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La falta de mejora a largo plazo de los resultados post-TH se debe en gran medida a complicaciones no asociadas al injerto en principio muy relacionadas con la exposición crónica a IS. En diferentes estudios se ha demostrado como la minimización de los ICN tiene un efecto protector en términos de toxicidad renal, metabólica, cardíaca y oncogénica. Sin embargo, no existe una evidencia sólida sobre el impacto que pueda tener la IS precoz, es decir aquella administrada en el post-trasplante inicial, y el desarrollo de dichas complicaciones. El grupo de Rodríguez-Perálvarez ha demostrado que tanto los niveles de Tac mayores de 10 ng/mL durante los primeros 15 días post-TH como la presencia de picos mayores de 20 ng/mL, se asocian con peor supervivencia y un mayor riesgo de muerte por causas CV, infecciosas y tumorales. Por otra parte, el mismo autor evidencia que niveles de Tac mayores de 10 ng/mL durante el primer mes post-TH o niveles de CsA mayores de 300 ng/mL se asocian con una mayor incidencia de insuficiencia renal y mayor riesgo de desarrollar una recurrencia de CHC.
Nuestro estudio trata de aclarar esta zona gris, valorando el impacto de la inmunosupresión precoz en determinar los resultados a largo plazo en una amplia cohorte de pacientes trasplantados hepáticos, cuales la mortalidad, la incidencia de tumores de novo, recurrencia del carcinoma hepatocelular, eventos cardiovasculares y el desarrollo de insuficiencia renal.
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