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Mateu Puncel, Paula
Aznar Avendaño, Francisco Javier (dir.); Fernández Martínez, Mercedes (dir.) Facultat de Ciències Biològiques |
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0.1. INTRODUCCIÓN GENERAL
0.1.1. DIVERSIDAD
Los cetáceos albergan una fauna específica de parásitos de transmisión trófica que
incluye digeneos, cestodos, nematodos y acantocéfalos (Aznar et al., 2001; Raga et al.,
2009). Dentro de los digeneos se han citado unas 40 especies pertenecientes a cuatro
familias (Heterophyidae, Brauninidae, Notocotylidae y Brachycladiidae), la mayoría
encontradas en el tracto digestivo de cetáceos, aunque algunas especies también
parasitan los senos aéreos y los pulmones (Raga et al., 2009). Además, se han citado
tres familias de cestodos (Tetrabothriidae, Diphyllobothriidae y Phyllobothriidae) que
incluyen unas 30 especies (Aznar et al., 2001; Raga et al., 2009). Un dato interesante
sobre dichos cestodos es el hecho de que no sólo encontramos formas adultas, sino
también larvas de distintas especies, lo que sugiere que los cetáceos podrían estar
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0.1. INTRODUCCIÓN GENERAL
0.1.1. DIVERSIDAD
Los cetáceos albergan una fauna específica de parásitos de transmisión trófica que
incluye digeneos, cestodos, nematodos y acantocéfalos (Aznar et al., 2001; Raga et al.,
2009). Dentro de los digeneos se han citado unas 40 especies pertenecientes a cuatro
familias (Heterophyidae, Brauninidae, Notocotylidae y Brachycladiidae), la mayoría
encontradas en el tracto digestivo de cetáceos, aunque algunas especies también
parasitan los senos aéreos y los pulmones (Raga et al., 2009). Además, se han citado
tres familias de cestodos (Tetrabothriidae, Diphyllobothriidae y Phyllobothriidae) que
incluyen unas 30 especies (Aznar et al., 2001; Raga et al., 2009). Un dato interesante
sobre dichos cestodos es el hecho de que no sólo encontramos formas adultas, sino
también larvas de distintas especies, lo que sugiere que los cetáceos podrían estar
actuando como hospedadores definitivos e intermediarios. Dentro de los nematodos,
también encontramos tres familias parasitando cetáceos (Anisakidae, Crassicaudidae
y Pseudaliidae), aunque, sin lugar a dudas, la más estudiada es la familia Anisakidae,
probablemente por su importancia económica y sanitaria, y el hecho de que es muy
común, tanto en cetáceos como en un gran número de peces. Por último, dentro de
los acantocéfalos, en cetáceos se han registrado nueve especies de Bolbosoma (Raga
et al., 2009) y dos especies de Corynosoma (Sardella et al., 2005).
Uno de los problemas principales para el estudio de parásitos de cetáceos
es la disponibilidad de muestras, ya que se depende de muestreos oportunistas, lo
que generalmente conlleva un tamaño muestral relativamente pequeño. Además,
los especímenes de helmintos no suelen estar en buenas condiciones, ya que los
hospedadores pueden llevar varios días muertos. Todo ello obstaculiza la descripción,
identificación y clasificación de los distintos taxones (Gibson, 2002, 2005), por lo que hay
una gran escasez de información sobre distintas áreas relacionadas con la diversidad
de helmintos de cetáceos.
0.1.2. EL ORIGEN DE LAS ASOCIACIONES
Durante el Eoceno (hace unos 50 millones de años), los ancestros de los actuales
cetáceos colonizaron el medio marino (Berta et al., 2006), lo que supuso una barrera
ecológica para los parásitos de origen terrestre (Hoberg, 1987; Balbuena y Raga, 1993;
Aznar et al., 1994, 2001). De hecho, varios autores sugieren que dicha transición desde
un medio terrestre a un medio marino supuso la extinción de aquellos parásitos de origen
terrestre que no pudieron adaptarse al nuevo entorno (Delyamure, 1955; Aznar et al.,
2001). Según esta hipótesis, los parásitos observados en la actualidad en los cetáceos
serían el resultado de una ¿asociación por colonización¿, es decir, la colonización
de nuevas especies hospedadoras por parte de los parásitos que ya existían en el
medio marino cuando los ancestros de los cetáceos lo colonizaron (véase Brooks y
McLennan, 1991 y referencias incluidas en el mismo). Para que esto ocurra se requieren
dos condiciones. En primer lugar, el parásito y el hospedador deben encontrarse, y la
probabilidad de encuentro depende de factores ecológicos y/o biogeográficos; en
segundo lugar, el parásito debe poder sobrevivir en el nuevo hospedador, es decir,
si el parásito y el hospedador se encuentran, el éxito de la colonización dependerá
de si ambos son compatibles (a nivel fisiológico e inmunológico) o no. Puesto que la
mayoría de parásitos de mamíferos marinos se transmiten por vía trófica, es altamente
probable que acaben en especies ¿correctas¿ e ¿incorrectas¿ de hospedadores
(Raga et al., 2009). Si el encuentro con hospedadores ¿incorrectos¿ es predecible y
se repite en el tiempo, puede que haya especies de parásitos capaces de superar el
filtro de compatibilidad y acabar incorporando dicho hospedador a su ciclo vital. De
hecho, hay estudios filogenéticos que sugieren que digeneos, cestodos, nematodos
y acantocéfalos de cetáceos son de origen marino y fueron transferidos a partir de
parásitos que infectaban otros grupos de hospedadores como peces, aves marinas y
pinnípedos (véase Aznar et al., 2001 y referencias incluidas).
0.1.3. CICLOS VITALES
Debido a dificultades obvias relacionadas con el muestreo de cetáceos, especialmente
oceánicos, se conoce muy poco de los ciclos vitales de sus helmintos (Aznar et al.,
2001; Raga et al., 2009). A continuación, resumiremos las características principales de
los ciclos vitales de los cuatro grandes grupos de helmintos presentes en cetáceos.
Todos los digeneos son parásitos y sus ciclos vitales están normalmente vinculados
a los hábitos alimenticios del hospedador definitivo (Bush et al., 2001). Aunque existe
una gran diversidad de especies y una gran variedad de ciclos vitales, hay algunas
características que son comunes a la mayoría de especies (Gibson, 1987; Bush et al.,
2001). El adulto libera los huevos al medio, donde emerge un miracidio que busca e
infecta el primer hospedador intermediario, típicamente un molusco (por lo general un
gasterópodo o un bivalvo). Dentro del molusco, el parásito sufre fases de reproducción
asexual y, finalmente, una cercaria de vida libre se libera al medio donde, dependiendo
de la especie, puede infectar un segundo hospedador intermediario o el hospedador
definitivo (Poulin, 1998; Bush et al., 2001). Los cetáceos son grandes depredadores, por lo
que el ciclo vital de sus digeneos podría requerir un segundo hospedador intermediario,
o incluso, un hospedador paraténico (de transporte) para cubrir el ¿vacío¿ trófico entre
el segundo hospedador intermediario y el definitivo (Combes, 1995).
Todos los cestodos tetrabotrídeos son parásitos con ciclos vitales complejos.
Sin embargo, hasta la fecha no se conoce ningún ciclo vital de ninguna de las
especies que infectan cetáceos. Se cree que el primer hospedador intermediario es
un crustáceo, que consume el huevo del que emerge un procercoide que espera
ser ingerido por el segundo hospedador intermediario, probablemente un cefalópodo
o un teleósteo. Una vez infectado el segundo hospedador intermediario, la larva se
transforma en plerocercoide y queda latente hasta que es ingerida por el hospedador
definitivo (Bush et al., 2001). Se han sugerido ciclos vitales similares para los cestodos
tetrafilídeos, que también incluirían crustáceos, cefalópodos y teleósteos como
hospedadores intermediarios y/o paraténicos, y elasmobranquios como hospedadores
definitivos (Hoberg, 1987). Sorprendentemente, se han citado cuatro formas larvarias
de cestodos tetrafilídeos típicas de cetáceos, dos plerocercoides y dos merocercoides,
lo que sugiere que los cetáceos podrían actuar como hospedadores intermediarios
para cubrir el ¿vacío¿ trófico entre cefalópodos y teleósteos, y elasmobranquios que
depredan sobre cetáceos (Aznar et al., 2007). En el caso de los cestodos difilobótridos,
el primer hospedador intermediario sería un copépodo o un teleósteo (Raga et al.,
2009), y el hospedador definitivo es un pinnípedo (Lauckner, 1985), aunque algunas
especies usan cetáceos.
Los nematodos se encuentran entre las criaturas más diversas de la tierra,
pudiéndose encontrar especies de vida libre, parasitando plantas, invertebrados y
vertebrados (Bush et al., 2001). Se han descrito tres géneros de anisákidos en mamíferos
marinos, Pseudoterranova, Anisakis y Contracaecum. El ciclo vital de las especies
de estos tres géneros es bastante similar. Generalmente, una larva de vida libre (L2)
emerge del huevo y es ingerida por eufausiáceos y copépodos pequeños, en donde
muda la larva L3. Si el hospedador definitivo es un cetáceo planctívoro no se requieren
más hospedadores intermediarios. Sin embargo, para algunas especies es necesaria la
presencia de teleósteos y/o cefalópodos que cubren el ¿vacío¿ trófico entre el segundo
hospedador intermediario y el hospedador definitivo (Bush et al., 2001). En muchas
áreas geográficas se conoce la identidad de los hospedadores implicados en especies
de Anisakis. Por ejemplo, en el estuario de San Lorenzo (Canadá), el eufausiáceo
Thysanoessa raschii se considera el principal hospedador intermediario, y los teleósteos
Mallotus villosus y Clupea harengus actúan como hospedadores paraténicos, siendo
los cetáceos, especialmente las belugas, Delphinapterus leucas, los hospedadores
definitivos de A. simplex s.l. (Hays et al., 1998a, b). El ciclo vital de las especies de la familia
Crassicaudidae es bastante desconocido y, por lo que sabemos, no se han registrado,
hasta el momento, fases larvarias. Dentro de la familia Pseudaliidae hay siete géneros,
generalmente asociados al tracto respiratorio de odontocetos (Lehnert et al., 2010, y
referencias incluidas). Probablemente, la mayoría de las especies se transmiten por vía
trófica, excepto las del género Halocercus, para las que se ha sugerido también una
transmisión transplacentaria (Dailey, 2005). Por lo que conocemos, sólo hay un estudio
en el que se han identificado larvas de especies de la familia Pseudaliidae. Lehnert
et al. (2010) identificaron, usando técnicas moleculares, larvas de Pseudalius inflexus y
Parafilaroides gymnurus en varias especies de peces, principalmente en el pez gallo,
Limanda limanda, y la solla, Pleuronectes platessa en aguas alemanas.
Respecto a acantocéfalos, se han encontrado adultos de especies de la
familia Polymorphidae en anfibios, reptiles, aves marinas, peces y mamíferos. El
acantor permanece en el huevo hasta que es ingerido por el primer hospedador
intermediario, que en el caso de las especies de Bolbosoma parece ser un copépodo
o un eufausiáceo (Bush et al., 2001). Una vez infectado se convierte en cistacanto
y permanece a la espera de ser ingerido por un segundo hospedador intermediario
o por el hospedador definitivo. Aunque se han citado distintas especies del género
Bolbosoma en hospedadores paraténicos (Costa et al., 2000; Klimpel et al., 2006), la
identidad de los hospedadores intermediarios generalmente se desconoce. Una
excepción es Bolbosoma balaenae, para la cual se ha identificado el eufausiáceo
Nyctiphanes couchii como hospedador intermediario (Gregori et al., 2012). En las
especies marinas del género Corynosoma, parece ser que los anfípodos actúan como
hospedadores intermediarios, los teleósteos como paraténicos y los mamíferos marinos
como hospedadores definitivos principales (Aznar et al., 2006).
0.1.4. ESTRUCTURA DE LA COMUNIDAD PARÁSITA
Debido al origen de las asociaciones parásito-hospedador (véase el Apartado 0.1.2), las
especies helmínticas encontradas en cetáceos son generalmente específicas de este
grupo de hospedadores. Por ello, tanto la composición como la riqueza de especies
están restringida por dos factores, a saber, la diversidad local de especies de helmintos
y la comunidad local de especies de cetáceos (Dailey and Perrin, 1973; Forrester et al.,
1980; Balbuena and Raga, 1993; Hoberg et al., 1993; Gibson et al., 1998; Aguilar-Aguilar
et al., 2001; Andrade et al., 2001; Fernández et al., 2003, 2004).
A nivel de hospedador individual (infracomunidad), la riqueza y composición de
especies de helmintos depende, en primer término, de la probabilidad de encuentro
entre parásito y hospedador. Varios estudios sugieren que en el medio marino los
estados infectivos están altamente ¿diluidos¿ (Hoberg, 1996, 2005; Raga et al., 2009;
Valente et al., 2009; Santoro et al., 2010), por lo que la probabilidad de encuentro
es bastante baja. Esta característica tiene dos consecuencias principales. Primero, la
infracomunidad helmíntica debería ser depauperada si la comparamos con la riqueza
observada en la comunidad componente y, segundo, las infracomunidades deberían
constituir subconjuntos aleatorios de las especies que componen la comunidad. De
hecho, existen varios estudios que han constatado la baja riqueza de especies de
helmintos en cetáceos (Balbuena and Raga, 1993; Dans et al., 1999; Fernández et al.,
2003). Sin embargo, la cuestión de la predecibilidad de las infracomunidades ha sido
examinada en sólo dos estudios. Las infracomunidades de helmintos intestinales del
calderón común (Globicephala melas), una especie oceánica, parecen ser altamente
impredecibles (Balbuena and Raga, 1993), mientras que para la franciscana (Pontoporia
blainvillei), una especie costera y sedentaria, es altamente predecible (Aznar et al.,
1994, 1995). Por lo tanto, la probabilidad de infección no parece depender sólo del
grado de ¿dilución¿ de los estados infectivos, sino también del hábitat y la movilidad
de los hospedadores.
