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El concepto de Paisaje Sonoro o soundscape acuñado por primera vez por el canadiense R. Murray Schafer (1933) se basa en la defensa del valor del silencio y del sonido por sí mismo como fuente de creatividad (Schafer 2011, 2012). El objetivo principal del artículo es reflexionar sobre el concepto de paisaje sonoro como arte sonoro y reseñar las sinergias entre naturaleza y paisaje a través de la concepción de los mismos en la historia. Se plantea la paradoja del ruido como música y la incógnita del orden primigenio del sonido. Se incide en el valor emocional del paisaje sonoro y su utilidad como herramienta didáctica. Cuando se comprende la noción de Pauline Oliveros (1932-2016) con la escucha profunda y la falta de práctica de la escucha activa, se pone de manifiesto la pérdida de instintos naturales de los humanos. También se pone en valor la utilidad para monitorear la naturaleza, de estricta necesidad en los últimos tiempos. Y, especialmente, se refleja el arte que deviene de ese marco natural. Para ello, se ha utilizado el análisis del discurso como metodología, apoyada en artistas sonoros como Murray Schafer o John Cage, pero también en José Val del Omar o en Llorenç Barber, músicos que abrieron nuevas formas y percepciones del sonido, por ende, ajenos a cánones clásicos y academicistas. Las conclusiones apuntan a que no es fácil encontrar el nuevo arte transversal en auditorios de programación regular, pero sí en festivales específicos y especialmente a nuestro alrededor, en la naturaleza. The concept of soundscape, originally coined by Canadian R. Murray Schafer (1933), is based on the defense of the value of silence and of sound itself as a source of creativity (Schafer 2011, 2012). The main objective of the article is to reflect on the concept of soundscape as sound art and to review the synergies between nature and landscape through the notion of them throughout history. It presents the paradox of noise as music and the mystery of the original order of sound. It has a bearing on the emotional value of the sound landscape and its usefulness as a teaching tool. When the notion of Pauline Oliveros (1932-2016) is understood with profound listening and the lack of practice of active listening, the loss of natural instincts of humans is revealed. The utility to monitor nature, strictly necessary in recent times, is also valued. In particular, the art originating from that natural context is reflected. For this purpose, discourse analysis has been used as a methodology, supported by sound artists such as Murray Schafer or John Cage, but also in José Val del Omar or Llorenç Barber, musicians who opened new forms and perceptions of sound, therefore, others to classical and academic canons. The conclusions suggest that it is not easy to find the new transversal art in regular programming audiences, but in specific festivals and especially around us, in nature.
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