casos, les han quitado la vida, afectando a sus familias y a la sociedad en general. Es necesario se promueva un amparo legal y ético que regule y controle esta tiranía de imposiciones sociales sobre los cuerpos de las mujeres, generados a través de los medios de comunicación y los discursos médicos, que influyen de manera silenciosa en una supuesta voluntad de libre elección.