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Candela Ochotorena, José
Sanz Hoya, Julián (dir.) Departament de Història Contemporània |
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Aquest document és un/a tesi, creat/da en: 2017 | |
Al acabar la guerra civil, según censo de 1940, la población española era de 26 millones,
con una mayoría de población rural. En 1970 el país alcanzaba los 34 millones, de los
cuales un 80% vivía en localidades con más de 5.000 vecinos. Y 6 millones de personas
habían emigrado, agudizando la necesidad de nuevas viviendas, con la creación de los
suburbios chabolistas.
Los censos, también indican que en los años cuarenta, un 80% de las familias urbanas
españolas vivían arrendadas. Por el contrario, en el año 2001, sólo un 11,5% de las
viviendas están ocupadas en régimen de alquiler. El resto, son propiedad de sus residentes.
Durante el primer franquismo, las clases medias y trabajadoras urbanas adquirieron el
hábito de preferencia por la propiedad de la vivienda frente a la opción del alquiler.
Las preguntas que nos hacemos son: ¿De dónde viene esta preferencia tan arraigada en ...
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Al acabar la guerra civil, según censo de 1940, la población española era de 26 millones,
con una mayoría de población rural. En 1970 el país alcanzaba los 34 millones, de los
cuales un 80% vivía en localidades con más de 5.000 vecinos. Y 6 millones de personas
habían emigrado, agudizando la necesidad de nuevas viviendas, con la creación de los
suburbios chabolistas.
Los censos, también indican que en los años cuarenta, un 80% de las familias urbanas
españolas vivían arrendadas. Por el contrario, en el año 2001, sólo un 11,5% de las
viviendas están ocupadas en régimen de alquiler. El resto, son propiedad de sus residentes.
Durante el primer franquismo, las clases medias y trabajadoras urbanas adquirieron el
hábito de preferencia por la propiedad de la vivienda frente a la opción del alquiler.
Las preguntas que nos hacemos son: ¿De dónde viene esta preferencia tan arraigada en los
españoles por la vivienda en propiedad? Y, ¿Cuáles fueron los incentivos que fomentaron
y dieron como resultado esos comportamientos?
Hemos buscado las respuestas en las políticas de los gobiernos de posguerra. Pero
también en la emulación social, fomentada desde las instituciones, adjudicando viviendas
oficiales en propiedad; en un primer momento, para levantar una estructura de poder:
cuadros políticos, funcionarios y militares, que fueron los primeros beneficiarios de las
viviendas del régimen. Asimismo, el Sindicato Vertical, intentó la integración de grupos
de trabajadores, con una historia sindical especialmente conflictiva: mineros, portuarios y
pescadores, con la entrega de viviendas del INV y la OSH. Luego vinieron los polígonos
de vivienda social para familias del suburbio. Adjudicaciones que se publicitaban
ampliamente, alimentando las expectativas de las familias sin hogar.
Las Políticas de vivienda de los años 40 y 50, que fueron lesivas para el alquiler;
perseguían liberar suelo, destruyendo el patrimonio natural y cultural, y daban incentivos
fiscales a la construcción. Fueron acompañadas por el adoctrinamiento ideológico, y por
la represión de la movilidad interprovincial, y la persecución y destrucción de los
asentamientos ilegales.
Estas medidas incidieron sobre una sociedad que, sobre todo, quería estabilidad, olvidar
el pasado reciente, crear una familia, liberarse de las servidumbres de la vida rural, y
encontrar un lugar donde establecerse y proyectarse en un futuro para sus hijos.
METODOLOGÍA E HIPÓTESIS
Por lo que se refiere a la metodología utilizada en la presente Tesis doctoral,
fundamentamos nuestro análisis en el concepto de “contingencia cultural”,
desarrollado por Clifford Geertz, según el cual: las culturas “sólo obran y ejercen su
influencia dentro de un contexto social específico”.
Por “culturas”, entendemos, con Richard Nelson: “grandes rutinas, aglomerados de
conocimiento tácito, adquirido en la práctica social; supuestos implícitos, que pautan los
comportamientos de los sujetos”. Concepto que articula con el de institución de Mary
Douglas, para quien: “una institución, reducida a su mínima expresión, es una (…) regla
aceptada de comportamiento o rutina”.
