Los cambios en las prácticas de gestión de mano de obra que se están aplicando en Renfe en las últimas décadas han conllevado una reducción drástica de la plantilla (flexibilidad en la salida), y una mayor disponibilidad laboral de los que han quedado (flexibilidad funcional). Dichos cambios guardan relación con la orientación privatizadora de la economía que impone un cuestionamiento del modelo de transporte ferroviario existente hasta fechas recientes. Asimismo, están condicionados por el hecho de ser una empresa pública (financiación presupuestaria, politización,...). El objetivo básico de las prácticas de gestión de mano de obra aplicadas en Renfe es la reducción de los costes laborales de la mano de obra. Los trabajadores y sindicatos han amortiguado los efectos más perversos que supone la salida de miles de trabajadores (más de 15.000 en los últimos 14 años), paradójicamente sin conflictos sociales... lo que ha sido posible por la forma en que sean configurado los expedientes de regulación de empleo, consolidando al mismo tiempo ventajas económicas a cambio de aceptar disposiciones y figuras laborales más flexibles como el servicio itinerante de circulación, el agente único de conducción.