0.1.5. LA IMPORTANCIA DE ESTUDIOS A LARGO PLAZO
El estudio del efecto de procesos naturales o antropogénicos exige no sólo estudios
puntuales, sino también series de datos a largo plazo. Un claro ejemplo de esta necesidad
es la detección y evaluación de los efectos del cambio climático (Collins et al., 2013).
Sin embargo, la mayoría de estudios se realizan a escalas temporales pequeñas, por
la que tan sólo proporcionan una `instantánea¿ de los procesos ecológicos. Existen
estudios parasitológicos a largo plazo tanto en hábitats de agua dulce (Esch et al., 1988;
Kennedy, 2001; Kennedy et al., 2002) como terrestres (Cattadori et al., 2005; Hudson et
al., 2006), que subrayan la importancia de una correcta elección de la escala temporal
de cualquier estudio. En cambio, debido a la limitación del muestreo oportunista de
cetáceos, no existe ningún estudio que investigue cambios de sus faunas parásitas a
largo plazo.
0.1.6. PARÁSITOS COMO MARCADORES BIOLÓGICOS
0.1.6.1. Antecedentes
Los parásitos son excelentes marcadores biológicos de sus hospedadores debido a su
ubicuidad ecológica y dependencia estricta del hospedador (McKenzie y Abaunza,
2005; Whiteman y Parker, 2005). Además, los parásitos de transmisión trófica también
pueden indicar interacciones en las redes tróficas, ya que sus ciclos vitales incluyen
estados de vida libre y hospedadores intermediarios, paraténicos y definitivos, que están
vinculados a través de interacciones hospedador-presa. De esta manera, los cambios
en los niveles de infección de los parásitos de transmisión trófica pueden indicar cambios
significativos en las condiciones abióticas, tamaño poblacional, uso del hábitat o
interacciones tróficas de sus hospedadores (Marcogliese y Cone, 1997; Marcogliese,
2004). Estas peculiaridades hacen de los parásitos candidatos ideales tanto para el
estudio de interacciones tróficas como de cambios a largo plazo. Existen muchos
estudios que usan a los parásitos como marcadores biológicos de contaminación (ver
MacKenzie et al., 1995; MacKenzie, 1999; Sures et al., 1999; Lewis et al., 2003; Malek et
al., 2007), o estudios poblacionales y de discriminación de stocks (Bower y Margolis,
1991; Williams et al., 1992; Balbuena et al., 1995; MacKenzie y Abaunza, 1998; Timi,
2007). Algunos estudios han empleado parásitos también para detectar variaciones
asociadas con el cambio climático (ver Mackenzie, 1987; Khan and Chandra, 2006).
0.1.6.2. Parásitos como indicadores de dieta y marcadores de cambios en la red trófica
La utilidad de los helmintos de transmisión trófica como indicadores radica en el hecho
de que permanecen en el hospedador durante meses e incluso años después de la
infección (Polis y Hurd, 1996; Lafferty et al., 2008). Por ello, proporcionan una ventaja
sobre estudios de dieta basados en contenido estomacal, que sólo proporcionan
una `instantánea¿ de la última ingesta antes de la muerte del hospedador. En este
contexto, se considera que los parásitos representan una buena fuente de datos que
complementa otros métodos, como podrían ser el contenido estomacal o el análisis de
isótopos estables (Marcogliese, 2002, 2004). Sin embargo, hay que tener en cuenta que
la interpretación de posibles cambios a largo plazo requiere un profundo conocimiento
de los ciclos vitales de los distintos taxones helmínticos y de la dinámica poblacional de
sus hospedadores.
0.1.6.3. Parásitos como marcadores biológicos de cetáceos
La mayoría de estudios parasitológicos de cetáceos se centra en la descripción de la
fauna parásita (véase Zam et al., 1971; Dailey y Stroud, 1978; Raga y Carbonell, 1985;
Balbuena y Raga, 1993; Cerioni y Mariniello, 1996; Gibson et al., 1998; Aguilar-Aguilar et
al., 2001; Rosas et al., 2002; Fernández et al., 2003, 2004). Además, algunos autores han
usado distintas especies parásitas para estudios de comportamiento (Balbuena y Raga,
1991), estructura social (Balbuena y Raga, 1993; Balbuena et al., 1995), filogeografía
(Kaliszewska et al., 2005), discriminación de stocks (Aznar et al., 1995) y estado de salud
(Aznar et al., 1994, 2005) de sus hospedadores. Sin embargo, los estudios parasitológicos
aún no han alcanzado su máximo potencial. Dentro de las redes tróficas, los cetáceos
son depredadores tope, lo que significa que normalmente actúan como hospedadores
definitivos para muchas de las especies helmínticas. Si se detectan cambios a largo
plazo en la composición o estructura de la comunidad helmíntica sería razonable
pensar que ha habido cambios en la dieta y/o en la red trófica. Sin embargo, hasta
donde conocemos, no hay estudios basados en un tamaño muestral lo suficientemente
grande y con una serie temporal lo suficientemente larga como para investigar dicha
posibilidad.
0.1.7. CETÁCEOS Y SUS HELMINTOS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL
Actualmente existen unas 83 especies de cetáceos divididas en dos subórdenes,
odontocetos y misticetos, que virtualmente habitan todos los ambientes marinos,
desde los polos (como las belugas, Delphinapterus leucas, en aguas del Ártico) hasta
aguas tropicales (como el tucuxi, Sotalia fluviatilis, en Sudamérica) (Borobia et al., 1991;
Silva y Best, 1996). De los dos subórdenes, los odontocetos representan el grupo más
numeroso, con 10 familias, 40 géneros y al menos 70 especies, mientras que en los
misticetos encontramos 4 familias, 6 géneros y 13 especies.
Actualmente se conocen siete especies de cetáceos con poblaciones residentes
en el Mar Mediterráneo: el delfín común, Delphinus delphis, el delfín listado, Stenella
coeruleoalba, el delfín mular, Tursiops truncatus, el calderón gris, Grampus griseus, el
calderón negro, Globicephala melas, el cachalote, Physeter macrocephalus y el zifio
de Cuvier, Ziphius cavirostris (Notarbartolo di Sciara, 2002).
En aguas del Mediterráneo occidental se han citado al menos 21 taxones de
helmintos de cetáceos, incluyendo cinco digeneos, ocho cestodos, siete nematodos
y un acantocéfalo (Raga, 1985; Raga y Carbonell, 1985; Raga et al., 1992; Raga y
Balbuena, 1993; Fernández et al., 2003, 2004; Aznar et al., 2006, 2007; Quiñones et al.,
2013). Sin embargo, no podemos olvidar que, debido a los problemas relacionados con
el muestreo de cetáceos, puede que haya otras especies parásitas aún por describir.
0.1.7.1. El delfín listado, Stenella coeruleoalba
El delfín listado, Stenella coeruleoalba, es una especie cosmopolita que podemos
encontrar en aguas templadas y tropicales de todo el mundo (Archer, 2009). En las
costas españolas del Mediterráneo, Gómez de Segura et al. (2006) concluyeron que
el delfín listado es la especie de cetáceo más abundante. Sin embargo, la población
del Mediterráneo está considerada como ¿Vulnerable¿ en la Lista Roja de Especies
Amenazadas de la IUCN. Por ello, no es sorprendente que existan numerosos estudios
acerca de distintos aspectos de su biología reproductiva (Aguilar, 1991; Calzada et al.,
1996, 1997), distribución y uso del hábitat (Reilly, 1990; Cañadas et al., 2002; Azzellino
et al., 2008), hábitos alimenticios (Blanco et al., 1995; Hassani et al., 1997) y estado de
salud (Van Bressem et al., 1999, 2003; González et al., 2002; Muñoz et al., 2006; Raga et
al., 2008).
El delfín listado se considera un depredador oportunista que se alimenta de
teleósteos, cefalópodos y crustáceos. Existen muchos estudios acerca de la dieta del
delfín litado basados en contenido estomacal en distintas áreas geográficas, como
las costas de Japón, el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo (Miyazaki et al., 1973;
Desportes, 1985; Pulcini et al., 1992; Sekiguchi et al., 1992; Würtz y Marrale, 1993; Blanco
et al., 1995; Hassani et al., 1997; Meotti y Podestà, 1997; Ringelstein et al., 2006; Spitz et
al., 2006; Öztürk et al., 2007; Santos et al., 2008). Otros estudios de dieta se basan en
isótopos estables (Das et al., 2000; Gómez-Campos et al., 2011; Meissner et al., 2012).
En el Mediterráneo, la dieta del delfín listado consiste en teleósteos y cefalópodos
mesopelágicos (Würtz y Marrale, 1993; Blanco et al., 1995; Meotti y Podestà, 1997).
En 1990, el delfín listado del Mediterráneo occidental sufrió una mortandad
masiva causada por un morbillivirus. Aunque el número total de bajas no se pudo
calcular, se estima que miles de individuos murieron a causa de encefalitis y/o neumonía
(Domingo et al., 1992; Duignan et al., 1992). Un censo realizado entre 2001-2003 sugirió
que la población en el Golfo de Valencia pareció haberse recuperado, con números
cercanos a los estimados antes de la mortandad (Gómez de Segura et al., 2006). Sin
embargo, en 2007 hubo un segundo brote epidémico del virus (Raga et al., 2008),
probablemente favorecido por la alta densidad poblacional.
0.1.7.2. Fauna helmíntica del delfín listado
La fauna parásita del delfín listado se ha estudiado en distintas áreas geográficas, como
el Atlántico (Zam et al., 1971; Abollo et al., 1998; Gibson et al., 1998), el Pacífico (Dailey
y Stroud, 1978; Dailey y Walker, 1978) y el Mediterráneo (Raga y Carbonell, 1985; Raga
1986). Dichos estudios se basan en un tamaño muestral pequeño (n ¿ 15) y se centran
en determinar la identidad de los distintos taxones parásitos. Hasta la fecha, se han
identificado varias especies de nematodos (Anisakis spp., Crassicauda sp., Skrjabinalius
guevarai y Sterunus ovatus), digeneos (Pholeter gastrophilus, Oschmarinella rochebruni
y Brachycladium atlanticum), cestodos (Monorygma grimaldii, Phyllobothrium delphini,
Tetrabothrius forsteri, Strobilocephalus triangularis y Trigonocotyle sp.) y un acantocéfalo
(Bolbosoma vasculosum) (Raga y Carbonell, 1985: Fernández et al., 1991; Manfredi et
al., 1992; Agustí et al., 1999).
Aunque se conoce la identidad de la fauna helmíntica del delfín listado, hay
otros muchos aspectos ecológicos que aún se desconocen. Existe escasa información
sobre la composición faunística basada en un tamaño muestral grande. Además,
también hay una falta de información cuantitativa desde la perspectiva de la
comunidad helmíntica, que ayudaría a entender el papel de los factores ecológicos
y filogenéticos en la dinámica de las faunas parásitas (Poulin, 1995). En este sentido,
existen algunos estudios sobre las comunidades de parásitos de cetáceos que
sugieren el papel fundamental de los factores filogenéticos para explicar la diversidad
y composición de las comunidades (Balbuena y Raga, 1993; Aznar et al., 1994). Sin
embargo, un aspecto relativamente inexplorado en cetáceos es el de los efectos que
las variables asociadas al hospedador, p.e., especie, longitud total, edad y sexo, sobre
las comunidades parásitas (Balbuena y Raga, 1993; Balbuena et al., 1994). Además,
es necesario llevar a cabo estudios a largo plazo para investigar la dinámica de las
relaciones parásito-hospedador, especialmente si se dan perturbaciones en el sistema,
tanto naturales (como las epizootias virales) como antropogénicas. Esto se discute en
la siguiente sección.
0.1.7.3. Impactos a largo plazo en las poblaciones del delfín listado del Mediterráneo
Durante las pasadas décadas, la población del delfín listado en aguas del Mediterráneo
occidental sufrió impactos de carácter antropogénico y natural. Hay evidencias de que
la sobrepesca de la sardina (Sardina pilchardus), supuestamente una de las principales
presas del delfín listado en el área, podría haber causado un cambio importante en
su dieta, incrementando el número de presas demersales, especialmente la merluza,
Merluccius merluccius (Gómez-Campos et al., 2011). Una dieta basada en la merluza
proporciona menos valor energético que una dieta basada en la sardina, por lo que se
especula con la posibilidad de que dicho cambio pudiera causar efectos perjudiciales
a largo plazo, particularmente para aquellos individuos con una demanda nutricional
más elevada, como podrían ser individuos jóvenes o hembras preñadas y lactantes
(Gómez-Campos et al., 2011).