Para analizar las relaciones entre los procesos subyacentes a la creación del mito de “la
vivienda en propiedad”, hemos seguido el modelo de Congruencia entre poder,
instituciones económicas y políticas, de Acemoglou y Róbinson, de su trabajo “The Role
of Institution in Growth and Development”. “La coherencia entre las diferentes
instituciones, que es la clave de su perdurabilidad, se asienta en la reproducción de las
relaciones de poder, fruto del funcionamiento de las instituciones”.
Nuestra contribución, consiste en la incorporación de los procesos culturales, porque,
en nuestra opinión, completan el modelo, incorporando el ámbito donde se desarrolla el
aprendizaje mutual de los grupos sociales, que da origen a las instituciones.
Los procesos institucionales se someten a la restricción ambiental: las instituciones solo
ejercen en un contexto dado de viabilidad, económico y de poder, y su práctica se
conformará a las limitaciones idiosincrásicas de los grupos que las impulsan. Sibien,
como dice Mary Douglas, la acción social de las clases subalternas tiñe las instituciones
con el ethos democrático.
Con este modelo, analizamos la pauta, manifestada por los españoles en la segunda mitad
del siglo XX, de “preferencia por la vivienda en propiedad”, como una dinámica
idiosincrásica en la sociedad española. Para defender la siguiente hipótesis:
La vivienda en propiedad es una institución en la sociedad española, en el sentido de que
es una regla aceptada de comportamiento o rutina.
Hemos ordenado la Tesis en cuatro bloques:
Un apartado I, de revisión de “el contexto del Régimen franquista y sus Mitos” respecto
al problema que nos ocupa: la vivienda y los fenómenos sociales de las migraciones.
Un apartado II sobre “las políticas sociales y económicas de la vivienda, y los conflictos
internos de la coalición dominante”, marcados por el devenir de los acontecimientos en
Europa y por las limitaciones económicas.
Un apartado III, que analiza “la vida y cultura de las clases subalternas, y los conflictos
con el poder”, que condicionaron la manera en que quedó gravado en su mente el
Símbolo de la Vivienda en propiedad.
Y, por último, un apartado para el resumen y conclusiones de la Tesis.
Nuestra investigación se limita al periodo que va de la posguerra al cese de Arrese al
frente de la cartera ministerial de vivienda. Y, aunque consideramos que los hechos
posteriores son relevantes, especialmente el movimiento vecinal y su contexto, pensamos
que en 1959 estaban sentadas las bases de la cultura de propiedad de la vivienda.
HITOS DE LA INVESTIGACIÓN
A lo largo de nuestra TESIS hemos mostrado los acontecimientos que, a través de los
conflictos entre políticas, recursos y necesidades sociales, permiten reconstruir el
desarrollo de los valores en torno a la vivienda.
Entre esos valores ocupaba un lugar de honor el hogar cristiano, con su asimetría de
géneros, que daba sentido al reparto necesario de cometidos entre hombres y mujeres. Un
“microcosmos” donde las fantasías falangistas situaban los valores de la familia como
célula básica del Estado.
Durante esos años, el régimen estuvo sumido en la impotencia económica para acometer
cualquiera de sus proyectos. Esa restricción desplegó un juego específico de
contradicciones: entre la urgencia de legitimación de Falange y la presión inmobiliaria de
los grupos de poder económico adictos al Régimen, y entre las aspiraciones totalitarias de
los falangistas y la autonomía de la Jerarquía católica.
En cuanto a los españoles de “a pié”, estuvieron presionados, durante todo el periodo,
por la necesidad de crear una familia, y la dificultad, crónica, de conseguir un hogar.
Los falangista relacionaron la reconstrucción de posguerra con el derecho a una vivienda
en propiedad, reconocido en el Fuero del Trabajo. La visión falangista del Estado
patriarcal, se instituía sobre las familias y sus hogares, las cuales se agruparán en los
barrios nacional-sindicalistas, constituyendo municipios. Los varones, cabezas de familia,
se encuadrarían como productores en los sindicatos. Y la propiedad del hogar moderaría
la lucha de clase, facilitando la afiliación de las masas.
