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En el año 1992, en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, se reclamó una decidida acción de los educadores para que contribuyéramos a que los ciudadanos y ciudadanas adquiriéramos una adecuada percepción de la situación de emergencia planetaria en la que estamos inmersos, haciendo posible la participación ciudadana en la toma fundamentada de decisiones, así como los necesarios cambios de comportamiento para evitar que las condiciones de vida de la especie humana lleguen a degradarse de manera irreversible. Más de una década después, y pese a nuevos llamamientos a los educadores, desde instituciones y organismos mundiales, así como desde la Cumbre de Johannesburgo (Río + 10), la generalidad de la ciudadanía, incluidos los educadores, permanecemos inconscientes de la gravedad de la situación. Es necesario, pues, que nos preguntemos por qué, si la finalidad de la educación es formar a los hombres y mujeres del mañana, seguimos sin ocuparnos de preparar a los estudiantes para hacer frente a los problemas del planeta, por qué la educación para la sostenibilidad sigue siendo una dimensión ausente del currículo. En torno a éstas cuestiones acerca de la necesidad de la atención al futuro en la educación ciudadana, reflexionaremos en el trabajo.
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