Durante la primera mortandad masiva de 1990 se detectaron niveles
anormalmente altos de compuestos organoclorados. Existen evidencias de que
dichos niveles podrían haber tenido efectos inmunodepresores, lo cual podría haber
incrementado la susceptibilidad de los delfines a la infección con el morbillivirus
(Aguilar y Borrell, 1994). Curiosamente, Aguilar y Raga (1993) también sugirieron
que las temperaturas del agua durante el invierno anterior a la primera epizootia
fueron anormalmente altas, lo que podría haber dado lugar a una disminución de
la productividad, con la consiguiente reducción de alimento disponible y falta de
capacidad por parte de los delfines para hacer frente al morbillivirus. Las olas de calor
y otro tipo de condiciones meteorológicas extremas parecen ser más comunes en las
últimas décadas, y la pregunta es si están relacionadas o no con el cambio climático
(Coumou y Rahmstorf, 2012). En el Mediterráneo occidental existe una clara evidencia
al aumento de la temperatura y la salinidad de la superficie del mar (Vargas-Yáñez et
al., 2010), lo que podría afectar no sólo a las poblaciones de grandes depredadores,
como el delfín listado, sino también a la función de todo el ecosistema (Bianchi, 2007).
Por tanto, sería interesante explorar si dichos impactos, tanto naturales como
antropogénicos, se han visto reflejados en cambios a largo plazo en la fauna helmíntica
de cetáceos.
0.2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS
La presente tesis doctoral tiene tres propósitos generales. Primero, proporcionar
información sobre la diversidad específica y estructura de la comunidad de la fauna
helmíntica del tracto digestivo del delfín listado (Stenella coeruleoalba) en las aguas
del Mediterráneo occidental. Segundo, investigar si, tanto factores naturales como
antropogénicos han tenido un efecto a largo plazo sobre la estructura de dichas
comunidades helmínticas. Tercero, investigar los ciclos vitales de los helmintos de
cetáceos, usando esta información para interpretar patrones ecológicos encontrados
en el hospedador definitivo.
Los objetivos específicos son los siguientes:
1. Describir la fauna helmíntica del aparato digestivo del delfín listado, Stenella
coeruleoalba, en aguas del Mediterráneo occidental.
2. Investigar los factores que determinan la estructura y composición de las comunidades
helmínticas.
3. Explorar cambios a largo plazo en la estructura de las comunidades helmínticas.
4. Examinar la presencia de larvas de los distintos taxones parásitos de cetáceos,
tratando de elucidar ciclos vitales y rutas de infección.
0.3. MATERIALES Y MÉTODOS
En este resumen, los materiales y métodos se describen por separado para cada uno
de los capítulos.
0.4. COMUNIDAD PARÁSITA INTESTINAL DEL DELFÍN LISTADO (STENELLA
COERULEOALBA) EN AGUAS DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL: EFECTOS DE
LA LONGITUD, EDAD Y SEXO DEL HOSPEDADOR.
0.4.1. INTRODUCCIÓN
La parasitofauna del delfín listado, Stenella coeruleoalba, se ha descrito en distintas
regiones geográficas, incluyendo el Atlántico norte (Zam et al., 1971; Abollo et al., 1998;
Gibson et al., 1998), el Pacífico norte (Dailey y Stroud, 1978; Dailey y Walker, 1978) y el
Mar Mediterráneo (Raga y Carbonell, 1985; Raga, 1986; Abril et al., 1991). Sin embargo,
estos estudios están basados en tamaños muestrales pequeños (n ¿ 15) y se limitan
a proporcionar información sobre la identidad de los taxones parásitos encontrados.
Por lo tanto, existe una escasez de información cuantitativa desde una perspectiva
de la comunidad parasitaria, lo que ayudaría a entender el papel de la filogenia y los
factores ecológicos sobre la dinámica de las faunas parásitas en el delfín listado. Por
otra parte, el efecto del hospedador (longitud, edad o sexo) sobre la estructura de las
comunidades parásitas ha sido poco estudiado (Balbuena y Raga, 1993; Balbuena et
al., 1994).
La población del delfín listado del Mediterráneo sufrió en 1990 una epizootia
causada por el morbillivirus de cetáceos (CeMV) que produjo la muerte de miles de
individuos (Aguilar y Raga, 1993) por encefalitis y/o neumonía (Domingo et al., 1992;
Duignan et al., 1992). Dado que todos los individuos varados presentaban una causa de
muerte conocida y afectó a un gran número de individuos de todas las edades y sexos
en un corto periodo de tiempo, esta mortandad masiva proporcionó una oportunidad
única para (1) describir la fauna intestinal del delfín listado basada en un gran tamaño
muestral, (2) estudiar, por primera vez, parámetros de infracomunidad y (3) explorar los
efectos de la longitud, edad y sexo del delfín en la estructura de la comunidad parásita
intestinal.
0.4.2. MATERIALES Y MÉTODOS
Se analizó un total de 52 ejemplares de delfín listado varados en las costas de la
Comunidad Valenciana (España) durante la epizootia de 1990 (28 machos y 24
hembras). Antes de la necropsia se determinó el sexo de los delfines y se tomaron
medidas estandarizadas (ver Geraci y Lounsbury, 2005). Durante la necropsia, los
intestinos se recogieron y congelaron a -20oC para su posterior examen. Para el análisis
parasitológico, los intestinos se dividieron en 20 secciones de la misma longitud. Cada
sección se lavó por separado sobre un tamiz con una luz de malla de 0,02mm y se
recogieron los restos sólidos en una placa de Petri. Los parásitos encontrados se lavaron
en solución salina, se identificaron, se contaron y fueron fijados y conservados en etanol
al 70%.
Para la identificación de los parásitos, los cestodos se tiñeron con acetocarmín
(Georgiev et al., 1986), se deshidrataron y se montaron en preparaciones permanentes
con bálsamo de Canadá. Posteriormente, algunos individuos se dibujaron con la ayuda
de un tubo de dibujo y se identificaron según Hoberg (1987a, 1989, 1990) y Nikolov
et al. (2010). Los acantocéfalos se transparentaron en lactofenol, se montaron en
preparaciones temporales para poder ser dibujados y se identificaron según Petrochenko
(1958) y Costa et al. (2000). Se depositaron especímenes de referencia en el Museo de
Historia Natural de Londres (Reino Unido) con número de acceso: Tetrabothrius forsteri,
NHMUK 2013.5.31.6-7 y Strobilocephalus triangularis, NHMUK 2013.5.31.8-9.
Se investigó si la abundancia de las distintas especies parásitas y las distintas
variables de infracomunidad (abundancia total, riqueza e índice de diversidad de
Brillouin) covariaban significativamente con la longitud y/o edad del hospedador
mediante una correlación de Spearman y se compararon diferencias entre machos
y hembras usando un test de Mann-Whitney. Además, se llevó a cabo un test de
varianza de Schluter y el test de Fisher para señalar asociaciones significativas entre
especies parásitas. Por último, se investigaron los posibles efectos de la longitud, edad
y/o sexo de los delfines sobre la estructura de las infracomunidades parásitas con un
PERMANCOVA.
0.4.3. RESULTADOS
Todos los intestinos examinados contenían, al menos, una especie parásita. Se
recogieron un total de 2.517 helmintos pertenecientes a 4 especies: adultos de 3 especies
de cestodos de la familia Tetrabothriidae e individuos inmaduros de acantocéfalos
pertenecientes a la familia Polymorphidae. La especie más frecuente y abundante fue
Tetrabothrius forsteri (prevalencia: 96,2%; intensidad media [95% IC]: 47,4 [34,4-68,2]),
que se encontró a lo largo de todo el intestino (con la mayor parte de la población
en el duodeno y disminuyendo hacia la parte posterior del intestino). Trigonocotyle
globicephalae se encontró en bajas intensidades (9,6%; 1,8 [1,0-2,2]) y también en la
primera mitad del intestino. Al contrario, Strobilocephalus triangularis (23,1%; 5,3 [2,9-
10,2]) se encontró exclusivamente en la última sección (recto), a excepción de un único
individuo localizado en la sección 18. Además se encontraron individuos inmaduros
de Bolbosoma vasculosum sin una preferencia aparente por ninguna sección en
particular del intestino (51,9%; 2,7 [2,0-3,4]). El 80% de los delfines analizados en este
estudio estaban infectados por 1-2 especies y la abundancia de los parásitos fue muy
baja (<60 individuos). Los resultados para los descriptores de infracomunidad mostraron
comunidades depauperadas (abundancia total (95% IC) [rango]: 48,4 (36,1-68,9) [1-
294]; riqueza de especies (95% IC) [rango]: 1,81 (1,59-2,04) [1-4]; índice de Brillouin (95%
IC) [rango]: 0,172 (0,123-0,233) [0-0,817]).
No se detectaron diferencias significativas ni en las abundancias ni en los
descriptores de infracomunidad calculados (abundancia total, riqueza e índice de
Brillouin) entre delfines de distinto sexo. Asimismo, tampoco se hallaron correlaciones
significativas de los descriptores de infracomunidad con la longitud ni con la edad de
los delfines. El test de Schluter indicó que, en esencia, las infracomunidades estaban
compuestas por combinaciones aleatorias de especies.
0.4.4. DISCUSIÓN
Las especies de parásitos encontradas en este estudio son exclusivas de cetáceos,
principalmente las de la familia Delphinidae que habitan aguas oceánicas. Además,
los patrones de especificidad coinciden con los de otros cetáceos oceánicos en los
que la fauna intestinal está dominada por cestodos de la familia Tetrabothriidae y
especies del género Bolbosoma.
Trigonocotyle globicephalae siempre ha sido asociado a delfínidos teutófagos,
habiéndose citado en el calderón gris, Grampus griseus, en las costas de Japón, en el
calderón negro, Globicephala melas, en aguas del Atlántico norte y en el calderón
tropical, G. macrorhynchus, (Yamaguti, 1959; Kikuchi et al., 1988; Balbuena y Raga,
1993). Asimismo, en el Mar Mediterráneo se ha registrado típicamente en el calderón
común y en el calderón gris (Raga y Balbuena, 1993; Fernández et al., 2003) Por lo tanto,
el presente estudio representa la primera cita de T. globicephalae en una especie del
género Stenella.
Strobilocephalus triangularis también se ha encontrado en aguas del Atlántico
y Pacífico, principalmente en delfínidos como Cephalorhynchus commersonii,
Delphinus delphis, Hyperoodon ampullatus, Lagenodelphis hosei, Lagenorhynchus
acutus, Mesoplodon bidens, Stenella attenuata, S. longirostris y S. bredanensis (Baer,
1932; Delyamure, 1955; Dailey y Otto, 1982; Raga, 1985; Berón-Vera et al., 2001). En
el Mediterráneo, tan sólo se ha citado en aguas occidentales infectando Stenella
coeruleoalba (Raga y Carbonell, 1985) y Tursiups truncatus (Quiñones et al., 2013).
Tetrabothrius forsteri ha sido citado en varias especies de delfínidos en aguas
del Atlántico y el Pacífico, como por ejemplo, en L. hosei, L. acutus, Steno bredanensis,
S. attenuata, S. longirostris, y T. truncatus (Forrester y Robertson, 1975; Dailey y Otto,
1982; VanWaerebeek et al., 1990; Mignucci-Giannoni et al., 1998; Olson y Caira, 1999).
En aguas del Mediterráneo, existen citas en S. coeruleoalba, D. delphis, T. truncatus y
Mesoplodon bidens (Raga y Carbonell, 1985; Raga y Balbuena, 1987; Quiñones et al.,
2013).
Todos los individuos de B. vasculosum encontrados eran inmaduros, por lo que
sugerimos que este acantocéfalo es capaz de establecerse, pero no de madurar y
reproducirse en el delfín listado. Esta observación es común a la mayoría de registros de
B. vasculosum a nivel mundial. Además de las citas de cistacantos registrados en peces
(Bakay y Zubchenko, 1984; Panebianco y Sebastio, 1988; Klimpel et al., 2006; Costa et
al., 2000; García et al., 2008), se han encontrado individuos juveniles de B. vasculosum
en odontocetos, principalmente oceánicos, en aguas del Pacífico (Pendergraph, 1971;
Zam et al., 1971), Atlántico (Dailey y Perrin, 1973; Mignucci-Giannoni et al., 1998; Costa
et al., 2000; Aguilar-Aguilar et al., 2001) y del Mediterráneo (Raga y Carbonell, 1985;
Fernández et al., 2004). Hay tres estudios en los que se citan individuos adultos de B.
vasculosum. Williams y Bunkley-Williams (1996) encontraron un especimen en la sierra,
Scomberomorus cavalla, de Puerto Rico; Harada (1935) encontró tres individuos en un
atún rojo, Thunnus thynnus, de Japón, y Yamaguti (1963) citó adultos de B. vasculosum en
el delfín común, D. delphis y en el zifio de Sowerby, M. bidens. Sin embargo, la ausencia
de registros adicionales en estas especies tan estudiadas hace que la identidad del
hospedador definitivo principal de B. vasculosum esté aún por determinar.
A nivel de infracomunidad, la riqueza de especies depende en la probabilidad de
encuentro entre parásito y hospedador. Nuestros resultados coinciden con la hipótesis
de que en el medio marino las fases infectivas de los parásitos de transmisión trófica
están altamente ¿diluidas¿ (ver Valente et al., 2009 y Santoro et al., 2010, para tortugas
marinas; Hoberg, 1996, 2005, para aves marinas, y Raga et al., 2009, para mamíferos
marinos). Cabe destacar que T. forsteri se encontró en 50 de los 52 delfines analizados,
por lo que se podría especular con que dicha ¿dilución¿ no se aplica a esta especie,
al menos en el área de estudio.
