Mostra el registre parcial de l'element
dc.contributor.advisor | Sanz Hoya, Julián | |
dc.contributor.author | Candela Ochotorena, José | |
dc.contributor.other | Departament de Història Contemporània | es_ES |
dc.date.accessioned | 2017-10-26T11:55:35Z | |
dc.date.available | 2017-10-27T04:45:05Z | |
dc.date.issued | 2017 | es_ES |
dc.date.submitted | 06-10-2017 | es_ES |
dc.identifier.uri | http://hdl.handle.net/10550/62916 | |
dc.description.abstract | Al acabar la guerra civil, según censo de 1940, la población española era de 26 millones, con una mayoría de población rural. En 1970 el país alcanzaba los 34 millones, de los cuales un 80% vivía en localidades con más de 5.000 vecinos. Y 6 millones de personas habían emigrado, agudizando la necesidad de nuevas viviendas, con la creación de los suburbios chabolistas. Los censos, también indican que en los años cuarenta, un 80% de las familias urbanas españolas vivían arrendadas. Por el contrario, en el año 2001, sólo un 11,5% de las viviendas están ocupadas en régimen de alquiler. El resto, son propiedad de sus residentes. Durante el primer franquismo, las clases medias y trabajadoras urbanas adquirieron el hábito de preferencia por la propiedad de la vivienda frente a la opción del alquiler. Las preguntas que nos hacemos son: ¿De dónde viene esta preferencia tan arraigada en los españoles por la vivienda en propiedad? Y, ¿Cuáles fueron los incentivos que fomentaron y dieron como resultado esos comportamientos? Hemos buscado las respuestas en las políticas de los gobiernos de posguerra. Pero también en la emulación social, fomentada desde las instituciones, adjudicando viviendas oficiales en propiedad; en un primer momento, para levantar una estructura de poder: cuadros políticos, funcionarios y militares, que fueron los primeros beneficiarios de las viviendas del régimen. Asimismo, el Sindicato Vertical, intentó la integración de grupos de trabajadores, con una historia sindical especialmente conflictiva: mineros, portuarios y pescadores, con la entrega de viviendas del INV y la OSH. Luego vinieron los polígonos de vivienda social para familias del suburbio. Adjudicaciones que se publicitaban ampliamente, alimentando las expectativas de las familias sin hogar. Las Políticas de vivienda de los años 40 y 50, que fueron lesivas para el alquiler; perseguían liberar suelo, destruyendo el patrimonio natural y cultural, y daban incentivos fiscales a la construcción. Fueron acompañadas por el adoctrinamiento ideológico, y por la represión de la movilidad interprovincial, y la persecución y destrucción de los asentamientos ilegales. Estas medidas incidieron sobre una sociedad que, sobre todo, quería estabilidad, olvidar el pasado reciente, crear una familia, liberarse de las servidumbres de la vida rural, y encontrar un lugar donde establecerse y proyectarse en un futuro para sus hijos. METODOLOGÍA E HIPÓTESIS Por lo que se refiere a la metodología utilizada en la presente Tesis doctoral, fundamentamos nuestro análisis en el concepto de “contingencia cultural”, desarrollado por Clifford Geertz, según el cual: las culturas “sólo obran y ejercen su influencia dentro de un contexto social específico”. Por “culturas”, entendemos, con Richard Nelson: “grandes rutinas, aglomerados de conocimiento tácito, adquirido en la práctica social; supuestos implícitos, que pautan los comportamientos de los sujetos”. Concepto que articula con el de institución de Mary Douglas, para quien: “una institución, reducida a su mínima expresión, es una (…) regla aceptada de comportamiento o rutina”. Para analizar las relaciones entre los procesos subyacentes a la creación del mito de “la vivienda en propiedad”, hemos seguido el modelo de Congruencia entre poder, instituciones económicas y políticas, de Acemoglou y Róbinson, de su trabajo “The Role of Institution in Growth and Development”. “La coherencia entre las diferentes instituciones, que es la clave de su perdurabilidad, se asienta en la reproducción de las relaciones de poder, fruto del funcionamiento de las instituciones”. Nuestra contribución, consiste en la incorporación de los procesos culturales, porque, en nuestra opinión, completan el modelo, incorporando el ámbito donde se desarrolla el aprendizaje mutual de los grupos sociales, que da origen a las instituciones. Los procesos institucionales se someten a la restricción ambiental: