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La crisis económica sufrida en los últimos años, y en concreto en España, ha transmitido una cierta desconfianza en la sociedad acerca del valor que posee la educación para la integración y promoción socio-laboral de los jóvenes, así como en relación al impacto que ésta tiene para prevenir de la exclusión social a lo largo de la vida. Por desgracia en España, aún en la actualidad, que se considera que la crisis económica está en proceso de superación, hay una gran cantidad de jóvenes que se les identifica como 'sobre-formados'y que no encuentran un empleo adecuado a su formación. Unos acaban trabajando en empleos que requieren menor formación académica, mientras que otros acaban en el paro o teniendo que emigrar a otros países. Personalmente es un problema gravísimo, pero políticamente también lo es, pues resulta que la inversión educativa se convierte de este modo en un gasto, tanto personal como económico. Adicionalmente, la creencia de que la educación conlleva una mayor seguridad para el bienestar social está en gran medida también en crisis.
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