En cetáceos hay un sólo estudio en el que se investigaron los efectos del
hospedador sobre los parámetros de la infracomunidad. En el calderón negro, Balbuena
y Raga (1993) encontraron una relación positiva entre la edad del hospedador con
la diversidad de especies y la abundancia de las infracomunidades intestinales.
Estos autores sugirieron que dichos resultados podrían deberse a que los individuos
de mayor edad son de mayor tamaño, por lo que necesitan la ingesta de un mayor
número de presas para satisfacer su demanda metabólica. Dicho incremento en el
número de presas significa, a su vez, un incremento en la probabilidad de infección.
Nuestros resultados no muestran efectos del hospedador ni en las abundancias ni en los
descriptores de infracomunidad. Sin embargo, si comparamos los datos, observamos
que los de Balbuena y Raga (1993) incluyen un mayor número de individuos juveniles que
los nuestros, por lo que un efecto de la edad y longitud del hospedador sobre la fauna
intestinal no puede descartarse, y nos hacen sugerir la necesidad de investigaciones
futuras sobre el delfín listado que incluyan una mayor cantidad de hospedadores de
menor tamaño y edad (véase el Apartado 0.7).
0.5. ESPECIFICIDAD DE OSCHMARINELLA ROCHEBRUNI Y BRACHYCLADIUM
ATLANTICUM (DIGENEA: BRACHYCLADIIDAE) EN CINCO ESPECIES DE
CETÁCEOS DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL.
0.5.1. INTRODUCCIÓN
La mayoría de las especies (35 de las 42 especies descritas) de digeneos de la familia
Brachycladiidae (antes Campulidae) se encuentran en cetáceos de todo el mundo
mientras que el resto se pueden encontrar en pinnípedos y en la nutria marina (Aznar
et al., 2001; Dailey, 2007). La información sobre la biología de los braquicládidos es muy
limitada. Se desconoce, por ejemplo, la identidad de los hospedadores intermediarios
y paraténicos (Fernández, 1996; Barnett et al., 2008) y los datos sobre los patrones
de especificidad son escasos. Sin embargo, todo indica que dichos patrones son
muy variables, por lo que encontramos especies que parasitan especies simpátricas
de mamíferos marinos, mientras que otras están restringidas a una sola especie
hospedadora. Por ejemplo, Orthosplanchnus arcticus se ha citado en seis especies de
pinnípedos y dos especies de cetáceos en aguas árticas y subárticas (Adams, 1988;
Raga y Balbuena, 1993), y Brachycladium goliath (=Lecithodesmus goliath) se ha
encontrado en cinco especies de ballenas en el Pacífico Norte. Sin embargo, un estudio
parasitológico de más de 300 cetáceos pertenecientes a 13 especies varados en las
costas del Reino Unido (Gibson et al., 1998) reveló que Campula oblonga se encuentra
casi exclusivamente en la marsopa común, Phocoena phocoena, y numerosos estudios
han sugerido que Synthesium pontoporiae está restringido a la franciscana, Pontoporia
blainvillei, en aguas del Atlántico Sur (Andrade et al., 2001; Melo et al., 2006; Berón-Vera
et al., 2008; Marigo et al., 2008, y referencias en los mismos).
Las razones por las que aparecen diferencias tan marcadas en la especificidad
de distintas especies parásitas se desconocen. Sin embargo, este aspecto puede
investigarse mediante el examen de los filtros de encuentro y compatibilidad sugeridos
por Euzet y Combes (1980). En el caso de los braquicládidos sabemos que los cetáceos
se infectan mediante el consumo de presas que albergan el parásito (probablemente
peces y/o cefalópodos, véase Fernández et al., 1998b). Por tanto, podemos estudiar
los hábitos alimenticios de los hospedadores para determinar la probabilidad de
contacto entre parásito y hospedador (filtro de encuentro). Por otro lado, como los
braquicládidos se transmiten por vía trófica, no sería sorprendente encontrarlos en
especies hospedadoras con dietas similares (p.e., cetáceos, pinnípedos o aves marinas),
por lo que diferencias en el crecimiento y/o reproducción del parásito podrían indicar
diferencias en compatibilidad entre las distintas especies hospedadoras (filtro de
compatibilidad).
En este estudio se utilizan los filtros de encuentro y compatibilidad para
determinar, por primera vez, los patrones de especificidad de los braquicládidos
hepatopancreáticos en el delfín listado y otros cetáceos del Mediterráneo occidental.
Primero se determinarán los niveles de infección para, posteriormente, comparar la
eficacia biológica de las especies parásitas en las distintas especies hospedadoras.
0.5.2. MATERIALES Y MÉTODOS
Este estudio se basa en datos de 148 cetáceos varados en las costas de la Comunidad
Valenciana (España) entre 1982 y 2008. Los conductos hepatopancreáticos de 103
ejemplares del delfín listado, Stenella coeruleoalba, 18 de calderón gris, Grampus
griseus, 14 de delfín mular, Tursiops truncatus, 8 de delfín común, Delphinus delphis, y 5
de calderón común, Globicephala melas, se analizaron a nivel parasitológico.
Para confirmar que los individuos de Brachycladium atlanticum encontrados
en distintas especies hospedadoras pertenecían a la misma especie se procedió al
análisis molecular. Para ello se extrajo ADN ribosomal mediante el protocolo de fenolcloroformo
(Holzer et al., 2004) y se comparó el espaciador transcrito interno 2 (ITS2) (ver
Nolan y Cribb, 2005).
Para determinar la compatibilidad de Brachycladium atlanticum con las distintas
especies hospedadoras se hizo un estudio morfológico y se estimó el número de huevos
en 106 especímenes adultos recogidos en el delfín listado y 17 del delfín común. Además,
se llevó a cabo un análisis de componentes principales (ACP) basado en una matriz
de varianza-covarianza de 7 variables morfométricas de B. atlanticum para visualizar
diferencias en la alometría estática multivariada entre especies hospedadoras.
0.5.3. RESULTADOS
Se encontraron dos especies de la familia Brachycladiidae, Brachycladium atlanticum
y Oschmarinella rochebruni, en los conductos hepatopancreáticos de los cetáceos
analizados. Oschmarinella rochebruni se encontró exclusivamente en el delfín listado,
mientras que el análisis molecular confirmó que los individuos de B. atlanticum
encontrados en el delfín listado y en el delfín común pertenecían a la misma especie.
En el resto de especies de cetáceos no se encontraron digeneos.
Aunque el análisis estadístico demostró una alta variabilidad morfológica entre
los individuos parásitos encontrados en la misma especie hospedadora (el delfín listado),
el análisis de componentes principales confirmó la existencia de diferencias de tamaño
entre los individuos de B. atlanticum encontrados en el delfín listado y en el delfín común.
Los valores morfológicos mostraron que los individuos de B. atlanticum del delfín común
eran aproximadamente un 50% más pequeños que los del delfín listado, no así el tamaño
de los huevos, cuyo tamaño no difirió significativamente entre especies hospedadoras.
Aun así, la fecundidad en individuos de B. atlanticum del delfín común también se vio
afectada, ya que el número medio de huevos se encontraba significativamente por
debajo del número medio estimado para los individuos encontrados en el delfín listado.
0.5.4. DISCUSIÓN
Los datos indican que dos especies de la familia Brachycladiidae infectan los conductos
hepatopancreáticos de los cetáceos presentes en aguas del Mediterráneo occidental.
El delfín listado parece ser el hospedador definitivo de O. rochebruni. Sin embargo,
estudios en otras localidades demuestran que O. rochebruni no está restringido a dicha
especie hospedadora, ya que se ha encontrado en otras especies de delfínidos. En el
Pacífico norte, por ejemplo, se ha citado en el delfín común, el delfín de hocico largo,
Stenella longirostris, y el delfín manchado tropical, Stenella attenuata, pero no en el
delfín listado (Dailey y Perrin, 1973; Dailey y Otto, 1982). Asímismo, en el Atlántico norte
se ha encontrado en el delfín común pero no en el delfín listado (Gibson et al., 1998).
En este estudio, Brachycladium atlanticum se encontró en el delfín listado y delfín
común, sin mostrar diferencias significativas ni en la prevalencia ni en la abundancia
media entre especies. Hasta la fecha, B. atlanticum sólo se había citado en el delfín
listado en aguas de las Islas Canarias (Abril et al., 1991), por lo que este estudio representa
la primera cita de B. atlanticum en el delfín común.
La restricción de O. rochebruni y B. atlanticum a 1-2 especies hospedadoras podría
ser el resultado de diferencias en la probabilidad de contacto (filtro de encuentro)
entre dichos parásitos y las diferentes especies hospedadoras y la capacidad de estos
braquicládidos de madurar y reproducirse (filtro de compatibilidad) en el hospedador
correspondiente. Analizando los hábitos alimenticios de las cinco especies de cetáceos
analizados observamos que las principales presas del delfín listado en el área de
estudio son peces y cefalópodos mesopelágicos (Blanco et al., 1995, 2009; Bosch de
Castro, 2014) y que el delfín común también depreda sobre peces mesopelágicos
(Pusineri et al., 2007 y referencias incluidas). Sin embargo, el delfín mular se alimenta
principalmente de peces neríticos (Blanco et al., 2001), mientras que el calderón gris y
el calderón común son mayoritariamente teutófagos, alimentándose de cefalópodos
mesopelágicos (Blanco et al., 2006; Blanco, com. pers.). Por ello, sugerimos que tanto
O. rochebruni como B. atlanticum podrían infectar el delfín listado y el delfín común
mediante la ingesta de peces y cefalópodos mesopelágicos infectados con las fases
larvarias, y que rara vez contactan con las otras especies de cetáceos.
Los resultados también muestran una alta variabilidad en la morfología de B.
atlanticum en el delfín listado. Dado que el rango de intensidad en el delfín listado va
de 1 a 69 individuos, y que no hubo relación entre morfología o fecundidad y tamaño
infrapoblacional, consideramos que no hay evidencias de que dicha variabilidad
sea debida a efectos de hacinamiento o ¿crowding¿. Asimismo, en el delfín común
infectado tan sólo se encontraron 19 individuos, por lo que tampoco cabría esperar
que la disminución del tamaño de B. atlanticum en esta especie se debiera a dicho
efecto.
Fernández et al. (1995) destacaron que el tamaño del huevo es un carácter
altamente conservado en Synthesium tursionis (Brachycladiidae), independientemente
del tamaño del parásito o del hospedador. En el presente estudio, los individuos de B.
atlanticum recolectados del delfín común parecen ser más pequeños que los del delfín
listado y presentan un menor número de huevos. Sin embargo, nuestros resultados
coinciden con Fernández et al. (1995), ya que el tamaño del huevo es el único carácter
morfológico que parece no variar significativamente en ambas especies hospedadoras.
En conclusión, en aguas del Mediterráneo occidental parece que el hospedador
definitivo de O. rochebruni es el delfín listado. Además, B. atlanticum puede encontrarse
no sólo en el delfín listado sino también en el delfín común, aunque éste último parece
ser una especie hospedadora menos adecuada para dicho digeneo.
0.6. COMUNIDAD PARÁSITA GÁSTRICA DEL DELFÍN LISTADO (STENELLA
COERULEOALBA): EFECTOS DE LA LONGITUD, EDAD Y SEXO DEL HOSPEDADOR.
0.6.1. INTRODUCCIÓN
Se han citado al menos 12 taxones de metazoos parásitos de transmisión trófica en
el delfín listado: 3 digeneos, 5 cestodos, 3 nematodos y 1 acantocéfalo (Raga, 1985;
Raga y Carbonell, 1985; Raga et al., 1992; Raga y Balbuena, 1993; Aznar et al., 2006,
2007; Mateu et al., 2011, 2014). Tan sólo dos de estas especies se han encontrado
infectando el estómago: el digeneo Pholeter gastrophilus y nematodos del género
Anisakis. A nivel global, Pholeter gastrophilus se ha citado en al menos 17 especies de
cetáceos (Aznar et al., 1992; Raga, 1994), incluyendo especies costeras (Dollfus, 1974;
Van Waerebeek et al., 1993; Aznar et al., 1994; Gibson et al., 1998; Berón-Vera et al.,
2001) y oceánicas (Aznar et al., 1992; Raga y Balbuena, 1993; Fernández et al., 2003).
odos los estudios indican que los individuos de P. gastrophilus se encuentran dentro de
quistes en el sistema digestivo de cetáceos (Raga y Carbonell, 1985; Fernández et al.,
1991; Manfredi et al., 1992; Gibson et al., 1998), ya que el hospedador forma nódulos
alrededor del parásito en respuesta a la infección (Woodard et al., 1969; Migaki et al.,
1971; Howard et al., 1983).
Según Mattiucci y Nascetti (2006), actualmente hay 9 especies que pertenecen al
género Anisakis (A. pegreffii, A. simplex sensu stricto, A. berlandi, A. typica, A. ziphidarum,
Anisakis sp., A. physeteris, A. brevispiculata and A. paggiae). Desafortunadamente, las
larvas de anisákidos son indistinguibles morfológicamente, por lo que ha sido necesario
aplicar técnicas moleculares durante las últimas décadas para reorganizar la taxonomía
de anisákidos y describir nuevas especies (Paggi et al., 1998; Mattiucci et al., 1997, 2005,
2009). En aguas del Mediterráneo occidental, diversos estudios han citado la presencia
de especies de Anisakis en el delfín listado (Raga y Carbonell, 1985; Fernández et al.,
1991; Manfredi et al., 1992). Sin embargo, la identidad específica de estos individuos no
se conoce.
