La presente comunicación se centra en dos nociones que constituyen las dos caras de una misma moneda, el éxito y el fracaso escolar, y que quedan reflejadas (de manera tácita o explícita) en toda una tradición de cine francés de la que a efectos expositivos seleccionamos un período de medio siglo que arranca con Los 400 golpes (1959), de Truffaut, hasta La clase (2008), de Laurent Cantet, todas ellas con una preocupación por la educación como telón de fondo que permite deducir que algo no anda bien en el sistema escolar. De todas ellas se han escogido cinco, que servirán a modo de ilustración, atendiendo a una serie de variables (edad del profesor y nivel académico, género y generación a la que se pertenece), y que ayudarán a entender mejor las expectativas que tienen los docentes sobre el alumnado, esto es, de qué criterios se hacen servir para etiquetar a un alumno de fracasado escolar y de qué otros para considerarlo merecedor de éxito escolar (y a través de qué mecanismos trata de legitimar ambas posiciones). Son muchos los indicios que pueden llevarnos a descubrir tales criterios, asumiendo además, que éstos responden a una construcción social previa de lo que se entiende por alumnado y profesorado. En esta contribución nos centraremos en la práctica educativa reflejada en este material fílmico, su decantación por un interés práctico o técnico (en términos de Habermas) o la plasmación fílmica de las nociones de disciplina y control, en sentido foucaultiano.