Desde esa fantasía, Falange inició en 1941, una batalla por plasmar en la Capital de
España su proyecto de ciudad, con el Plan de Ordenación Urbana de Madrid, que perdió,
frente a los sectores económicos que apoyaron a Franco, y que eran impermeables al
discurso de la “conciliación de clases”; y frente a la clase media, la cual hizo suya la
cultura de propiedad; pero también mantuvo su propia identidad, de “pánico” a verse
mezclada con las clases “inferiores”.
Al final, hubo arbitraje del Caudillo en 1948: el urbanismo estaría marcado por los
intereses inmobiliarios, el estado se haría cargo de la solución al suburbio, y la política de vivienda incentivaría la propiedad.
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Los 40 fueron años de escasas realizaciones del Instituto Nacional de la Vivienda. La
penuria de medios facilito a la Iglesia comprar su autonomía, con la capacidad de sus
patronatos diocesanos de vivienda para recaudar fondos en tómbolas y colectas.
En 1951, con la recuperación de la Secretaría del Movimiento, Falange comenzó la
batalla por la financiación de sus políticas, adaptando su discurso a los intereses de la
iniciativa privada. Las primeras actuaciones del Plan Sindical de 1955 situaron a España
como el sexto país europeo por entrega de viviendas. Entre ese año y 1959, el franquismo
creó las bases legislativas, y financieras, que han regulado el mercado inmobiliario hasta
nuestros días.
El aprendizaje institucional fue dirigido por Arrese desde el Ministerio de la Vivienda.
La consigna lanzada por el ministro: España país de propietarios, y no de proletarios,
junto con el pisito de “Renta Limitada”, levantaba un símbolo falangista, dirigido a las
familias modestas. Con ella, Falange buscaba la afiliación popular.
La estancia de Arrese fue breve. La crisis financiera, que estalló en 1957, y se resolvió en
1959, provocó su dimisión. Pero en el corto espacio de dos años y medio, dejó una
herencia valiosa para sus camaradas: un Ministerio que, para los falangistas significó un
refugio de empleos y un canal de acceso a los negocios inmobiliarios.
**********************
El proceso de aprendizaje de las clases populares, y especialmente de los emigrantes,
transcurriría en paralelo al desarrollo cultural oficial y de las clases medias urbanas.
La búsqueda de un hogar trasformó los valores que habían traído desde el pueblo. Para
esas gentes, y especialmente para las mujeres, acceder a una vivienda oficial suponía el
asentamiento definitivo en la ciudad y, como tal, construía vecindad.
La construcción de vecindad, comenzaba en las redes que facilitaban la acogida. Sin
embargo, la adaptación de los emigrantes y sus hijos a la ciudad, su adquisición de
hábitos urbanos y de prácticas ciudadanas sería incomprensible sin el contexto del barrio.
El barrio fue el catalizador. Desde los nuevos bloques de viviendas, los emigrantes y las
familias jóvenes de trabajadores, reivindicaron servicios y equipamientos, que tenían
como eje la condición de ser propietarios de una vivienda, otorgada por la OSH.
Todo confluyó, en torno a las esperanzas de hombres y mujeres jóvenes, que crearon
familias, y se empeñaron en alcanzar para los hijos una trascendencia a sus esfuerzos.
Nunca en España trabajaron tanto y gastaron tan poco en sí mismos, los padres y madres
de una generación, cuya inversión principal, fue la compra de una vivienda.
CONCLUSIONES
En nuestra investigación, hemos mostrado que la vivienda en propiedad era un icono en
el imaginario nacionalizador de los vencedores. Una cultura fomentada desde el poder en
el periodo histórico de 1939-1959.
Hemos podido ver, cómo el éxodo, la represión y el chabolismo, transformaron las urbes
en una trampa para los emigrantes. Los españoles de las clases humildes, no tenían otra
salida que la adhesión a las cláusulas de control gubernamental, necesarias para acceder a
los pisos de la OSH.
Por lo tanto, aunque las clases subalternas encontraron en las luchas internas del régimen
un primer escalón organizativo. La lucha vecinal por reivindicar derechos, relacionados
con las viviendas que habitaban, reforzó la cultura de la vivienda en propiedad.