Durante el verano de 1990, los delfines listados del Mediterráneo occidental
sufrieron una mortandad masiva causada por un morbillivirus que acabó con la vida
de miles de ejemplares. Este brote proporcionó una oportunidad única para estudiar un
gran número de individuos en un corto periodo de tiempo y con una causa conocida
de la muerte. El objetivo de este estudio es describir la parasitofauna gástrica del delfín
listado en dicha región y explorar los efectos de la longitud y edad del hospedador
sobre los parámetros de infección.
0.6.2. MATERIALES Y MÉTODOS
Se analizó un total de 47 ejemplares de delfín listado varados en las costas de Cataluña
y la Comunidad Valenciana (España) entre agosto de 1990 y marzo de 1991. Antes de
la necropsia se determinó el sexo de los delfines y se tomaron medidas estandarizadas
(véase Geraci y Lounsbury, 2005) (véase Apéndice 3 para más detalles). Los dientes
se enviaron al Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona para
determinar la edad de los individuos (véase Calzada et al., 1994 para más detalles).
Durante la necropsia se recogieron los estómagos y se congelaron a -20oC para su
posterior examen. En lo referente a la recolección y procesado de los parásitos, se
utilizó el mismo procedimiento descrito en el apartado 0.4.2. Además, se examinó
detenidamente la pared estomacal y se contaron los quistes característicos que se
forman en respuesta a la infección por Pholeter gastrophilus. Los individuos de Anisakis
difíciles de identificar morfológicamente se analizaron a nivel molecular. Se realizó el
análisis molecular de seis especímenes obtenidos del delfín listado (5 larvas y un adulto).
Se extrajo ADN mitocondrial usando el protocolo previamente descrito por Valentini et
al. (2006) y Mattiucci et al. (2009, 2014) y se comparó el citocromo c oxidasa II (cox2)
para su identificación (ver Nadler y Hudspeth, 2000).
0.6.3. RESULTADOS
Se detectó la presencia de Pholeter gastrophilus en 40 de los 47 estómagos analizados,
con una prevalencia del 85,1%. Además, se encontraron 46 individuos de anisákidos
infectando siete de los 47 estómagos analizados. La mayoría fueron recogidos en
el estómago pilórico (n= 40), mientras que el resto se encontraron en el estómago
mecánico. No se detectaron correlaciones significativas entre la longitud total del
hospedador o su edad y la abundancia de ninguna de las especies helmínticas, ni
diferencias significativas entre sexos (p > 0.05 en todos los casos). Todas las secuencias
obtenidas del análisis molecular fueron idénticas, permitiendo la identificación de los
seis individuos analizados como A. pegreffii. La secuencia está disponible en GenBank
con número de acceso: KR149283.
0.6.4. DISCUSIÓN
Pholeter gastrophilus se ha citado en distintas especies de odontocetos en aguas del
océano Atlántico, Pacífico y mar Mediterráneo (Zam et al., 1971; Dollfus, 1974; Raga y
Carbonell, 1985; Aznar et al., 1992, 1994; Van Waerebeek et al., 1993; Raga y Balbuena,
1993; Raga, 1994; Gibson et al., 1998; Berón-Vera et al., 2001; Fernández et al., 2003).
Los altos valores de infección encontrados en este estudio contrastan con la baja
prevalencia en el delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus) de Perú (Van Waerebeek
et al., 1993), o en el delfín mular, Tursiops truncatus, en aguas de Florida (Zam et al.,
1971). Sin embargo, hay otros estudios que también han citado prevalencias superiores
al 50%, como Aznar et al. (2006) en aguas del océano Atlántico y el Mediterráneo.
En aguas del Mediterráneo, A. pegreffii es considerada la más común de todas
las especies de Anisakis (Mattiucci y Nascetti, 2008), siendo el delfín listado, Stenella
coeruleoalba, el delfín común, Delphinus delphis, y el delfín mular, T. truncatus, sus
principales hospedadores definitivos (Mattiucci et al., 1997, 2004, 2014; Mattiucci
y Nascetti, 2008). Se han citado larvas en distintas especies de peces demersales y
pelágicos, tanto en el Mediterráneo occidental como el oriental (Farjallah et al., 2008;
Mattiucci y Nascetti, 2008; Pekmezci et al., 2014). Mateu et al. (2015) (Capítulo 8) citan
dos especies de anisákidos (Anisakis physeteris y A. pegreffii) en distintas especies de
mictófidos capturadas en aguas del Mediterráneo occidental y sugieren que la especie
Notoscopelus elongatus podrían jugar un papel en el ciclo vital de dichos anisákidos. Sin
embargo, la baja prevalencia encontrada en este estudio contrasta con otros estudios
en las costas de Chile (Torres et al., 1992), Brasil (Carvalho et al., 2010) o incluso en las
costas españolas del Atlántico (Abollo et al., 1998), en donde la prevalencia es mayor.
Gómez-Campos et al. (2011) sugieren que el delfín listado cambia de dieta
con la edad; sin embargo, nosotros no detectamos diferencias significativas en la
abundancia de A. pegreffii con la longitud total del hospedador ni su edad. Dichos
resultados sugieren que el cambio de dieta no afecta al consumo del hospedador
intermediario, o, en el caso de A. pegreffii, en que la señal estadística es baja debido a
los reducidos niveles de infección.
0.7. CAMBIOS A LARGO PLAZO EN LA COMUNIDAD PARÁSITA INTESTINAL DEL
DELFÍN LISTADO (STENELLA COERULEOALBA) EN AGUAS DEL MEDITERRÁNEO
OCCIDENTAL.
0.7.1. INTRODUCCIÓN
Durante las últimas décadas ha aumentado la preocupación sobre la estabilidad
a largo plazo de las poblaciones de mamíferos marinos (Tynan y DeMaster, 1997;
Learmonth et al., 2006). Hay evidencias de que la sobrepesca ha causado cambios en
la distribución de distintas especies de mamíferos marinos (Bearzi et al., 2003, 2004, 2006,
2008; Cañadas y Hammond, 2008), lo cual podría conllevar, además, un agotamiento
de las poblaciones por malnutrición (Gulland et al., 2005; Rosen y Trites, 2005; Rosen,
2009). Además, se sabe que hay contaminantes que se acumulan en los mamíferos
marinos (Tanabe et al., 1994; Watanabe et al., 2002; Wafo et al., 2005; McHugh et al.,
2007; Lailson-Brito et al., 2010) y podrían favorecer las enfermedades y los eventos de
mortalidad masiva (Gulland y Hall, 2007; Van Bressem et al., 2001). Por último, también
hay evidencias de que el cambio climático también está afectando la distribución
de la poblaciones (MacLeod et al., 2005; Azzellino et al., 2008b; Salvadeo et al., 2010),
puediendo afectar las relaciones depredador-presa de los mamíferos marinos (McLean
et al., 2001; Walther et al., 2002).
La población del delfín listado, Stenella coeruleoalba, del Mediterráneo
occidental no es una excepción. En las últimas décadas, esta población ha sufrido
diversos impactos ambientales asociados al cambio climático global, tanto de origen
natural como antropogénico, que podrían alterar de forma irreversible la estabilidad
del ecosistema (Gambaiani et al., 2009; Coll et al., 2010). Gómez-Campos et al. (2011)
sugieren que la sobrepesca de la sardina, Sardina pilchardus, una de las principales
presas del delfín listado en dicha localidad, ha causado un cambio en la dieta hacia
presas más demersales como la merluza, Merluccius merluccius. Dicho cambio de dieta
conllevaría una ingestión menor de energía, por lo que podría generar problemas a
largo plazo en el equilibrio energético de la población, afectando principalmente
a aquellos individuos con exigencias nutricionales más elevadas, como individuos
jóvenes o hembras preñadas o lactantes. Además, durante las últimas décadas la
población mediterránea del delfín listado ha sufrido dos mortandades masivas en 1990
y 2007 (Aguilar y Raga, 1993; Raga et al., 2008) causadas por el morbillivirus de los
delfines (DMV). La primera epizootia empezó en el verano de 1990 en aguas españolas,
extendiéndose hacia Italia y Grecia en 1991 y 1992, respectivamente. Diversos autores
sugirieron varias características que pudieron intensificar los efectos del DMV. Aguilar
y Borrell (1994) encontraron altos niveles de compuestos organoclorados asociados
con efectos inmunosupresores en los individuos afectados por el DMV, lo que pudo
aumentar la probabilidad de infección entre delfines. Por otro lado, Aguilar y Raga
(1993) sugirieron que las altas temperaturas del agua registradas durante el invierno
previo a la primera mortandad también pudieron haber tenido consecuencias directas
en la productividad, lo que pudo haber reducido el alimento disponible, y por tanto,
la capacidad de los delfines de combatir al DMV. Las olas de calor y las condiciones
meteorológicas extremas son cada vez más frecuentes, lo que típicamente se ha
asociado al cambio climático (Coumou y Rahmstorf, 2012). En el Mediterráneo
occidental hay claras evidencias de un incremento en la temperatura y la salinidad del
agua (Vargas-Yáñez et al., 2010), lo que podría tener graves consecuencias, no sólo
en las poblaciones de los grandes depredadores, como el delfín listado, sino también
en el funcionamiento de todo el ecosistema (Bianchi, 2007). El objetivo de este trabajo
es usar un gran tamaño muestral (128 indivíduos) varados durante los últimos 20 años
(1990-2010) para analizar, por primera vez, tendencias a largo plazo en la abundancia
y composición de la comunidad de helmintos intestinales en el delfín listado. Además,
examinaremos si hay una relación significativa entre la dieta y la carga parásita.
0.7.2. MATERIALES Y MÉTODOS
Se analizó un total de 128 ejemplares de delfín listado varados en las costas de
la Comunidad Valenciana (España) entre 1990 y 2010. Tanto para el análisis de los
intestinos como para la correcta identificación de los parásitos se siguió la misma
metodología que en el apartado 0.4.2. de este resumen. Se depositaron especímenes
de referencia en el Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido) con número
de acceso: Tetrabothrius forsteri (NHMUK 2013.5.31.1-2), Trigonocotyle globicephalae
(NHMUK 2013.5.31.3) y Strobilocephalus triangularis (NHMUK 2013.5.31.4-5).
Se dispone de datos de dieta basados en el análisis del contenido estomacal de
71 de los 128 individuos analizados (Blanco et al., 1995; Míguez, 2009; Bosch de Castro,
2014; C. Blanco datos no publicados). Para la identificación de presas se recogieron
los otolitos y los picos de cefalópodos del contenido estomacal de cada delfín. Las
presas se agruparon en seis categorías ecológicas: (1) peces neríticos demersales, (2)
peces neríticos pelágicos, (3) peces demersales de talud, (4) mictófidos y otros peces
mesopelágicos, (5) cefalópodos neríticos y (6) cefalópodos oceánicos. Asímismo, se
dividió la muestra de delfines en dos grupos: (i) aquellos individuos afectados por el
morbilivirus (`muestras de la epizootia¿) (n= 66) y (ii) individuos para los que se desconoce
la causa de la muerte (`muestras de no epizootia¿) (n= 62).
Se aplicó un PERMANCOVA para investigar los efectos de la longitud del
hospedador, sexo y periodo sobre la estructura de la comunidad helmíntica para
ambos grupos de delfines. Además, se aplicó un test BIO-ENV para tratar de detectar
si existía una relación significativa entre la estructura de la comunidad helmíntica y la
dieta.
0.7.3. RESULTADOS
De los 128 individuos examinados, sólo cuatro no estaban infectados. Se recogió un
total de 6.498 individuos parásitos pertenecientes a cuatro especies: tres especies
de cestodos tetrabotrídeos: Tetrabothrius forsteri, Trigonocotyle globicephalae y
Strobilocephalus triangularis, e individuos inmaduros de la especie de acantocéfalo
Bolbosoma vasculosum. La especie más abundante fue Tetrabothrius forsteri (n= 6.046)
y se encontró todos los años a lo largo de las últimas dos décadas. Trigonocotyle
globicephalae se encontró sólo en cinco de los 20 años estudiados (n= 31), mientras
que Strobilocephalus triangularis parecía ser más abundante durante los últimos diez
años (2000-2010) (n= 348). Sólo se detectó la presencia del acantocéfalo Bolbosoma
vasculosum durante 1990, amén de un único individuo encontrado en 1997 (n= 73).
Ninguno de los PERMANCOVA realizados (tanto para las `muestras de la
epizootia¿, como para las de `no epizootia¿) detectó interacciones entre ninguno de los
factores y la covariable. Hubo diferencias entre las `muestras de la epizootia¿, debidas
a B. vasculosum ya que su presencia se detectó en la primera epizootia de 1990, pero
no en 2007. Sin embargo, no se detectó un efecto temporal sobre la estructura de
la comunidad cuando se analizaron las muestras de `no epizootia¿. En esta muestra,
sí se detectaron efectos del tamaño del hospedador. Hubo una relación negativa
significativamente entre la longitud total del hospedador y la abundancia de T. forsteri
(rs = -0.327; n= 61; p= 0.010) y T. globicephalae (rs = -0.306; n= 61; p= 0.016); la relación con
la abundancia de S. triangularis, aunque negativa, no fue significativa (rs = -0.207; n= 61;
p= 0.109), y la de B. vasculosum fue cercana a cero (rs = 0.007; n= 61; p= 0.55). Según
el análisis BIO-ENV, la correlación entre los datos de dieta y la comunidad helmíntica
intestinal del delfín listado no era estadísticamente significativa (rs = 0.11; p= 0.265).
