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El movimiento moderno en arquitectura descu-bre, desde los primeros estudios en la Bauhaus, la membrana de cristal como un logro del diseño que interpela al exterior. La vivienda así tiene la virtud del abrigo y el espesor climatérico; es de-cir, la integración del mundo como interventor del espacio. En esa carrera hacia la transparencia el modelo miesiano de la abstracción, el equilibrio y la reducción de las formas se multiplicó, se re-plicó sin la sensibilidad de éste hacia los materia-les. Pero ese ser replicante que se viraliza como modelo de éxito fue generando una amorfia cons-tructiva mimetizada por soluciones complotadas con los órganos de poder y la revolución digital. El mundo es ya pura membrana, pantalla, ventana e interfaz desde donde penetrar a espacios que, pese a su insubsistencia y su trasparencia, bien podrían ?concret/ar? una bunkerización del cristal dada la pasividad y la aquiescencia del sujeto ante la pér-dida definitiva de espesor.
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