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Resulta muy difícil enfocar la normalidad desde un criterio operativo,
pragmático y no excluyente para el individuo. Se puede destacar, en principio,
que lo anormal no es necesariamente patológico y mas bien viene marcado por la
desviación media de la norma correspondiente a la totalidad del grupo de
referencia. Lo normal se delimita desde el ámbito de la esfera sociocultural y
únicamente indica una adaptación adecuada al contexto social. De ahí que lo
anormal puede ser patológico, doloroso e inadaptado, pero, en ocasiones, puede
resultar sano, asintomático o adaptado. La naturaleza de un fenómeno o conducta
como patológicos no viene dada por su anormalidad o desvío de la norma, sino
porque, bajo tal fenómeno o conducta, subyacen mecanismos que comportan al
sujeto una restricción de su libertad (entendida como forma de enriquecimiento
existencial que mejore las relaciones humanas intro e intrapersonales). Lo enfermo, sólo supone un caso especial de lo anormal, donde lo
significativo debe ser referido a la relación sujeto-objeto y no a la situación
estadística o sociológica. Así la enfermedad adquiere un carácter personal y
existencial.
Se plantea la cuestión de si existen sociedades sanas frente a sociedades
enfermas. Escuelas sociológicas y algunas orientaciones medicas han llevado a
cabo una fusión de individuo y sociedad de tal manera que no se diferencia
cualitativamente la enfermedad personal de la enfermedad como un problema
social, y se diluye el trastorno individual en la alienación colectiva sin que medien
diferencias esenciales de naturaleza. El hecho de que existan sociedades más
sanas que otras, debe de permitir mantener la conveniente distancia entre la
patología personal y la social, ya que la primera se estructura en base a factores
culturales, pero también psicológicos, biológicos, lo que le confiere una
diferencia respecto a la alienación colectiva. En el terreno de los trastornos
infecciosos es donde la asimilación de lo personal y lo social es más peligrosa,
pues puede llevar a una simplificación de la enfermedad bajo la cubierta del
reduccionismo social.
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