0.7.4. DISCUSIÓN
Nuestros resultados indican que existen diferencias significativas en las faunas parásitas
del delfín listado entre epizootias causadas por los niveles de infección de B. vasculosum,
ya que dicha especie se encontró frecuentemente en la primera epizootia de 1990 pero
no en la segunda de 2007. Dos hipótesis podrían explicar estas diferencias: (i) el cambio
de dieta sugerido por Gómez-Campos et al. (2011) puede haber afectado al consumo
del hospedador intermediario y/o paraténico de este acantocéfalo, modulando el
contacto entre parásito y hospedador, y/o (ii) 1990 fue un año extraordinario durante
el cual B. vasculosum fue capaz de encontrar e infectar al delfín listado. Un estudio
reciente sugiere que la dieta del delfín listado del Mediterráneo occidental ha
sufrido un cambio hacia presas más neríticas (Bosch de Castro, 2014). La mayoría de
referencias de B. vasculosum en odontocetos, se restringe a odontocetos oceánicos
(ver Pendergraph, 1971; Zam et al., 1971; Dailey y Perrin, 1973; Raga y Carbonell, 1985;
Mignucci-Giannoni et al., 1998; Costa et al., 2000; Aguilar-Aguilar et al., 2001; Fernández
et al., 2004), por lo que dicho cambio de dieta podría haber disminuido la probabilidad
de encuentro entre parásito y hospedador. Sin embargo, no podemos descartar la
idea de que 1990 fuera un año excepcional. De hecho, Raga y Carbonell (1985) tan
sólo encontraron un espécimen de B. vasculosum en 10 delfines listados examinados
en la misma área de estudio durante la década previa. Por lo tanto, la cuestión sigue
siendo si fuimos incapaces de detectar cambios a largo plazo en la helminto fauna del
delfín listado porque sólo se analizaron animales altamente parasitados (una muestra
no aleatoria), o porque realmente no hay cambios que detectar. En cualquier caso,
parece claro que los niveles de infección de B. vasculosum eran significativamente más
altos en 1990. Sin embargo, como la identidad de los hospedadores paraténicos de B.
vasculosum sigue siendo desconocida, no se puede comprobar si nuestros resultados
concuerdan con cambios en la dieta del delfín listado.
Para las especies de cestodos encontradas, no se encontraron cambios
significativos a largo plazo. El hecho de que el muestreo sea oportunista podría haber
afectado a nuestros resultados ya que no representa una muestra aleatoria de la
población. Por lo tanto, no se puede determinar si no se detectaron cambios porque no
los hay o porque sólo disponemos de individuos altamente parasitados. La abundancia
de los cestodos tetrabotrídeos disminuyó con la longitud total (edad) del hospedador,
de forma similar a lo que se ha observado en otras especies del género Stenella.
La relevancia de este trabajo es que representa el primer estudio parasitológico
de cetáceos que investiga tendencias a largo plazo en la abundancia y composición
de la comunidad helmíntica intestinal. Además, también es la primera vez que se
comparan datos de dieta con datos de infección para investigar los posibles efectos
que el cambio de dieta puede haber tenido sobre la comunidad helmíntica.
0.8. EL PAPEL DE LOS MICTÓFIDOS (MYCTOPHIDAE) Y LOS CEFALÓPODOS
EN LOS CICLOS VITALES DE PARÁSITOS DE CETÁCEOS EN EL MEDITERRÁNEO
OCCIDENTAL.
0.8.1. INTRODUCCIÓN
Los peces de la familia Myctophidae y los cefalópodos son una parte fundamental de
la comunidad mesopelágica debido a su gran abundancia y biomasa (Olivar et al.,
2012). Además, varios estudios subrayan que la dieta de muchos cetáceos se compone
por peces y cefalópodos mesopelágicos (Clarke, 1996; Barlow et al., 2008), por lo que
no sería de extrañar que dichas presas formaran parte del ciclo vital de los parásitos de
cetáceos.
El objetivo de este estudio es tratar de identificar hospedadores intermediarios
y/o paraténicos de los parásitos de cetáceos. Para ello, se examina, por primera vez
en el Mediterráneo, la fauna parásita de ocho especies de peces mesopelágicos de la
familia Myctophidae y dos especies de cefálopodos bentopelágicos.
0.8.2. MATERIAL Y METÓDOS
Se recogió un total de 1.012 individuos pertenecientes a ocho especies de mictófidos:
Ceratoscopelus maderensis (n= 390), Lampanyctus crocodilus (n= 295), Notoscopelus
elongatus (n= 222), Benthosema glaciale (n= 70), Myctophum punctatum (n= 14),
Lobianchia dofleini (n= 9), Diaphus holti (n= 8) y Hygophum benoiti (n= 4), y 792 individuos
de dos especies de cefalópodos: Alloteuthis media (n= 670) y Sepietta oweniana (n=
122), de las aguas del Golfo de Valencia y el Mar de Alborán.
Inmediatamente después de su captura, las muestras se fijaron en etanol
al 70%. Una vez en el laboratorio, todos los individuos fueron pesados y medidos. Se
examinaron, por separado, las branquias, gónadas, estómago e intestino, hígado,
corazón y cerebro de los peces, y las gónadas y el tracto digestivo de los cefalópodos
en solución salina bajo la lupa (20-100x). Además, la musculatura de los peces y el
manto de los cefalópodos se examinaron por transparencia.
Se recogieron todos los helmintos encontrados, excepto en el caso de unos
pequeños nematodos enquistados en la pared estomacal identificados como
pertenecientes a la familia Raphidascarididae, para los que sólo se contabilizó y
recogió una muestra (véase Resultados). Los especímenes que se recogieron fueron
fijados en etanol absoluto (análisis molecular) o etanol al 70% (estudio morfológico).
Para su identificación, los nematodos fueron transparentados con lactofenol y, en el
caso de Anisakis, asignados a tipo I o II. Los digeneos fueron teñidos con acetocarmín,
se deshidrataron y se montaron en preparaciones permanentes con bálsamo de
Canadá.
Se realizó el análisis molecular de seis especímenes de Anisakis obtenidos de
siete individuos de N. elongatus. Se extrajo ADN mitocondrial usando el protocolo
previamente descrito por Valentini et al. (2006) y Mattiucci et al. (2009, 2014) y se
comparó el citocromo c oxidasa II (cox2) para su correcta identificación (véase
Nadler y Hudspeth, 2000). Para los nematodos encontrados en la pared estomacal
(véase Resultados), tan sólo se consiguió extraer ADN de un individuo. En este caso se
secuenció ADN ribosomal (SSU rRNA) usando el kit de extracción Chelex®.
Se investigó si la abundancia de Anisakis spp. incrementaba con la longitud del
hospedador mediante una correlación de Spearman y se compararon diferencias en
las prevalencias entre las distintas especies de peces usando un test de Fisher.
0.8.3. RESULTADOS
No se encontraron parásitos en ninguna de las especies de cefalópodos, mientras que
se identificaron cuatro taxones en las distintas especies de mictófidos. Se recogieron
un total de 21 larvas de Anisakis en 18 de los 222 N. elongatus y en dos de los 390 C.
maderensis examinados, con una intensidad de 1-2 larvas por individuo. El test de Fisher
mostró que N. elongatus estaba significativamente más parasitada por Anisakis spp.
que cualquiera de las otras especies de mictófidos con n>50 individuos (p¿ 0.009 en
todas las comparaciones). No se halló una relación significativa entre el tamaño del
pez y la cantidad de Anisakis spp. (p> 0,15 en todos los casos). También se encontraron
89 digeneos juveniles de la familia Didymozoidae en el intestino de 41 de los 222 N.
elongatus y en 3 de los 70 B. glaciale, que fueron asignados a juveniles del tipo Torticaeum
(sensu Pozdnyakov y Gibson, 2008). Además, se encontraron larvas muy pequeñas de
nematodo (¿ 300 ¿m) enquistadas en la pared estomacal, pero su tamaño impidió que
pudieran ser identificadas incluso a nivel de familia. También se encontró un individuo
de Hysterothylacium sp. y dos plerocerdoides en la cavidad de N. elongatus.
l análisis molecular permitió identificar dos especies de Anisakis en la muestra,
A. pegreffii y A. physeteris. Las secuencias están disponibles en GenBank con número
de acceso: KF972438 (A. pegreffii) and KF972439 (A. physeteris). El análisis molecular
de uno de los nematodos encontrados en la pared estomacal permitió concluir que
pertenecen a la familia Raphidascarididae (GenBank, número de acceso KF972437).
0.8.4. DISCUSIÓN
De los cuatro taxones de parásitos encontrados en mictófidos, tan sólo dos especies
son parásitos de transmisión trófica que infectan cetáceos.
Por primera vez, se encuentran dos especies de Anisakis (A. pegreffii y A.
physeteris) infectando mictófidos del Mediterráneo occidental. Los mictófidos son una
parte importante de la dieta del delfín listado en aguas del Mediterráneo occidental.
Puesto que hemos encontrado adultos de A. pegreffii en dicho hospedador (Mattiucci
et al., 2014; ver Capítulo 6), sugerimos que N. elongatus podría formar parte de su
ciclo vital. Se considera que el hospedador definitivo de A. physeteris es el cachalote,
Physeter macrocephalus (Mattiucci y Nascetti, 2008) y se conoce que su dieta esta
principalmente basada en cefalópodos. Nuestros resultados sugieren, por primera
vez, que los mictófidos, particularmente N. elongatus, podría desempeñar un papel
como hospedador paraténico en el ciclo vital de A. pegreffii y A. physeteris en el
Mediterráneo occidental. Ninguna de las otras larvas encontradas infectan cetáceos,
pero algunas podrían ser transmitidas a grandes peces depredadores. La extrema
escasez de parásitos de cetáceos en este y otros estudios parasitológicos previos de
peces y cefalópodos mesopelágicos, contrasta que el papel de estas presas en la
dieta de los cetáceos oceánicos.
0.9. VARIACIÓN GEOGRÁFICA DE METAZOOS PARÁSITOS DE BATHYPTEROIS
MEDITERRANEUS BAUCHOT, 1962 (OSTEICHTHYES: IPNOPIDAE) EN AGUAS
DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL
0.9.1. INTRODUCCIÓN
Las larvas de helmintos de cetáceos de transmisión trófica circulan por las redes tróficas,
por lo que pueden ser detectadas en distintas especies de peces y cefalópodos, aunque
no sean presas de cetáceos. En este capítulo, se realizó un estudio parasitológico de
Bathypterois mediterraneus, una especie que no es una presa del delfín listado, sin
embargo (i) es la especie más abundante por debajo de los 1500m en aguas del mar
Mediterráneo (Carrasson y Matallanas, 2001); (ii) habitas aguas del talud continental
donde es muy frecuente la presencia del delfín listado (Gómez de Segura et al., 2008) y
(iii) su dieta se compone principalmente de copépodos (Carrasson y Matallanas, 2001)
que podrían actuar como hospedadores intermediarios y/o paraténicos.
Durante las últimas décadas algunos estudios se han centrado en distintos
aspectos de la ecología de B. mediterraneus, como su distribución (Geistdoerfer y
Rannou, 1972; Stefanescu et al., 1992a; Cartes et al., 2004), crecimiento (Morales-Nin,
1990; Stefanescu et al., 1992b; Morales-Nin et al., 1996; Moranta et al., 2004), dieta
(Carrassón y Matallanas, 1990, 1994, 2001; Polunin et al., 2001), y reproducción (Fishelson
y Galil, 2001; D¿Onghia et al., 2004; Porcu et al., 2010). Sin embargo, la información
disponible sobre los parásitos de B. mediterraneus es muy limitada (ver Tortonese y Orsi,
1970).
El objetivo de esta investigación es proporcionar, por primera vez, un estudio
parasitológico de B. mediterraneus en aguas del Mediterráneo occidental. Se analizó
la comunidad componente en dos áreas geográficas y a tres profundidades, con
especial énfasis en las fases larvarias de parásitos de cetáceos, para tratar de avanzar
en los conocimientos relacionados con los ciclos vitales de dichos helmintos. Además,
se evaluó el uso de los parásitos como marcadores biológicos para discriminación de
stocks.
0.9.2. MATERIALES Y METÓDOS
En julio de 2010 se capturaron 170 individuos de B. mediterraneus del talud continental,
entre las costas de Cataluña y las Islas Baleares. Inmediatamente después de su
captura todos los individuos fueron congelados a -20oC. Una vez en el laboratorio se
descongelaron y fueron pesados y medidos. Todos los órganos fueron examinados por
separado en solución salina bajo la lupa (20-100x). Además, la musculatura se examinó
por transparencia. Se recogieron todos los parásitos encontrados, siendo fijados en
etanol al 70%. Para su identificación, los digeneos fueron teñidos con acetocarmín, se
deshidrataron y se montaron en preparaciones permanentes con bálsamo de Canadá,
mientras que los nematodos se transparentaron con glicerina.