las instituciones solo ejercen en un contexto dado de viabilidad, económico y de poder, y su práctica se conformará a las limitaciones idiosincrásicas de los grupos que las impulsan. Sibien, como dice Mary Douglas, la acción social de las clases subalternas tiñe las instituciones con el ethos democrático. Con este modelo, analizamos la pauta, manifestada por los españoles en la segunda mitad del siglo XX, de “preferencia por la vivienda en propiedad”, como una dinámica idiosincrásica en la sociedad española. Para defender la siguiente hipótesis: La vivienda en propiedad es una institución en la sociedad española, en el sentido de que es una regla aceptada de comportamiento o rutina. Hemos ordenado la Tesis en cuatro bloques: Un apartado I, de revisión de “el contexto del Régimen franquista y sus Mitos” respecto al problema que nos ocupa: la vivienda y los fenómenos sociales de las migraciones. Un apartado II sobre “las políticas sociales y económicas de la vivienda, y los conflictos internos de la coalición dominante”, marcados por el devenir de los acontecimientos en Europa y por las limitaciones económicas. Un apartado III, que analiza “la vida y cultura de las clases subalternas, y los conflictos con el poder”, que condicionaron la manera en que quedó gravado en su mente el Símbolo de la Vivienda en propiedad. Y, por último, un apartado para el resumen y conclusiones de la Tesis. Nuestra investigación se limita al periodo que va de la posguerra al cese de Arrese al frente de la cartera ministerial de vivienda. Y, aunque consideramos que los hechos posteriores son relevantes, especialmente el movimiento vecinal y su contexto, pensamos que en 1959 estaban sentadas las bases de la cultura de propiedad de la vivienda. HITOS DE LA INVESTIGACIÓN A lo largo de nuestra TESIS hemos mostrado los acontecimientos que, a través de los conflictos entre políticas, recursos y necesidades sociales, permiten reconstruir el desarrollo de los valores en torno a la vivienda. Entre esos valores ocupaba un lugar de honor el hogar cristiano, con su asimetría de géneros, que daba sentido al reparto necesario de cometidos entre hombres y mujeres. Un “microcosmos” donde las fantasías falangistas situaban los valores de la familia como célula básica del Estado. Durante esos años, el régimen estuvo sumido en la impotencia económica para acometer cualquiera de sus proyectos. Esa restricción desplegó un juego específico de contradicciones: entre la urgencia de legitimación de Falange y la presión inmobiliaria de los grupos de poder económico adictos al Régimen, y entre las aspiraciones totalitarias de los falangistas y la autonomía de la Jerarquía católica. En cuanto a los españoles de “a pié”, estuvieron presionados, durante todo el periodo, por la necesidad de crear una familia, y la dificultad, crónica, de conseguir un hogar. Los falangista relacionaron la reconstrucción de posguerra con el derecho a una vivienda en propiedad, reconocido en el Fuero del Trabajo. La visión falangista del Estado patriarcal, se instituía sobre las familias y sus hogares, las cuales se agruparán en los barrios nacional-sindicalistas, constituyendo municipios. Los varones, cabezas de familia, se encuadrarían como productores en los sindicatos. Y la propiedad del hogar moderaría la lucha de clase, facilitando la afiliación de las masas. Desde esa fantasía, Falange inició en 1941, una batalla por plasmar en la Capital de España su proyecto de ciudad, con el Plan de Ordenación Urbana de Madrid, que perdió, frente a los sectores económicos que apoyaron a Franco, y que eran impermeables al discurso de la “conciliación de clases”; y frente a la clase media, la cual hizo suya la cultura de propiedad; pero también mantuvo su propia identidad, de “pánico” a verse mezclada con las clases “inferiores”. Al final, hubo arbitraje del Caudillo en 1948: el urbanismo estaría marcado por los intereses inmobiliarios, el estado se haría cargo de la solución al suburbio, y la política de vivienda incentivaría la propiedad. ****************** Los 40 fueron años de escasas realizaciones del Instituto Nacional de la Vivienda. La penuria de medios facilito a la Iglesia comprar su autonomía, con la capacidad de sus patronatos diocesanos de vivienda para recaudar fondos en tómbolas y colectas. En 1951, con la recuperación de la Secretaría del Movimiento, Falange comenzó la