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El presente artículo revisa la situación actual y funciones atribuidas a una figura cuya incipiente profesionalización permite todavía hablar de un prometedor yacimiento de empleo: el mediador cultural (también conocido como link-workers, agents de liaison, «mediadores lingüístico- culturales», o «mediadores interculturales»). El objetivo de este estudio se centra en analizar cuáles son las competencias socioeducativas de este profesional en cuatro países diferentes: Italia, Portugal, Suecia y Canadá. Partiendo de que en los cuatro casos domina el modelo institucional del mediador cultural, llegan a identificarse hasta cuatro modelos: el mediador escolar «puro» (Canadá), que ejerce funciones generales más vinculadas al ámbito escolar, a las que se añaden una serie de funciones específicas relacionadas con el entorno social; el mediador escolar «integrado» (Italia), dado que acredita un papel según el cual, aunque mantiene estrechos lazos con el anterior modelo, trabaja en estrecha conexión con mediadores procedentes del modelo asociativo; el mediador como «orientador y tutor» (Suecia), que interviene en las «escuelas de segunda oportunidad»; y finalmente el mediador como «animador sociocultural» (Portugal). Desde este marco, la intención del artículo se identifica con hallar los aspectos más significativos de cada uno de dichos modelos y analizar por qué los mismos fenómenos se manifiestan y abordan de forma diferente en distintos contextos y por qué unas formas de intervención pueden considerarse más apropiadas que otras, a la luz de sus consecuencias. Para ello se analizan categorías de comparación como la «denominación », la «legislación aplicada», las «funciones generales», las «funciones específicamente educativas» y las «demandas principales».
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