Para los análisis estadísticos, los datos se agruparon en dos grupos según la
longitud del hospedador: individuos inmaduros, con un tamaño estándar <113mm,
e individuos maduros, con un tamaño estándar ¿113mm (Carrassón y Matallanas,
2001). Además, cada tamaño se agrupó por localidad (Barcelona o Islas Baleares) y
por profundidad (1000-1400m, 1400-2000m, 2000-2200m). Se llevó a cabo un análisis
de correspondencia canónica (ACC) para generar una perspectiva general de las
relaciones entre la abundancia de parásitos y las variables vinculadas con el hábitat
(localidad y profundidad). Para investigar las diferencias señaladas por el ACC, se
realizó un modelo lineal generalizado (MLG) entre las poblaciones parásitas de las
cinco categorías de localidad y profundidad.
0.9.3. RESULTADOS
Se encontraron cinco especies de parásitos en B. mediterraneus: el digeneo
Steringophorus cf. dorsolineatum (n= 135); una larva de cestodo asignada a Scolex
pleuronectis (n= 4); el nematodo Hysterothylacium aduncum (n= 175), el anisákido
Anisakis sp. (larva 3 tipo II) (n= 2) y el copépodo Sarcotretes sp. (n= 2).
No se detectaron diferencias significativas entre los individuos hospedadores
inmaduros y maduros (p > 0,05 en todos los casos). Los valores máximos de abundancia
media se detectaron en ambas localidades a una profundidad de 2000-2200m. Sin
embargo, nuestros resultados sugieren que la riqueza media de especies es más
alta en las Islas Baleares, a una profundidad de 2000-2200m, y que dicha riqueza va
disminuyendo en las costas de Barcelona y a medida que las capturas se realizan a
menor profundidad. La abundancia de S. cf. dorsolineatum parece significativamente
más alta en el talud continental de las Islas Baleares que en las costas de Barcelona.
Además, H. aduncum se encontró con una prevalencia y una abundancia más alta a
mayores profundidades.
0.9.4. DISCUSIÓN
Este es el primer estudio parasitológico de B. mediterraneus en aguas del Mediterráneo
occidental. Por lo que sabemos, sólo hay un estudio previo que cita dos individuos
de copépodos (Tortonese y Orsi, 1970), por lo que esta investigación representa la
primera cita de las cuatro especies helmínticas en B. mediterraneus. Nuestros resultados
sugieren que la fauna parásita de B. mediterraneus es bastante pobre, con tan sólo
cuatro especies helmínticas y una especie de copépodo. Esta fauna parásita, que
incluye varias especies generalistas, es más común de peces meso y batipelágicos que
de especies demersales como B. mediterraneus.
El resto de las especies parásitas encontradas en B. mediterraneus no son
parásitos de cetáceos. No se han identificado, a nivel de especie, los individuos de
Anisakis encontrados, por lo que no se puede descartar que B. mediterraneus pueda
formar parte de su ciclo vital en la zona de estudio.
Las diferencias significativas en la abundancia de S. cf. dorsolineatum (según
localidad) y de H. aduncum (según profundidad), sugiere que dichas especies podrían
usarse para la discriminación de stocks de B. mediterraneus.
0.10. CONCLUSIONES GENERALES
1. La comunidad helmíntica del aparato digestivo del delfín listado en aguas del
Mediterráneo occidental esta compuesta por dos brachicládidos infectando
los conductos hepatopancreáticos, Brachycladium atlanticum y Oschmarinella
rochebruni; un digeneo heterófido, Pholeter gastrophilus, y al menos un nematodo
anisákido, Anisakis pegreffii en el estómago y tres cestodos tetrabotrídeos, Tetrabothrius
forsteri, Trigonocotyle globicephalae y Strobilocephalus triangularis, e individuos
inmaduros del acantocéfalo polimórfido Bolbosoma vasculosum en el intestino.
Todos los taxones encontrados son específicos de cetáceos, un resultado que fue
predicho con antelación basado en los efectos de los filtros de contacto y compatibilidad
derivados en la distancia filogenética entre cetáceos y otros vertebrados simpátricos.
2. Las infracomunidades intestinales resultaron ser depauperadas y altamente
impredecibles. Ambas características eran las esperadas en cetáceos y otros
vertebrados oceánicos porque los estados infectivos de los helmintos de transmisión
trófica están altamente ¿diluidos¿ en el hábitat oceánico y, por lo tanto, la probabilidad
de transmisión al hospedador definitivo es baja. La baja tasa de reclutamiento ha sido
relacionada con la falta de estructuras en la comunidad helmíntica intestinal en otros
cetáceos oceánicos.
3. La longitud, edad o sexo de los individuos de delfín listado no parecen ejercer efectos
significativos sobre las abundancias de las especies parásitas, ni sobre los descriptores
de infracomunidad (abundancia total, riqueza o índice de diversidad de Brillouin),
cuando el análisis se basó en una muestra compuesta principalmente de individuos
adultos (n= 53). Este resultado apoyaría la idea de que la probabilidad de transmisión
al hospedador definitivo es baja y, por lo tanto, el efecto del hospedador es débil.
Sin embargo, un segundo análisis basado en un tamaño muestral mayor (n= 128) que
incluía más individuos juveniles, reveló efectos significativos de la longitud (o edad) en
la estructura de la comunidad helmíntica. En particular, la abundancia de los cestodos
tetrabotrídeos tendía a disminuir con la longitud. Hay cambios significativos en la dieta
del delfín listado del Mediterráneo occidental relacionados con la edad, que podrían
explicar dicho patrón. La influencia de efectos ontogenéticos en los niveles de infección
de los tetrabotrídeos se ha sugerido en otras especies del género Stenella.
4. Oschmarinella rochebruni se encontró con una alta prevalencia (61,2%). Sin embargo,
dicha especie no se encontró en las otras especies de cetáceos analizadas (calderón
gris, delfín mular, delfín común y calderón común). Además, no se encontraron
individuos inmaduros a lo largo del intestino. Dichos resultados sugieren la posibilidad
de que el filtro de compatibilidad (hábitos alimenticios) definen la especificidad de O.
rochebruni en el delfín listado.
5. Brachycladium atlanticum se encontró con una prevalencia moderada (39,8%),
pero también se encontró en 1 de los 8 delfines comunes analizados (prevalencia:
12,5%). En el delfín listado el hospedador individual ejerce efectos significativos en
la morfología y fecundidad de B. atlanticum, que, aparentemente, no estaban
relacionados con efectos por hacinamiento. Este resultado sugiere que habría que
reexaminar el uso de rasgos morfométricos en estudios taxonómicos de digeneos de
cetáceos. Los individuos de B. atlanticum en el delfín común eran enanos comparados
con los individuos encontrados en el delfín listado, y eran menos fecundos debido a un
efecto alométrico. Esto sugiere que el filtro de compatibilidad también podría ejercer
un efecto sobre la especificidad de B. atlanticum en el delfín listado. Para confirmar
dicha hipótesis se requieren datos morfológicos adicionales de individuos recogidos de
otras especies de cetáceos.
6. El digeneo estomacal Pholeter gastrophilus se encontró con una alta prevalencia
(más de 85%), especialmente en el estómago pilórico, mientras que los nematodos
identificados como Anisakis pegreffii se encontraron en menos del 15% de los delfines,
principalmente en el estómago pilórico. Los niveles de infección de A. pegreffii en el
delfín listado del Mediterráneo occidental son sorprendentemente bajos comparados
con los niveles de infección de distintas especies de Anisakis en otras regiones.
Aparentemente, esto no es un efecto de la especie hospedadora, ya que también se
han encontrado niveles de infección bajos en otros cetáceos y peces del Mediterráneo
occidental, sugiriendo que hay una baja densidad de dicho nematodo en esta región.
7. El análisis de tendencias a largo plazo (1990-2010) en la abundancia y composición
de la comunidad helmíntica intestinal del delfín listado, indica que sólo la abundancia
de B. vasculosum cambió significativamente a lo largo de los años. En particular, los
niveles de infección fueron más altos en 1990, y el parásito rara vez se encontró en
años posteriores. Esto sugiere que 1990 fue un año excepcional o que la disminución
en los niveles de infección de los años posteriores refleja un cambio de dieta del
hospedador hacia presas que no son infectados por el acantocéfalo. La segunda
hipótesis concuerda con los datos que indican un cambio significativo en la dieta del
delfín listado durante el periodo de estudio. Sin embargo, no encontramos una relación
significativa entre la dieta del hospedador y la estructura de la comunidad helmíntica.
Por lo tanto, la cuestión sigue siendo si no fue posible detectar cambios a largo plazo
porque sólo fueron analizados animales altamente parasitados (una muestra no
aleatoria) o porque no hay cambios que detectar. Este es el primer estudio a largo
plazo realizado sobre parásitos de cetáceos.
8. Se analizaron 1012 individuos de ocho especies de mictófidos (Ceratoscopelus
maderensis, Lampanyctus crocodilus, Notoscopelus elongatus, Benthosema glaciale,
Myctophum punctatum, Lobianchia dofleini, Diaphus holti y Hygophum benoiti) a nivel
parasitológico. Los nematodos Anisakis pegreffii y Anisakis physeteris fueron detectados
sólo en N. elongatus y C. maderensis con bajas prevalencias, siendo la prevalencia en
N. elongatus significativamente más alta que en las otras tres especies de mictófidos
con una n> 50. Se encontró un individuo de Hysterothylacium sp. en N. elongatus y
Raphidascarididae gen. spp. en N. elongatus y L. crocodilus. Se encontraron dos
plerocercoides sin identificar en N. elongatus. Este estudio proporciona el primer
estudio parasitológico de mictófidos del Mediterráneo. Sólo Anisakis spp. son parásitos
de cetáceos.
9. El hallazgo de A. pegreffii en N. elongatus apoyaría la hipótesis de que A. pegreffii
circula por las redes tróficas mesopelágicas usando mictófidos como hospedadores
paraténicos. Los mictófidos, incluyendo N. elongatus y C. maderensis, son una parte
importante en la dieta del delfín listado en el área de estudio y A. pegreffii ha sido
aislado del delfín listado. Los mictófidos podrían jugar un papel significativo en el ciclo
vital de A. physeteris, pero sigue siendo una incógnita en qué medida son directamente
consumidos por el hospedador definitivo, el cachalote, Physeter macrocephalus, o si
son consumidos por cefalópodos que, a su vez, son consumidos por el cachalote.
10. A pesar del gran tamaño muestra analizado, no se encontraron helmintos parásitos
en los cefalópodos Alloteuthis media y Sepietta oweniana.
11. Se encontraron cinco especies parásitas infectando Bathypterois mediterraneus en
el área de estudio: el digeneo Steringophorus cf. dorsolineatum; cestodos tetrafilídeos
recogidos bajo el nombre colectivo Scolex pleuronectis; dos larvas de nematodos,
el rafidascárido Hysterothylacium aduncum y el anisákido Anisakis sp. larva 3 tipo II;
y el copépodo penélido Sarcotretes sp. El hallazgo de todas las especies helmínticas
representan nuevos registros en B. mediterraneus. Sólo Anisakis sp. es un parásito de
cetáceos.
12. Hysterothylacium aduncum mostró diferencias significativas en la abundancia entre
profundidades de 2000-2200m con 1000-1400m y 1400-2000m sin importar la localidad,
mientras que Steringophorus cf. dorsolineatum mostró diferencias significativas entre
localidades en todas las profundidades menos para 2000-2200m. Sugerimos el posible
uso de dichas especies parásitas para la discriminación de stocks de B. mediterraneus
en el Mediterráneo occidental.
13. De los 21 taxones helmínticos registrados en cetáceos en el área de estudio, sólo
se detectaron estados infectivos de especies de Anisakis en peces mesopelágicos y
batidemersales. La no detección de otros taxones es difícilmente atribuible al sesgo de
detección. Es posible que algunas larvas de parásitos de cetáceos puedan haber sido
pasadas por alto si sus niveles de infección en peces mesopelágicos y batidemersales,
y cefalópodos son muy bajos en el área de estudio. Por otra parte, también podría ser
que las especies seleccionadas para su análisis no albergaran otros estados infectivos de
especies de helmíntos de cetáceos. Por lo tanto, dilucidar el ciclo vital de helmintos de
cetáceos continua siendo, en su mayor parte, difícil. Este estudio destaca la necesidad
de un mayor número de estudios parasitológicos de presas de cetáceos.
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acanthocephalans (Aznar et al., 2001; Raga et al., 2009). Due to the origin of host-parasite
associations (see Section 1.1.2) and the phylogenetic distance between cetaceans
and other marine vertebrates, most helminth species found in cetaceans are specific
to them. Therefore, the composition and species richness of helminth faunas from any
cetacean species in any locality (i.e., the helminth component community) is expected
to be restricted by two factors. First, the local diversity of helminth species would largely
result from an interplay between regional history and local ecology (Holmes et al.,
1990). Second, cetaceans would behave as an isolated group for parasitic exchange,
which would not share helminth species with other marine vertebrates and, therefore,
the local community of cetacean species would be the most relevant factor setting the
upper limits of diversity and composition of their helminth faunas (Aznar et al., 1998). At
the level of individual hosts (infracommunity level), species richness and composition
would primarily depend on the probability of encounter between hosts and parasites. It
has been suggested that the infective stages of helminths in the marine realm are highly
“diluted” (Hoberg, 1996, 2005; Raga et al., 2009; Valente et al., 2009; Santoro et al.,
2010), thus the likelihood of contact between cetaceans and infected prey would be
low. This could bring about two consequences. First, helminth infracommunities should
be depauperate compared with the richness observed at component community;
second, infracommunities should constitute random subsets of the pool of species of
the component community. These predictions about the structure and composition of
helminth communities of cetaceans have been tested only in a few species (Raga et
al., 2009) and, therefore, much more data are required from other systems to confirm
them.