batalla por la financiación de sus políticas, adaptando su discurso a los intereses de la iniciativa privada. Las primeras actuaciones del Plan Sindical de 1955 situaron a España como el sexto país europeo por entrega de viviendas. Entre ese año y 1959, el franquismo creó las bases legislativas, y financieras, que han regulado el mercado inmobiliario hasta nuestros días. El aprendizaje institucional fue dirigido por Arrese desde el Ministerio de la Vivienda. La consigna lanzada por el ministro: España país de propietarios, y no de proletarios, junto con el pisito de “Renta Limitada”, levantaba un símbolo falangista, dirigido a las familias modestas. Con ella, Falange buscaba la afiliación popular. La estancia de Arrese fue breve. La crisis financiera, que estalló en 1957, y se resolvió en 1959, provocó su dimisión. Pero en el corto espacio de dos años y medio, dejó una herencia valiosa para sus camaradas: un Ministerio que, para los falangistas significó un refugio de empleos y un canal de acceso a los negocios inmobiliarios. ********************** El proceso de aprendizaje de las clases populares, y especialmente de los emigrantes, transcurriría en paralelo al desarrollo cultural oficial y de las clases medias urbanas. La búsqueda de un hogar trasformó los valores que habían traído desde el pueblo. Para esas gentes, y especialmente para las mujeres, acceder a una vivienda oficial suponía el asentamiento definitivo en la ciudad y, como tal, construía vecindad. La construcción de vecindad, comenzaba en las redes que facilitaban la acogida. Sin embargo, la adaptación de los emigrantes y sus hijos a la ciudad, su adquisición de hábitos urbanos y de prácticas ciudadanas sería incomprensible sin el contexto del barrio. El barrio fue el catalizador. Desde los nuevos bloques de viviendas, los emigrantes y las familias jóvenes de trabajadores, reivindicaron servicios y equipamientos, que tenían como eje la condición de ser propietarios de una vivienda, otorgada por la OSH. Todo confluyó, en torno a las esperanzas de hombres y mujeres jóvenes, que crearon familias, y se empeñaron en alcanzar para los hijos una trascendencia a sus esfuerzos. Nunca en España trabajaron tanto y gastaron tan poco en sí mismos, los padres y madres de una generación, cuya inversión principal, fue la compra de una vivienda. CONCLUSIONES En nuestra investigación, hemos mostrado que la vivienda en propiedad era un icono en el imaginario nacionalizador de los vencedores. Una cultura fomentada desde el poder en el periodo histórico de 1939-1959. Hemos podido ver, cómo el éxodo, la represión y el chabolismo, transformaron las urbes en una trampa para los emigrantes. Los españoles de las clases humildes, no tenían otra salida que la adhesión a las cláusulas de control gubernamental, necesarias para acceder a los pisos de la OSH. Por lo tanto, aunque las clases subalternas encontraron en las luchas internas del régimen un primer escalón organizativo. La lucha vecinal por reivindicar derechos, relacionados con las viviendas que habitaban, reforzó la cultura de la vivienda en propiedad. En ese periodo, los bloques del Instituto Nacional de la Vivienda, los Patronatos de la Iglesia y las viviendas de empresa, prestaron un marco de aprendizaje a los sectores empresariales, para el negocio de la construcción de viviendas sociales. El capitalismo de posguerra europeo proporcionó al español un contexto, para encontrar en la compra-venta de viviendas, soportada por el crédito hipotecario, la palanca adecuada para crear capital inmobiliario. Se traspasó al consumidor, y a sus ahorros futuros, la acumulación de dinero necesaria para la construcción de viviendas. Todos estos factores, configuraron un contexto de conflicto y aprendizaje, que favoreció la formación del símbolo de la Vivienda en Propiedad. Además, la evolución descrita, aparece a nuestros ojos con el halo de lo inevitable, dadas las duras condiciones de vida de la mayoría de los españoles. Podemos concluir, por lo tanto, que: La cultura de la vivienda en propiedad es una institución para la población española. | es_ES |