En ese periodo, los bloques del Instituto Nacional de la Vivienda, los Patronatos de la
Iglesia y las viviendas de empresa, prestaron un marco de aprendizaje a los sectores
empresariales, para el negocio de la construcción de viviendas sociales.
El capitalismo de posguerra europeo proporcionó al español un contexto, para encontrar
en la compra-venta de viviendas, soportada por el crédito hipotecario, la palanca
adecuada para crear capital inmobiliario. Se traspasó al consumidor, y a sus ahorros
futuros, la acumulación de dinero necesaria para la construcción de viviendas.
Todos estos factores, configuraron un contexto de conflicto y aprendizaje, que favoreció
la formación del símbolo de la Vivienda en Propiedad. Además, la evolución descrita,
aparece a nuestros ojos con el halo de lo inevitable, dadas las duras condiciones de vida
de la mayoría de los españoles. Podemos concluir, por lo tanto, que:
La cultura de la vivienda en propiedad es una institución para la población
española.The home ownership culture is an institution among the Spanish
people which emerged during the two first decades of Franco's
regime. Francoist housing policies reflected the patriarchal
prejudices that the National-Catholicism had about the family
institution and women and the phalangist belief on property as a
moderating factor over the social radicalism. Franco's regime used
protected housing as a central element of its social propaganda and
to include producers in the vertical unionship. The human context
was represented by the emigration tragedy during the post-war era.
In the big cities, and mainly in Madrid, where most of the housing
stock had been destroyed during the war, shanty towns were created,
which seriously alarmed the Regime. Totally unable to satisfy the
housing needs, the Government reacted by repressing and expelling
the recently-arrived immigrants from the cities and freezing rental
payments. As a consequence, private investors, anchored in the
rentier state property, held back, aggravating the problem.
José Luis de Arrese, from the Secretary of Phalange and José
Antonio Girón, from the Ministery of Labour, fostered a number of
new laws supporting government-sponsored housing in order to
create cross-class colonies of social houses that could be enjoyed
under private ownership. Housing repairs and construction during
the post-war era were affected from the beginning by the lack of
means. In order to find a solution to the problem of rebuilding cities
and hosting new families, the “Instituto Nacional de la Vivenda”
(National Institute of Housing) and the “Obra Sindical del Hogar”
(Union Work of Household) were founded along with the
“Dirección General de Regiones Devastadas” (Directorate General
of the Devastated Regions) to reconstruct rural areas. During the 40s
the regime prioritized providing its politicians, military personnel
and officials with dwellings and persuaded large corporations and
the INI to build new houses by granting subsidies. When the
Phalangists included their housing policy in the urban planning of
the Madrid City Council and created a “Plan for the Great Madrid”,
which pretended to incorporate the slums to the city, they clashed
with the business world, represented by Mayor Alcocer. The conflict
was solved with the mayor’s resignation and the preference of
ownership over renting, as the Phalange stated, which left the urban
planning under the business world control and modified the Plan of
Madrid, as the new enterpreneurs wanted. Although real estate
companies were against property policies, the INV proceedings,
giving away protected properties to the industrial producers to be
paid in 50 years, showed that the working class prioritised the
housing payment over any other family expenses; the Government
also favoured businessmen leasing them large land areas during the
50s. Property ownership was confirmed , through mortgage security,
as the best option for business purposes. It was only then when
private investors opted for social housing and, in just a few years, a
lot of multi-storey buildings emerged.
Spanish people from the suburbs and poor urban neighbourhoods,
after experiencing poor quality housing, re-renting and shantytowns
for a long time, accepted the solution that the francoist authorities
were offering. Slum dwellers started leaving the hovels as soon as
the new houses were constructed, even though facilities and proper
urban planning were missing, and occupied the unurbanized
residential blocks without schools, markets or buses, but were
provided with water and electricity supplies, although in precarious
conditions. Later on, a new working class, created as a result of the
industrialisation process and nourished by the migrations during the
50s and the 60s, modelled itself in the suburbs on social
differentiation and associativism, both driven by an emerging labour
and neighborhood segmentation. These newcomers to the Spanish
urban history assumed the ownership myth. The behaviour of the
emigrants to Europe, who invested their savings buying houses,
reinforced it.
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