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Hoy los jóvenes en edad escolar usan los dispositivos tecnológicos móviles casi
indistintamente en sus hogares, en sus respectivos entornos de ocio e incluso en
los centros escolares. El uso es intensivo y extensivo, con lo que se contribuye a
borrar un poco más los límites entre los diferentes ámbitos institucionales. Ahora bien, estos dispositivos en manos de los jóvenes son sometidos a una variedad de usos. El espectro va desde el uso solidario, de ocio, de acceso a ciertos servicios, incluidos los de carácter lúdico, de comunicación y reivindicación política
como estamos viendo en estos momentos, hasta los que tienen un carácter más
transgresor, en unos casos por la creatividad puesta de manifiesto y en otras por
infringir alguna disposición normativa. Al margen de la casuística de la que a diario se hacen eco los medios de comunicación, cabe plantearse si desde el currículo escolar cabe hacer algo, si es posible ofrecerles a los estudiantes una formación sobre el “uso responsable” de los medios. Planteamiento que ha de trascender los planteamientos punitivos o de censura, entre otras razones porque ofertas de este tipo ya hay muchas.
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