On the other hand, the peculiarities associated with trophically-transmitted
parasites also make them ideal candidates to monitor not only trophic interactions, but
also long-term changes in the ecosystem. However, the use of helminths as biological
indicators of global change is far from understood and requires further investigation.
To our knowledge, long-term (i.e., decadal) parasitological studies have never been
carried out in the case of cetaceans due to the difficulties to obtain appropriate host
sample sizes. Certainly, there are surveys collating parasitological data for long periods
(e.g., Carvalho et al., 2010), but data have never analyzed using an explicit framework
to analyze temporal changes.
A key factor to interpret factors that drive structure and temporal dynamics of
helminth communities is a good knowledge of life cycles. However, very little is known
about the life-cycles of helminths from cetaceans due to the obvious difficulties associated
with working on hosts living in the marine realm, especially those inhabiting oceanic waters (Aznar et al., 2001; Raga et al., 2009). In general, there are major gaps about the
identity of intermediate and paratenic hosts (if any) of the taxa infecting cetaceans.
In fact, the complete life-cycle of trophically-transmitted cetacean helminths has only
been elucidated for a few species, i.e. Anisakis spp.
The striped dolphin, Stenella coeruleoalba, is the most abundant cetacean in
central Spanish Mediterranean waters (Gómez de Segura et al., 2006). Parasitological
research on this species is scarce and based on small host sample sizes. The marine
mammal stranding network of the Marine Zoology Unit, University of Valencia, has been
collecting data from this species from western Mediterranean waters since the late
1980s. Animals were found stranded dead or alive along the coasts of the Valencian
Community, although in 1990 additional samples were available from Catalonia and
Murcia. This has provided an invaluable set of long-term parasitological data which
makes the striped dolphin a good candidate to investigate the factors that determine
the structure and composition of helminth communities from the digestive tract,
to explore long-term changes in their structure and to elucidate the life cycles of its
helminth species.
The following objectives have been addressed:
1. To describe the helminth fauna infecting the digestive tract of the striped dolphin,
Stenella coeruleoalba, from the western Mediterranean.
2. To investigate the factors which determine the structure and composition, including
specificity, of the helminth communities.
3. To explore long-term changes in the structure of helminth communities.
4. To search cetacean helminth larvae down the trophic web aiming to elucidate lifecycles
and routes of infection.
The intestinal helminth community of the striped dolphin in western Mediterranean
waters was investigated based on a sample of 52 animals stranded along the coasts of
Catalonia, Valencian Community and Murcia in 1990. The community was composed
of three species of tetrabothriid cestode, namely, Tetrabothrius forsteri, Trigonocotyle
globicephalae and Strobilocephalus triangularis, and immature individuals of the
acanthocephalan Bolbosoma vasculosum. All these species are specific to cetaceans
but B. vasculosum probably reproduces in other cetaceans, perhaps sympatric fin
whales. Infection levels were low except for T. forsteri. At infracommunity level, cooccurrence
of helminth species exhibited just a slight excess of positive associations
between species. Overall, these data could be interpreted as evidence that some
helminth species (most likely tetrabothriid species) use the same intermediate/paratenic
hosts, or simply as evidence that some species tend to co-occur simply because one of them (T. forsteri) is highly prevalent. Significant effects of host body length, age or sex on
the abundance of any of the helminth species, or on infracommunity descriptors (total
abundance, species richness and Brillouin’s diversity index) were not detected. Note,
however, that the host sample was mostly composed of adult animals and, therefore,
ontogenetic effects on infection levels cannot be ruled out (see also below). Overall,
the observation of depauperate, largely unpredictable helminth infracommunities
agrees with the hypothesis that large and vagile oceanic predators have few contacts
with infective stages of parasites.
Two species of the family Brachycladiidae, namely, Brachycladium atlanticum
and Oschmarinella rochebruni, were found infecting the hepato-pancreatic ducts of
striped dolphins (n= 103). A parasitological survey of four additional sympatric cetacean
species, i.e., Risso’s dolphin (n= 18), bottlenose dolphin (n= 14), common dolphin (n= 8)
and long-finned pilot whale (n= 5) indicated that O. rochebruni was restricted to the
striped dolphin, whereas B. atlanticum was found in both striped dolphins and common
dolphins. Infection parameters were not significantly different between both dolphin
species. In the striped dolphin, host individual exerted significant effects upon the
morphology and fecundity of B. atlanticum but these effects did not result from densitydependence
(i.e., crowding effects). However, a question that would deserve further
investigation is to ascertain the proportion of worms from the same individual dolphin
that is genetically identical. Digeneans multiply asexually within the first intermediate
(mollusc) host and, therefore, worms might be recruited as clonal packets through
the food web up to the cetacean definitive host. If so, intrahost variability in individual
cetaceans might be lower than interhost variability, such as we observed. Interhost
variability of morphological traits related to host individual had previously been reported
in other brachycladiids. Our study therefore support the claim by other authors that
diagnosis at the species level based on morphometry or morphometrical ratios might
be prone to error. Individuals of B. atlanticum collected from common dolphins had
a significantly smaller body size and fecundity than those from striped dolphins. Our
analyses also suggested that the effects upon fecundity were a mere consequence of
having a smaller body size. Brachycladium atlanticum is therefore able to reproduce
in common dolphins but its fitness is arguably lower than that in the striped dolphin. In
summary, specificity of O. rochebruni for striped dolphins could be defined by a contact
filter, whereas that of B. atlanticum could result from a combination of both contact
and compatibility filters. The gastric helminth fauna of the striped dolphin in western Mediterranean
waters was composed of one digenean species, Pholeter gastrophilus, and one
nematode species, Anisakis pegreffii. All stomach chambers were infected with P.
gastrophilus, but the bulk of fibrotic nodules was found in the fundic stomach. The
number of nodules of P. gastrophilus did not correlate significantly with the length or
age of the dolphins, and there were not significant differences between sexes. The
identity of A. pegreffii was ascertained based on molecular analysis of both larval and
adult individuals. Most anisakid individuals were collected in the pyloric stomach, and
some in the forestomach; no worms were detected within the fundic stomach. Anisakis
pegreffii showed low infection levels in Mediterranean striped dolphins compared with
infection of Anisakis spp. in other cetaceans. As noted in Chapter 4, the probability of
transmission is especially low for trophically-transmitted helmiths in the oceanic realm
because infective stages are highly “diluted” (Valente et al., 2009 and Santoro et al.,
2010 for marine turtles; Hoberg, 1996, 2005 for marine birds; and Raga et al., 2009 for
marine mammals). Mateu et al. (2015) reported a prevalence of 1.4% of A. pegreffii
in N. elongatus (see Chapter 8), and the present study could support the idea that, in
western Mediterranean waters, striped dolphins become infected with A. pegreffii by
the ingestion of, inter alia, parasitized myctophid species.
During the period 1990-2010, two events could have impacted recruitment of
trophically-transmitted helminths of striped dolphins. First, the western Mediterranean
population of striped dolphin suffered two outbreaks of mortality (in 1990 and 2007)
caused by the dolphin morbillivirus (Raga et al. 2008). Although the total number of
individuals killed could not be calculated, Aguilar and Raga (1993) suggested that
several thousands individuals could have died. Second, there is correlational evidence
that overfishing of sardine, Sardina pilchardus, one of the putative main prey species of
striped dolphins in the area, may have caused a significant dietary shift towards demersal
prey, particularly hake, Merluccius merluccius (Gómez-Campos et al., 2011). Therefore,
we investigated the long-term dynamics of the intestinal helminth community of striped
dolphin based on a sample of 128 animals collected during the period 1990-2010. Two
sets of data were defined: (i) dolphins which died from DMV outbreaks during 1990 and
2007 (Epizootic sample) (n= 66), and (ii) dolphins which stranded from unknown causes
during other years (Non-epizootic sample) (n= 62). In addition, the BIO-ENV procedure
of PRIMER (Clarke and Gorley, 2006) was used to explore whether there was a significant
relationship between the structure of the intestinal helminth community and the diet of
the striped dolphin. This analysis was carried out based on a sample of 71 dolphins from
which both parasitological and dietary data were available. Out of the 128 dolphins
examined, only 4 were uninfected. The very same 4 helminth species, i.e. Tetrabothrius
forsteri, Trigonocotyle globicephalae, Strobilocephalus triangularis and Bolbosoma
vasculosum were found in this enlarged sample of striped dolphin (see Chapter 4). This strongly suggests that specificity likely prevents the contact and/or establishment of
other helminths (Mateu et al., 2011), i.e., there is a ‘pool exhaustion’ of all potential
local immigrants to the community. A PERMANOVA analysis indicated that there were
significant differences in the structure of the helminth community between the ‘epizootic’
samples. In particular, B. vasculosum was fairly frequent in 1990 (prevalence: 51.9%) and
did not appear in 2007; differences in abundance were highly significant. In contrast,
differences in community structure were not significant in the comparison between
non-epizootic samples. Furthermore, we did not find a significant relationship between
diet and community structure. Thus, the question remains whether we are unable to
detect clear long-term changes in the helminth fauna of S. coeruleoalba because we
analysed only heavily parasitized animals (i.e., a non-random sample) or because there
were really no changes to be detected. In any event, it seems clear that infection levels
of B. vasculosum were significantly higher in 1990. There are no specific changes in diet
to blame because the identity of potential paratenic hosts for B. vasculosum could
not be ascertained through dietary analysis. Whether 1990 was an exceptional year is
therefore an open question.
According to the above results, the description of larval stages of helminths
infecting striped dolphins and the identification of intermediate and/or paratenic
hosts of these parasites became an important task to assist interpretation of patterns in
definitive hosts. Thus, we selected species reported as important prey for striped dolphins
and other oceanic cetacean species, i.e. mesopelagic fish and cephalopods, and
examined them for infective stages of cetacean helminths. In particular, we analyzed
1012 individuals of eight myctophid species (Ceratoscopelus maderensis, Lampanyctus
crocodilus, Notoscopelus elongatus, Benthosema glaciale, Myctophum punctatum,
Lobianchia dofleini, Diaphus holti and Hygophum benoiti) and 792 individuals of two
cephalopod species (Alloteuthis media and Sepietta oweniana). Hosts were collected
during 2010-2012 from the Gulf of Valencia and Alboran Sea (Spanish Mediterranean),
which include localities proposed as Protected Areas of Mediterranean Importance
due to the high cetacean diversity and abundance. Five helminth taxa were found in
myctophiids, and none in cephalopods. Only the nematodes Anisakis pegreffii and A.
physeteris were identified as larvae of species infecting cetaceans, and were found
only in N. elongatus and C. maderensis with very low prevalence (overall prevalence for
Anisakis: 8.1% and 0.5%, respectively). Their prevalence in N. elongatus was significantly
higher than that from the other three myctophid species with n>50 individuals. Our study
suggests, for the first time, that myctophids could play a role as paratenic hosts in the
oceanic life-cycle of A. pegreffii and A. physeteris in the western Mediterranean. None of
the other larvae identified at least to family level infect cetaceans, but some of them can
be transmitted to large predatory fish. The extreme scarcity of such cetacean parasites
in this, and previous parasitological surveys of mesopelagic fish and cephalopods is at odds with the key role of these preys in the diet of oceanic cetaceans.
Infective stages of trophically-transmitted helminth circulate through oceanic
food webs and, therefore, they can be detected in many fish and cephalopod species
even though many of them are not prey of cetaceans. For this reason, we investigated
the helminth fauna of Bathypterois mediterraneus, a demersal deep-sea that is not
consumed by striped dolphins, but (i) it is the most common fish below 1500m in western
Mediterranean waters (Carrasson and Matallanas, 2001); (ii) it occurs on the continental
slope, where striped dolphins are frequently found (Gómez de Segura et al., 2008) and
(iii) the most important food items of its diet are benthopelagic planktonic calanoid
copepods (Carrasson and Matallanas, 2001) which may act as intermediate and/or
paratenic hosts for cetacean parasites. In July 2010, 170 specimens of B. mediterraneus
were captured from the continental slope in Western Mediterranean waters. Samples
were obtained from the continental slope of two different areas, namely, the coast
of Catalonia (off Barcelona) and the Balearic Islands in three different bathymetric
strata at depths between 1000 and 2200m. The parasite fauna of B. mediterraneus
included a narrow range of species: Steringophorus cf. dorsolineatum, Scolex
pleuronectis, Hysterothylacium aduncum, Anisakis sp. larva 3 type II and Sarcotretes
sp. Steringophorus cf. dorsolineatum and H. aduncum were the most predominant
parasites. Hysterothylacium aduncum showed significant differences in abundance
between depths of 2000-2200m with 1000-1400m and 1400-2000m, irrespective of
locality, whereas S. cf. dorsolineatum showed significant differences between the two
localities at all depths except for 2000-2200m. We suggest the possible usefulness of
these two parasites as geographical indicators for discriminating discrete stocks of B.
mediterraneus in western Mediterranean waters. Only 4 specimens of Anisakis sp. were
identified as infective stages of helminths infecting cetaceans.
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Veure al catàleg Trobes |