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Los países europeos se encuentran en un proceso de convergencia que conlleva el planteamiento de similares problemas sociales, económicos y políticos. En particular, el bienestar se empieza a concebir como un valor supranacional que requiere de la conjunción de criterios y esfuerzos para su mantenimiento ante problemas sobrevenidos en todos los países, como son el aumento de la ratio de pensionistas y el aumento de la demanda de cuidados de larga duración, ambos muy correlacionados con el envejecimiento de la población europea, que significan una carga creciente sobre los sistemas públicos sanitario y de pensiones. Además, en los estados meridionales concurre otro fenómeno que afecta directamente a la provisión del bienestar, como es la incorporación de la mujer al mundo laboral que tiene asociada una progresiva desfamilización de la sociedad. Ante la ruptura de la solidaridad familiar que ello trae asociado, aparece un incremento de la demanda de cuidados hacia el Estado que grava aún más el gasto público. Estos problemas comunes se producen en coyunturas aún diferentes en cada modelo de bienestar, pero la convergencia supone plantear respuestas que, a largo plazo, sean útiles para todos los países. El actual modelo de bienestar meridional se enfrenta con tres problemas sociodemográficos: el envejecimiento de la población, el aumento de la dependencia y la crisis del apoyo informal o desfamilización. En este artículo, se aportan datos y proyecciones que tomados de forma conjunta ponen de manifiesto que estos problemas amenazan la sostenibilidad de las estructuras de bienestar del modelo mediterráneo.
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