dc.description.abstract | The home ownership culture is an institution among the Spanish people which emerged during the two first decades of Franco's regime. Francoist housing policies reflected the patriarchal prejudices that the National-Catholicism had about the family institution and women and the phalangist belief on property as a moderating factor over the social radicalism. Franco's regime used protected housing as a central element of its social propaganda and to include producers in the vertical unionship. The human context was represented by the emigration tragedy during the post-war era. In the big cities, and mainly in Madrid, where most of the housing stock had been destroyed during the war, shanty towns were created, which seriously alarmed the Regime. Totally unable to satisfy the housing needs, the Government reacted by repressing and expelling the recently-arrived immigrants from the cities and freezing rental payments. As a consequence, private investors, anchored in the rentier state property, held back, aggravating the problem. José Luis de Arrese, from the Secretary of Phalange and José Antonio Girón, from the Ministery of Labour, fostered a number of new laws supporting government-sponsored housing in order to create cross-class colonies of social houses that could be enjoyed under private ownership. Housing repairs and construction during the post-war era were affected from the beginning by the lack of means. In order to find a solution to the problem of rebuilding cities and hosting new families, the “Instituto Nacional de la Vivenda” (National Institute of Housing) and the “Obra Sindical del Hogar” (Union Work of Household) were founded along with the “Dirección General de Regiones Devastadas” (Directorate General of the Devastated Regions) to reconstruct rural areas. During the 40s the regime prioritized providing its politicians, military personnel and officials with dwellings and persuaded large corporations and the INI to build new houses by granting subsidies. When the Phalangists included their housing policy in the urban planning of the Madrid City Council and created a “Plan for the Great Madrid”, which pretended to incorporate the slums to the city, they clashed with the business world, represented by Mayor Alcocer. The conflict was solved with the mayor’s resignation and the preference of ownership over renting, as the Phalange stated, which left the urban planning under the business world control and modified the Plan of Madrid, as the new enterpreneurs wanted. Although real estate companies were against property policies, the INV proceedings, giving away protected properties to the industrial producers to be paid in 50 years, showed that the working class prioritised the housing payment over any other family expenses; the Government also favoured businessmen leasing them large land areas during the 50s. Property ownership was confirmed , through mortgage security, as the best option for business purposes. It was only then when private investors opted for social housing and, in just a few years, a lot of multi-storey buildings emerged. Spanish people from the suburbs and poor urban neighbourhoods, after experiencing poor quality housing, re-renting and shantytowns for a long time, accepted the solution that the francoist authorities were offering. Slum dwellers started leaving the hovels as soon as the new houses were constructed, even though facilities and proper urban planning were missing, and occupied the unurbanized residential blocks without schools, markets or buses, but were provided with water and electricity supplies, although in precarious conditions. Later on, a new working class, created as a result of the industrialisation process and nourished by the migrations during the 50s and the 60s, modelled itself in the suburbs on social differentiation and associativism, both driven by an emerging labour and neighborhood segmentation. These newcomers to the Spanish urban history assumed the ownership myth. The behaviour of the emigrants to Europe, who invested their savings buying houses, reinforced it. | en_US |
dc.format.extent | 428 p. | es_ES |
dc.language.iso | es | es_ES |
dc.subject | vivienda | es_ES |
dc.subject | propiedad | es_ES |
dc.subject | politica social | es_ES |
dc.subject | franquismo | es_ES |
dc.subject | cultura | es_ES |
dc.title | La política falangista y la creación de una cultura de propiedad de la vivienda en el primer franquismo, 1939-1959 | es_ES |
dc.type | doctoral thesis | es_ES |
dc.subject.unesco | UNESCO::HISTORIA | es_ES |
dc.subject.unesco | UNESCO::ANTROPOLOGÍA | es_ES |
dc.embargo.terms | 0 days | es_ES |