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El valor de la educación no está en las apariencias sino en la respuesta a las necesidades reales de la población, para evitar, dentro de lo posible, el abuso de las drogas o, al menos, minimizar las consecuencias negativas de su consumo. Estamos ante una tarea compleja que no se puede resolver con cualquier actividad de información o control.Urge reflexionar sobre el fenómeno de las drogas como también sobre las medidas puestas en marchas, pues algo falla cuando los objetivos educativos no se consiguen, a pesar de tantos planes y programas de actuación. En este sentido, parece surgir hoy un nuevo discurso sobre la intervención en el ámbito de las drogas que conviene analizar con profundidad para comprender su sentido y alcance y poder desarrollar así un compromiso educativo acorde con las necesidades de las personas. Desde este análisis, se ve la necesidad de repensar la educación sobre las drogas para una «nueva prevención».
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